3 dic 2013

El asesino de Alcàsser, las teles privadas y ‘Primera plana’

Andreu Farràs
Al leer esta mañana que algunas cadenas privadas de televisión han pagado presuntamente a Miguel Ricart, uno de los asesinos de Alcàsser, para entrevistarle en cuanto ha salido de prisión, me he acordado de una escena de la película de periodistas que más me gusta: ‘Primera plana’, dirigida en 1974 por Billy Wilder, que trabajó de reportero antes de convertirse en uno de los mejores guionistas y realizadores de todos los tiempos.
Billy Wilder y Jack Lemmon, en el centro, con otros
actores, durante el rodaje de 'Primera plana'.

Chicago, 1929. Hildy Johnson (Jack Lemmon), redactor estrella del ‘Examiner’, ha decidido dejar el oficio e ir a vivir a Filadelfia con su esposa. Cuando se despide de sus colegas en la sala de prensa del palacio de justicia, le preguntan a qué se dedicará, mientras juegan al póquer y esperan que ahorquen a un panadero admirador de Bakunin que ha matado a un policía negro. Hildy responde:

--Soy Hildebrand Johnson, gerente de Waterfull & Adams, publicidad y relaciones públicas, Filadelfia, Pensilvania.

--¿Relaciones públicas? Esta es una profesión de ineptos.

--Le dijo la zorra a las uvas --replica Johnson.

Mientras brindan con el whisky y la ginebra que ha comprado Johnson y lo mezclan con hielo que la mujer de la limpieza ha sacado del depósito de cadáveres, los periodistas siguen preguntándole al 'desertor' por su futuro sueldo y sus condiciones de trabajo:

-- ¿Tendrás los fines de semana libres?

-- ¡Y la Navidad!

Johnson evitar decirles el salario que cobrará para que no se pongan “verdes” y remata: “Voy a ser la envidia de todos los periodistas, un atajo de pobres diablos con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros que miran por la cerradura y que despiertan a la gente a medianoche para preguntarle qué opina de fulanito y menganito. Que roban a las madres fotos de las hijas que han sido violadas en los parques. ¿Y para qué? Pues para hacer las delicias de un millón de dependientas y amas de casa. Y al día siguiente, su reportaje sirve para envolver un periquito muerto.

-- No te ensañes, Hildy --le ruega un compañero mientras llena la sala de prensa con el humo de su puro.

-- ¿Dónde está tu orgullo e integridad? --le pregunta otro redactor al saber que Johnson trabajará para el tío de su futura mujer.

-- ¿Qué beneficios me ha reportado el periodismo? –se pregunta Johnson--. No quiero acabar como acabaréis vosotros, corrigiendo pruebas, con el pelo blanco sin vista apenas, y mangando pitillos a los demás empleados.

Cuando Johnson se dispone a marcharse, el joven periodista que le sustituirá cubriendo las noticias de sucesos y tribunales para el ‘Chicago Examiner’ le pregunta ilusionado: "¿Algún consejo, señor Johnson?"

-- Uno, no termines nunca una frase con una preposición. Segundo, no te fíes de ningún colega. Y tres, no coincidas nunca en el lavabo con Bensinger.

Roy Bensinger es un periodista remilgado, elegante, culto, aficionado a la poesía y a los jóvenes, que trabaja para el ‘Tribune’, el máximo rival del ‘Examiner’. Es el diario rico, moderado, dialogante, de Chicago.

‘Primera plana’, especialmente recomendable para Ana Rosa Quintana y 'Espejo público', esconde otras lecciones de periodismo --"¿quién diablos llega a leer el segundo párrafo?"-- y muchas más descripciones descarnadas de la vertiente sensacionalista de nuestro querido oficio, pero las dejaremos para otro día. 

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