6 jul 2012

La independencia de los medios

José Sanclemente
El panorama mediático se esta deteriorando aceleradamente. A la situación casi dramática que están viviendo los medios privados, que no ven el final de la caída publicitaria (en torno al 20% en el pasado mes de junio), hay que añadir los preocupantes síntomas del sector público que lleva el camino de politizarse todavía más, si cabe.



Un decretazo del gobierno ha permitido nombrar la cúpula de RTVE a dedo, y la connivencia entre CiU y PP en Cataluña ha supuesto que el CAC (Consell de l'Audiovisual de Catalunya) ya no sea un organismo independiente que tenía por objeto velar por la libertad de información y controlar que se cumplían las normas de los prestadores de servicios de comunicación tanto públicos como privados.


En este último caso los actuales doce consejeros provenientes del periodismo y los medios de comunicación han sido sustituidos por media docena de políticos en la reserva.


No tiene sentido mantener un CAC que nos cuesta cerca de 6 millones de euros si éste es una extensión de los partidos políticos. Mi consejo es que este nuevo CAC se debería cerrar inmediatamente y sus funciones asumidas por una comisión de diputados a los que ya pagamos un sueldo en el Parlamento catalán. Total va a ser lo mismo.


La sensación es que el deterioro económico de los medios en general está llevando a una pérdida de independencia galopante. La subvención a los medios privados por parte de muchos gobiernos autonómicos se ha recortado como lo han hecho los presupuestos generales pero, lejos de desaparecer, se están concentrando en los medios afines a los colores de los gobiernos.


No estoy a favor de la subvención indiscriminada de los medios. De hecho, estoy en contra de cualquier subvención. Sin embargo, en los momentos actuales sería deseable que los políticos concentren sus esfuerzos en ayudas al sector como lo vienen haciendo en Austria, Finlandia o Francia, entre otros países europeos, cuyas ayudas a la difusión de los medios de comunicación son consideradas necesarias para la pluralidad informativa y están bajo riguroso control del Parlamento y con máxima transparencia.


Los medios privados están con las finanzas bajo cero y las redacciones se encogen con las regulaciones de empleo, los periodistas ya no tienen cabida ni siquiera en los organismos independientes de regulación de lo audiovisual. Al parecer lo que prima hoy es la figura del financiero y del político y eso ya sabemos como nos está yendo en la gestión global de la crisis.


Al periodismo no se le puede aplicar la misma receta. No se debería.

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