4 jun 2013

De la crónica a la opinión

Carles Pastor
La deriva de las crónicas periodísticas desde la interpretación de los hechos hasta la opinión es uno de los riesgos con que se enfrenta hoy el periodismo político. Lo que hasta hace poco era propio del periodismo deportivo invade ahora las páginas “serias” de los diarios, con sustantivos, adverbios y adjetivos que descalifican ideas o posiciones más que explicarlas.

Veamos algunos ejemplos recientes, que tienen que ver con el debate soberanista catalán, un asunto ya de por sí delicado y envenenado que exige más ecuanimidad si cabe en las informaciones:

--El PP y Ciutadans se oponen "ferozmente" a la consulta soberanista.

Vayamos al diccionario:

Ferozmente: Con ferocidad”.

Y a su vez:

Ferocidad: Cualidad de feroz; dicho o hecho brutal, cruel o atrevido.”

Y por último:

Feroz: Dicho de un animal: fiero, agresivo; brutal, agresivo, cruel, despiadado; enorme, muy intenso”

Como puede apreciarse, el 90% de esas definiciones ni se acercan a una interpretación objetiva, o cuanto menos, ecuánime, de las posiciones del PP y Ciutadans. Que gusten o no es otra cuestión, más propia de las secciones de opinión que de las de información.

Otro ejemplo:

-- El PSC votó en el Ayuntamiento de l’Hospitalet una propuesta del PP “que, para más inri”, habían suscrito también los concejales de la xenófoba Plataforma per Catalunya.

Volvamos al diccionario:

Inri. (Acrón. de Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, rótulo latino de la santa cruz): nota de burla o de afrenta (le puso el inri); para más, o mayor ..., locución adverbial que significa para mayor escarnio”.

De nuevo nos encontramos con un lenguaje destinado a descalificar más que a explicar los hechos.

Me detengo aquí, pero hay, lamentablemente, más ejemplos. 

Las crónicas puede incluir interpretaciones, pero siempre que no contengan juicios de valor. Además, las interpretaciones deben estar explicadas y razonadas en el texto. No resultan tolerables las coletillas que reflejan opiniones personales o hipótesis aventuradas

Resulta cada vez más difícil defender que la prensa, si no puede ser objetiva, sí que trata al menos de explicar en sus secciones informativas la realidad con honradez y ecuanimidad.



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