2 oct 2012

Ni muertos ni de parranda

Antonio Baquero
Lo siento. No soporto más a esos gurús de la prensa que reducen su mensaje a insistir en que el periodismo de verdad ha muerto y que proporcionan como recetas justo hacer aquello que ellos no se atrevieron a acometer cuando estaban en activo. Jon Sistiaga, Rosa María Calaf, Soledad Gallego-Díaz y otros tantos aprovechan cualquier momento para soltar la misma sarta de tópicos: que si el periodismo de verdad ya no existe, que si los periodistas de investigación están en la calle o en un ERE, que si abunda la opinión y falta la información, etc. En definitiva, que el periodismo bueno se hacía cuando ellos trabajaban y que el trabajo que hacemos miles de periodistas en este país se reduce solo a ir a ruedas de prensa y enviar rápido en una “tableta de esas que les dan” (por cierto, a mí no me han dado ninguna; ya preguntaré a ver a quién se la tengo que pedir).

Se trata de periodistas con admirables carreras profesionales y que para mi durante años han sido un ejemplo y, en algunos casos, amigos. No lo pongo en duda. Sin embargo, si me permiten, rechazo tanto sus afirmaciones como sus argumentos, que rozan el insulto a los cientos de periodistas que, en este país infame, siguen batallando día a día por hacer su trabajo con dignidad y brillantes. La primera parida: el periodismo no está en un buen momento. Me lo dices o me lo cuentas. No obstante, en cuanto a contenidos, no me da la impresión de que estemos tan mal, o desde luego no me parece que estemos peor que hace 10 o 20 años.

Que el periodismo está en crisis es una verdad como un templo. Que el periodismo de verdad ya no existe es un lugar común. De hecho, creo que, en ocasiones, el periodismo de hoy es hasta mejor. Ha sido la prensa la que ahora ha levantado el caso Urdangarín y ha acabado con el sacrosanto tabú de la Casa Real. La misma que destapó los tejemanejes del caso Millet. En Siria, jugándose literalmente el cuello, ha habido más de una decena de periodistas españoles. Y, sin ir más lejos, fue mi diario el que destapó el caso del lavacoches de Montgat y tras estar 10 meses erre que erre facilitó su salida de prisión. Por cierto, cuando telefoneamos a uno de estos gurús a que nos diera su opinión sobre esa investigacion periodística se negó a hacerlo y nos remitió a que tomáramos un extracto de sus discursos.

Y la lista de buenas noticias no acaba ahí. Las mejores, en mi opinión, son la aparición de proyectos apasionantes como Jotdown o Mongolia.

Incluso para lo malo no creo que estemos mucho peor. Que la cobertura de la trágica muerte de los niños de Córdoba ha sido vomitiva. Desde luego. ¿No fue igual de repulsiva la de las chicas de Alcàsser? Y de eso va a hacer ahora 20 años, cuando todos estos que nos menosprecian estaban en activo.

Personalmente, prefiero a esos periodistas veteranos que en lugar de dar lecciones siguen en la brecha y traen noticias. En definitiva, que informan y no opinan.

2 comentarios:

  1. Cierto. El oficio de periodista se ha de reivindicar. Y como bien dices, también hay que denunciar a quienes confunden el ejercicio del periodismo con la utilización de las plataformas periodísticas para montar lamentables espectáculos.
    http://pepabadell.wordpress.com/

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  2. Jo crec que els periodistes són tant bons o tant dolents com abans o com en el futur, el problema és que als mitjans cada cop els interessa menys el periodisme compromès i de denúncia i estan en mans de banquers i propietaris que no estimen la comunicació!!! Marx se'm queda curt!!

    Siscu Baiges

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