13 sept 2012

La crisis es lo que tiene


Susana Molina
El otro día un “amigo” del Facebook, en este caso colega de trabajo y un buen tío, escribió lo siguiente: “A partir del lunes me doy de baja de internet, la crisis es lo que tiene”. Por lo que sé no trabaja desde hace meses. Ya somos dos, o debería decir ya somos casi 6 millones de personas. Que se dice pronto, porque el seis es lo que tiene, es pequeño, no abulta mucho, va solo por la vida, está situado ahí a la mitad, que ni chicha ni limoná y, al redondear, pues parece que la cosa no duele tanto. Pero si escribo la cifra con todos y cada uno de sus numeritos, el asunto da miedo --5.786.000--.

Asusta porque esos números son personas, con necesidades, con obligaciones, con miedos, con problemas, con dudas, con hijos, con padres, con ellos mismos. Personas que se levantan cada mañana preguntándose si tienen futuro. Y yo no iba a ser menos: “¿Tengo futuro?” Y mi respuesta es casi siempre la misma… “No lo sé, la verdad”
Otro de mis colegas sin trabajo (tengo muchos, ¿os he dicho que trabajar en medios de comunicación es casi Misión imposible?) abre casi cada día su muro del face de la siguiente manera: (léase con la musicalidad de Karina) “Buenos días compañeros. Buscando en el baúl de los recuerdos, uhuhuhuhu…cualquier trabajo nuevo me parece genial…estoy otra vez en el mercado, uhuhuhuhuhu…”. Es un buen realizador, y divertido como el que más, y aunque haya podido parecer lo contrario, no es cantante… por el momento. No descartemos que tal y como está el panorama en el sector de la comunicación se coja una trompeta en vez de la cámara, una cabra, una escalera y se dedique a recorrer las calles de su ciudad.

Desde aquí aprovecho para decirle que, si la cosa le genera ingresos y no tengo que matar a la cabra ni hacer cosas raras con ella ni hablar de su vida privada, me apunto. Si la cabra está mayor para hacer acrobacias en la puñetera escalera, ya subo yo, que en nada vuelvo a cumplir años, pero me siento como una chavalita. Total, no hay mucha diferencia entre hacer de cabra al ritmo de la música y trabajar en según qué programas de televisión. Pues sí, mi buen compañero tiene la santa paciencia de escribir su personal y peculiar llamamiento laboral casi cada día. También se caga en los políticos y en la puñetera crisis unas cuantas veces, bueno, muchas, y también alquila una plaza de garaje. Pero hay que entenderlo, los parados trabajo no tenemos, pero tenemos una de tiempo libre que ya lo quisieran los que trabajan. Me ha venido una luz…ahora lo entiendo todo. Ahora comprendo porqué una diputada que trabaja mucho, y tiene poco tiempo para sus tratamientos de belleza, dijo que deberían jodernos a todos los parados. Nos tienen envidia, a los parados digo, y es normal. Envidian nuestro TIEMPO, tiempo para comerte la cabeza, para pensar una y otra vez en qué va a ser de ti, tiempo para tener miedo, tiempo para sentirte improductivo, tiempo para odiar, tiempo para envidiar, tiempo para llorar, para hundirte y levantarte de nuevo, tiempo para pelear con los que más te quieren y en los que descargas tus inseguridades, para reír con los que sí están a tu lado. Quieren nuestro tiempo, pero lamento decirles señores y señoras que los parados sólo vendemos nuestro tiempo por un trabajo digno. Se admiten ofertas.

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