23 jul 2016

‘Mundo Diario’, el periódico rebelde

Sebastián Serrano
En julio de hace 40 años, la Transición empezó a tomar cuerpo. Carlos Arias Navarro, el hombre que siete meses atrás había anunciado con lágrimas en los ojos la muerte del dictador, dejó de ser presidente del Gobierno y le sucedió Adolfo Suárez, el encargado de desmontar el régimen que Franco había dejado “atado y bien atado”. Para contar aquel periodo convulso, el año 1976 fue pródigo en nuevos diarios: en abril había aparecido 'Avui', en mayo había sido 'El País' y en octubre sería 'Diario 16'. Son tres medios a los que se les reconoce un papel importante en la transición. Pero junto a ellos, olvidado quizá por su corta vida y su traumático final, debe situarse un periódico singular, irrepetible: 'Mundo Diario'.

El 16 de julio de hace 40 años cumplió 30 uno de los más asiduos
Los dirigentes comunistas Carrillo, Gutiérrez Díaz y López Raimundo
visitan en enero de 1977 la redacción de 'Mundo Diario'
en la avenida Cardenal Reig.
colaboradores de 'La Lamentable', Ángel Sánchez, el periodista que de manera más minuciosa ha contado en Catalunya la transición española y alguien imprescindible para entender 'Mundo Diario'. Por eso se me ha ocurrido que la mejor manera de celebrar hoy su aniversario es sacar del olvido el periódico que, de la mano de un grupo de jóvenes imprudentes, removió las aguas del periodismo barcelonés.

Cuando 'Avui', 'El País' y 'Diario 16' aparecieron, 'Mundo Diario' llevaba cuatro años en la calle, aprovechando las rendijas del régimen para informar sobre un submundo que seguía oculto y conjuntando una redacción que pudo ponerse a funcionar a pleno rendimiento cuando el dictador murió en la cama, acompañado del manto de la virgen del Pilar. Aunque parezca mentira, traducir para el lector los crípticos partes médicos de la agonía de Franco era un servicio que pocos medios se permitían.

El editor del diario era Sebastián Auger, un miembro del Opus Dei con aspiraciones políticas que quería hacerse un hueco en la España que venía. Para ello, compró en 1972 'Diario Femenino', una cabecera que había nacido cuatro años antes bajo el manto de la ley de prensa de Manuel Fraga. Ese mismo año cambió el formato y los contenidos para convertirlo en un medio de información general y se convirtió en 'DF'. Tras dos años de trámites el periódico logró cambiar de nombre en febrero de 1974.

Submarino de libertad


'Mundo Diario' era un submarino de libertad en un océano muy agitado por la tempestad, pero todavía dictatorial. Auger mantuvo como director a Ramón Solanes, un periodista que había alcanzado un cargo directivo en TVE y mantenía buenas relaciones con la autoridad competente, pero entendía lo que estaba pasando y propició que se formara una redacción cohesionada y competente. En el tardofranquismo hubo más diarios, tanto en Madrid como en Barcelona, que intentaron ser portavoces de los nuevos tiempos. Algo que diferenció 'Mundo Diario' de los demás es que, por la propia juventud de la cabecera, no había en su redacción sectores que pusieran trabas.

Muy rápidamente se hizo un hueco porque había informaciones que sólo aparecían en 'Mundo Diario'. Barcelona y su entorno eran entonces una olla en ebullición, donde protestaban los trabajadores en las fábricas, los estudiantes en las facultades y los vecinos en los barrios. Las publicaciones más o menos clandestinas que narraban todo esto se contaban por decenas, pero el medio de información general que en toda España dio mejor cuenta de lo que estaba pasando en esos ámbitos fue 'Mundo Diario'.

Era chocante que el diario de Sebastián Auger, que había sido concejal de Hacienda del alcalde más criticado en los barrios populares de Barcelona, José María de Porcioles, fuera el que con más amplitud informara de los déficit provocados por la especulación urbanística y de las reivindicaciones de quienes peleaban por paliarlos. Pero así era y la principal responsable de ello era otra colaboradora de 'La Lamentable', María Eugenia Ibáñez, periodista de referencia de la información local en Barcelona durante muchos años.

Dar voz a todo el que se moviera sin mirarle la etiqueta también diferenciaba a 'Mundo Diario' de los otros medios que en los últimos años del franquismo y durante la Transición adoptaron una línea editorial progresista. Casi todos ellos concentraron los esfuerzos en el ámbito de la política y trataron menos la actividad social.

En aquella redacción, de la que formé parte desde 1974 hasta 1978, aprendimos entre todos a practicar un periodismo que daba voz a quien tenía algo interesante que decir y ponía en duda las verdades del poder, todo ello dentro de unos límites, que se fueron ensanchando, y frente a los potentes medios que utilizaban a los periodistas para imponer lo que interesaba a los que mandaban. Cuarenta años después, la tensión entre ambos tipos de periodismo sigue ahí.

El altavoz de los hasta entonces silenciados


'Mundo Diario' se distinguía del resto de medios por ser el altavoz de unos sectores sociales hasta entonces silenciados, pero también se tenía que leer para saber qué se estaba cociendo en los pasillos del franquismo o en las catacumbas de la oposición. Ángel Sánchez escribió cada día, antes y después de la muerte de Franco, una sección, la Polémica, en la que hacía un comentario sobre el tema que consideraba más relevante y luego engranaba con minuciosidad de entomólogo párrafos escritos sobre el asunto por varios comentaristas, sobre todo de los diarios de Madrid. Releerlo es aún una guía estupenda para conocer las rencillas que carcomían un régimen decadente y los codazos que se propinaban las élites políticas emergentes. También ayuda mucho a entender todo eso la columna diaria que publicaba Manuel Vázquez Montalbán.

Auger no se conformó con el éxito de 'Mundo Diario' e intentó construir un imperio centrado en Barcelona (donde llegó a poseer cuatro diarios, una revista, una editorial y unos talleres de impresión), que se extendió hacia Madrid y Valladolid. Todo se vino abajo a principios de 1980 y el polvo y los enfrentamientos provocados por el derrumbe han ocultado durante demasiado tiempo aquel diamante en bruto que hace 40 años intentó pulir un grupo de jóvenes periodistas imprudentes, justo cuando Ángel Sánchez cumplió 30 años.

Este articulo, publicado en La Lamentable el 16 de julio del 2016, ha recibido en esta publicación numerosos comentarios de otros antiguos redactores de 'Mundo Diario', como Ángel Sánchez, María Eugenia Ibáñez, Carlos Pastor, Francesc Cusí y Rosa Maria Piñol, así como de Antonio Franco y de Gonzalo Auger, hijo del amo. 

Periodisme ètic i compromès

Joaquim Roglan
Quaranta anys de periodisme passen volant al llibre 'Periodismo en reconstrucción'. Josep Carles Rius l’ha construït amb materials procedents de la seva experiència entre l’acció i la reflexió. Des del seu ingrés a la infanteria de la informació fins als estats majors de la gestió, la direcció i l’empresa. Del desert de la premsa del franquisme al pe­riodisme cibernètic de xarxa social. No és neutral. Però tampoc apocalíptic ni integrat, nostàlgic ni visionari, optimista ni pessimista. D’un realisme de vegades estremidor, el seu relat indaga què passa i què pot passar a lectors i periodistes.

Rius afirma que en la crisi de la premsa hi ha més causes que la recessió econòmica general. Van ser i són internet, les televisions privades, les plataformes digitals i els errors de gestió de grups mediàtics. Això explica la desconfiança i el desinterès entre lectors i la seva premsa. Sense laments ni profecies, la seva tesi és que la suma i la coincidència de circumstàncies i errors comesos va generar una tempesta perfecta que causa un canvi de clima en l’ecosistema comunicatiu. Aporta les proves un professional que ha tingut càrrecs mitjans i directius a 'El Periódico de Catalunya', 'La Vanguardia' i 'Eldiario.es', a banda de degà del Col·legi de Periodistes de Catalunya i professor a la UAB.

Rius descriu aquell segle passat, quan la premsa va aconseguir “el
Josep Carles Rius, durant la presentació del seu llibre
al Col·legi de Periodistes de Catalunya. (foto: Sandra Lázaro)
binomi virtuós” de ser un magnífic negoci que prestava un servei públic a la societat. Quan va ser el quart poder real i decisiu en la construcció de les democràcies. La vocació de servir, influir i participar en l’ avenç de la societat van unir rendibilitat econòmica i social i independència d’altres poders. Tot amb la confiança i un cert vincle emocional dels lectors amb els seus diaris.

Amb internet, els qui pronosticaven la fi de Gutenberg, la recessió i grups mediàtics en territoris borsaris i financers, una part de la premsa va començar a comprometre la seva credibilitat i la seva qualitat democràtica. Encomanada dels valors líquids d’una societat líquida, ara es veu en una crisi ètica de fons. Ja sense el fals mite de l’objectivitat, els lectors exi­geixen veracitat, rigor, fiabilitat i qualitat al marge d’interessos i partidismes. La qüestió és si la professió ha estat a l’altura des que les redaccions van començar a perdre poder, i algunes, a hipotecar la seva independència.

En un paisatge segat de talent a causa de les prejubilacions, de la subproletarització de les noves promocions i la destrucció massiva de llocs de treball, Rius proposa un periodisme afermat en els seus orígens ètics i en noves experiències i mitjans que creïn espais d’independència professional. Quan les màquines de comunicar de butxaca i la informació i l’opinió en espectacles televisats fan la sensació que qualsevol pot ser periodista, l’autor reivindica un periodisme que obri camins de diàleg i trobada entre la ciutadania i la premsa seriosa i honrada. Una aliança entre periodistes i una societat activa amb horitzons ètics i noves fórmules que garanteixin llibertat i recuperin credibilitat. Sense receptes d’autoajuda, 'Pe­riodismo en reconstrucción' aporta molt saber i planteja alguns dubtes. Però, davant el primer dubte: periodisme. Davant el segon:
els clàssics del periodisme. I davant el tercer: més periodisme i millor. No falla.

Article publicat a 'La Vanguardia' el 17 de juny del 2016.

Elogi del periodisme en reconstrucció


J. J. Caballero
El llibre de Josep Carles Rius 'Periodismo en reconstrucción' comença amb un advertiment: "Aquest no és un llibre neutral. Perquè en periodisme, i en la vida, la neutralitat no existeix. Però és un llibre escrit amb vocació de ser objectiu i veraç, perquè només a partir d'aquestes dues premisses podem parlar de periodisme".

Tampoc han estat neutrals en l'exercici de la seva professió els
representants de tres generacions de periodistes que l'acompanyaven a la taula del Col·legi de Periodistes de Catalunya: Gemma Parellada, Milagros Pérez Oliva, Carles Capdevila, José Martí Gómez i Roberto Herrscher. 
D'esquerra de dreta, Capdevila, Pérez Oliva, Martí Gómez, 
Parellada, Rius i Herrscher.  (fotos: Sandra Lázaro)
Per una o altra raó, en algun moment o altre, cada un d'ells ha apostat per l'exercici d'un periodisme objectiu i veraç, i molt sovint ho han fet a contra corrent.


I tampoc eren neutrals els assistents a l'acte, molts d'ells companys de Rius en diferents etapes ('El Periódico', 'La Vanguardia', 'Públic', i ara la Fundació Periodisme Plural), molt predisposats a escoltar les seves reflexions, el que alguns defineixen com la capacitat d’anar sempre amb les "llums llargues" per detectar abans que la majoria el que se'ns ve a sobre.

Per això una de les consideracions més repetides va ser que es tracta d'un llibre oportú i necessari. En paraules de Carles Capdevila, un llibre carregat de dos ingredients: "mala hòstia i esperança". Encara que, tractant-se de Rius --"un dels periodistes més decents que he conegut", el va definir el fotoperiodista Gervasio Sánchez fa uns dies-, la "mala hòstia" s'ha d'entendre com les càrregues de profunditat que conté el llibre, perquè ell mai perd les formes, ni tan sols en les ocasions més justificades.


Tempesta perfecta contra el periodisme



Rius interpreta que la crisi del periodisme obeeix a quatre causes fonamentals: l'impacte de les noves tecnologies, els errors de gestió, la gran recessió i la crisi de credibilitat, acompanyada moltes vegades d'una crisi ètica. Es tracta d'una combinació d'elements que han donat lloc a una "tempesta perfecta" que ha propiciat un "nou ecosistema", tot i que no es tracta d'una tempesta natural, sinó que s'ha assolit després d'una sèrie d'excessos: excés de sectarisme, excés de propaganda, excés dels interessos empresarials per sobre dels interessos ciutadans i ús dels mitjans en interès propi per part d'alguns periodistes.

Amb tot, Rius creu que es tracta d'una crisi de model però no una crisi del periodisme, perquè hi ha una sèrie de circumstàncies que deixen portes obertes a l'esperança. Entre el diagnòstic i el desig, va enumerar algunes claus de futur. Gràcies a les xarxes, el periodista pot tenir veu pròpia més enllà del propi mitjà i, gràcies també a internet, ara hi ha la possibilitat de crear mitjans alternatius.

Rius sosté que els diaris necessiten recuperar la confiança del lector i això només s'aconsegueix recuperant la credibilitat. La credibilitat va ser una de les paraules més repetides en la sessió. Per recuperar-la es necessita el compromís de cada periodista però també que les redaccions tornin a ser espai de debat intel·lectual i lloc on trobar referents professionals, periodistes que no són famosos però que són decisius en les redaccions.

I va posar com a exemple la creació per part del Col·legi de Periodistes del reconeixement Ofici de Periodistes, que pretén, precisament, subratllar aquest paper. Rius va tancar la seva intervenció amb un record a Pilar Casanova, periodista catalana afincada a Madrid que va morir el 5 de juny i que encarnava aquest model.



Pèrdua de credibilitat



Gemma Parellada, amb llarga trajectòria com a corresponsal a l'Àfrica, va decidir seguir apostant pel periodisme en consideració "als lectors, no als mitjans", perquè "la finalitat és que la gent pugui conèixer el que ens passa i entendre tot el que ens connecta". Representant de la generació més jove, Gemma Parellada, que acaba de rebre el Premi de Periodisme Miguel Gil, va ser crítica amb la manca de criteri d'alguns responsables periodístics, va rebutjar "la gran excusa de que al lector no li interessen certs temes" i va ser autocrítica en subratllar que "la credibilitat l'hem perduda nosaltres. I si l'hem perdut és perquè ho hem estat fent malament".

Milagros Pérez Oliva li va donar la volta a la frase, tan repetida, que "la crisi és una oportunitat". "Sí, la crisi és una oportunitat, però de moment qui l'està aprofitant són els que volen convertir el periodisme en un instrument dels seus interessos econòmics i ideològics". La que va ser exigent Defensora del Lector a  'El País', va fixar dos moments simbòlics de la crisi de credibilitat dels mitjans: el dia en què l'indult a Alfredo Sáez, exdirectiu del Banc Santander, apareix molt petit o simplement no apareix en els grans mitjans espanyols. I el dia en què tots els diaris publiquen la mateixa portada: un anunci, precisament d'aquest mateix banc.

Pérez Oliva augura un futur marcat per unes redaccions com a òrgans molt ideologitzats, molt tecnificats, que no generen continguts sinó que gestionen els que altres produeixen fora. Redaccions molt jerarquitzades, sense debat professional, amenaçades per la precarietat i en què, precisament a causa d'aquesta precarietat, ha arrelat l'autocensura.


Autocrítica i èpica



Quan va deixar la direcció d''Ara' per motius de salut, Carles Capdevila va llegir davant la redacció un emotiu però contundent text que hauria de ser de lectura obligatòria a les Facultats de Periodisme. Amb la perspectiva que dóna el temps, Capdevila, relaxat i carregat d'humor, va recórrer a metges i mestres com a exemple de professions que, igual que els periodistes, estan sumides en el desconcert. Perquè fa uns anys, va venir a dir, ningú posava en dubte el que receptava un metge i ara els pacients miren internet o prenen el que diu un amic. Ni tan sols s'esforçaven per tenir bona lletra!, va exemplificar. També els mestres veuen ara qüestionada la seva "autoritat" per la quantitat d'informació que es pot trobar a la xarxa i fenòmens com 'El Rincón del vago'.

"El que ens passa als periodistes es deu al fet que érem un col·lectiu privilegiat, perquè quan teníem el monopoli ho vam fer malament". "I ara --va afegir-- estem reformant el periodisme amb nosaltres dins, i això és molt difícil. És com quan reformes la cuina i el bany i segueixes vivint a casa". Perquè el lector ara sap moltes coses i té moltes ganes d'aprendre, però també és més fàcil arribar-hi i saber què pensa.

Els periodistes, segons el parer de Carles Capdevila, han de mostrar-se "més cabrejats, més autocrítics i amb més èpica". Per això coincideix que cal reconstruir el periodisme, "tot i que cal mantenir les parets mestres". I això ho va dir mentre assenyalava a Martí Gómez.

Millor periodisme, menys esperança


Va dir Martí Gómez que l'avantatge de ser l'últim a intervenir és que ja s'ha dit gairebé tot, i a més, ben dit. Enfront dels nostàlgics del periodisme d'anys enrere, Martí va ser contundent: "El periodisme dels anys seixanta era una merda. Els sous eren baixíssims i tothom estava pluriempleat, però hi havia la sensació que tenies ocasió de progressar i si entraves en plantilla arribaves al convenciment que mai t’acomiadarien".

Ara, va dir Martí, el periodisme és millor, però l'esperança és menor. Martí Gómez sí sent nostàlgia de l'intercanvi d'idees de les velles redaccions, i les va comparar amb els antics departaments dels trens, on la gent intercanviava menjar, beguda i tabac, enfront dels trens d'avui, on no parla ningú.

Martí, que ha publicat recentment 'El oficio más hermoso del mundo', subratlla tres aspectes de la crisi actual: falta autocrítica, sobra autocensura, hi ha covardia i sobra victimisme. I va posar com a exemple el cas de la Ràdio Televisió Valenciana, on només van denunciar les manipulacions i ingerències polítiques quan van perdre la seva feina, però no van tenir la valentia de denunciar-les mentre treballaven

Roberto Herrscher, director de la col·lecció i responsable del màster de Periodisme Universitat de Barcelona-Columbia University, va resumir l'aportació del llibre de Rius en unes poques frases: ha desencadenat les fúries, ha obert un diàleg necessari i ha llançat un crit d'alerta i una crida a l'acció per intentar reconstruir el periodisme. Un periodisme --el de Rius i el de molts dels que hem treballat al costat d’ell-- que ha de ser veraç i objectiu, però que no pot ser neutral.

10 jul 2016

Teràpia de grup

Cristina Palomar
No hi ha res millor que una reunió de periodistes per carregar les piles. Jo les sovintejo perquè la majoria dels meus amics ho són i perquè són l’eina perfecta per exorcitzar dimonis i buidar el pap. En el meu cas tenen el mateix efecte terapèutic que els sopars que celebraven els estrambòtics protagonistes de 'Notting Hill': cadascú explica la seva desgràcia i després decidim qui és el més desgraciat de tots. A vegades costa perquè les desgràcies en el nostre gremi són moltes, però al final votem i qui guanya no paga el sopar i els qui perden es queden més tranquils pensant que sempre hi ha algú que està pitjor. Encara que no ho sembli, reconforta tornar a casa pensant que encara no has tocat fons.

Fa uns dies vaig assistir a una peculiar teràpia de grup al Col·legi de Periodistes amb l’excusa de la presentació del llibre 'Periodismo en reconstrucción', que ha escrit el periodista Josep Carles Rius. Dic peculiar perquè no estic acostumada a veure exdirectors de diari parlant de desànim i confusió, i alhora assegurar davant un paisatge en ruïnes encara fumejant que hi ha esperança 'malgré tout'. Reconec que jo em moc en nivells inferiors de depressió periodística i el meu desànim professional té a veure amb la subsistència pura i dura. Parlo de feines mal pagades, de marginació perquè no ets de la secta política que mana o passes dels quaranta, i de fills de mala mare que volen que treballis de franc en nom de la notorietat dels collons.

Els protagonistes de l’acte, representants de diferents generacions
Gemma Parellada i Josep Carles Rius,
a la presentació del llibre 'Periodismo en reconstrucción'.
de periodistes catalans, van fer una acurada radiografia de l’estat de la professió, més perduda que mai. Es va escoltar molta autocrítica sobre la responsabilitat del gremi en la falta de credibilitat i, fins i tot, alguns es van atrevir a acusar-nos de còmplices. “Els periodistes quan ens anava bé no dèiem res”, va recordar Carles Capdevila afegint-se a la bronca que prèviament ens havia clavat la Gemma Parellada. Suposo que l’exdirector del diari 'Ara' ho deia perquè la majoria dels qui tenia davant formaven part de la classe patrícia del periodisme. Aquella que ha tingut bons sous i bones feines estables tota la vida, ha sovintejat amistats poderoses i ara gaudeix d’una bona jubilació o d’un bon càrrec.

Si la Gemma Parellada i el Carles Capdevila haguessin girat una mica el cap cap a la seva esquerra s’haurien trobat amb la meva mirada estupefacta de pàries 'free-lance'. Que jo recordi, a mi mai m’ha anat bé com a periodista. Ni abans quan treballava en un diari que amb prou feines s’aguantava dret ni ara quan per arribar a un sou de mileurista haig de treballar tots els dies del mes com a pluriempleada. Igual que els companys del Josep Martí Gómez quan era jove i la feina “era una merda”. Jo no sóc còmplice de res: ni de les decisions errònies de les direccions ni de la propaganda que es fa passar per informació a canvi de subvencions públiques. Jo no he tingut mai padrins polítics i ningú m’ha col·locat a dit enlloc. La meva independència professional m’ha sortit molt cara i les engrunes que he aconseguit arreplegar sempre han estat fruit del meu esforç i la meva perseverança.

El llibre de Josep Carles Rius fa un encertat diagnòstic de la “tempesta perfecta” que està patint la professió periodística. No és només la crisi econòmica i l’impacte de les noves tecnologies, és l’excés de sectarisme i la propaganda d’uns mitjans de comunicació descaradament polititzats, és la falta d’un model de negoci clar i la situació de les redaccions per les salvatges condicions laborals i pel deshumanitzat sistema de producció, tal com va descriure acuradament la Milagros Pérez Oliva. Per al romàntic Rius l’única sortida és “el retorn als orígens”, és a dir, “al periodisme lliure i compromès”. Doncs a mi m’ha anat de meravella fins ara: la notorietat em paga la hipoteca i tinc tots el números de la rifa per acabar a la cuneta.