1 may 2012

¿De quién son los medios?

José Sanclemente
La tan cacareada transparencia informativa debería ir ligada a la claridad sobre quien está detrás de los medios de información y también de la opinión que se vierte en ellos.
Tomás Delclós, defensor del lector de El País, apuntaba el domingo pasado sobre la necesidad de que el lector conozca si un articulista del diario que escribe, por ejemplo, sobre economía está vinculado a algún organismo privado o público para que el lector sea capaz de modular su opinión.

Eso estaría muy bien. Algunos ya lo hacen, incluso algunos opinadores no tienen reparo en exhibir sus compromisos privados para manifestar sus opiniones públicas. Otros las esconden y se ve a la legua que arriman el ascua a su sardina. También hay los que suelen ser articulistas sugeridos por algunas grandes empresas (las llamadas del Ibex) que son adoptados por algunos medios de comunicación a los que, digamos, subvencionan con publicidad directa o encubierta. De todo hay.

Pero quizás es más importante conocer cuáles son los intereses que tienen los editores y propietarios de los medios de comunicación en empresas e instituciones. Eso sí que debería explicarse al ciudadano en aras a esa transparencia informativa. Tenemos un ministro que ha salido de un consejo de administración de un grupo periodístico, un consejero de una de las principales entidades bancarias catalanas y españolas que es propietario del primer diario catalán y cuya entidad puso al frente de su grupo competidor al gestor que a su vez compartía consejo con el editor en una empresa de selección de recursos humanos; un fondo de inversión que acapara las acciones del mayor grupo de comunicación español... y así podemos seguir.

Y lo preocupante es que teníamos unas televisiones públicas que eran de todos los españoles y que ahora serán de unos cuantos a los que se les adjudicará la gestión mediante la privatización. ¿Sabremos de quién son las nuevas televisiones públicas?¿Serán adjudicadas con transparencia por los gobiernos autonómicos cuando ya no sean nuestras?

En fin, creo que el buen defensor del lector apuntó en la diana, pero solo le dio de refilón.

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