28 oct 2024

El periodismo también castiga a los mejores

M. Eugenia Ibáñez
Me resulta difícil escribir sobre Ángel Sánchez tras haber leído en este mismo espacio a compañeros que le conocieron, admiraron y amaron. Poco puedo añadir a sus textos, no soy de repetir elogios y por otra parte, Ángel, seguro, me recriminaría dedicar líneas a cosas ya dichas y sabidas.

En lo que sigue, intentaré mantener un cierto distanciamiento del
Ángel Sánchez con sus compañeros de 'El Periódico'
(de izquierda a derecha) Enric Sala, Carmen Umbón,
  Teresa Pérez, Mercè Conesa, María Eugenia Ibáñez,
 Ángeles López y Tere Rubio.
personaje, más que nada por ser fiel a su concepto de lo que debía ser el ejercicio honesto del periodismo, nunca dejarse arrastrar por las vísceras ni sentimientos personales, intentar que las teclas del ordenador sigan el ritmo de los datos y el trabajo que exige una buena documentación. Pero me va ser difícil marcar distancias con una persona junto a la que he hecho toda mi carrera profesional, desde 'Diario Femenino', 'Mundo Diario' y 'El Periódico', y junto a quien, el mismo día del mismo mes y el mismo año, adquirimos la condición de jubilados. Un hombre que me ayudó, que me acompañó a salir del paro y me encontró acomodo en 'El Periódico' y que, en los últimos años de nuestras andanzas profesionales, me dejó llorar en su arrinconado despacho del destierro cuando él, seguro, tenía más motivos que yo para lamentar su situación. Me va a ser difícil, insisto, dejar al margen los sentimientos y centrarme en los rasgos profesionales, pero lo intentaré para explicar cómo trabajó Ángel Sánchez de la Fuente, nacido en Talavera de la Reina en 1946 y fallecido en Barcelona el pasado día 23.

Fue un periodista que utilizó pocos adjetivos en sus textos. Los rechazó por considerarlos un fácil recurso al que acuden quienes carecen de mejores argumentos para informar, para acercar la realidad al lector o describir un personaje. Sustituir esos adjetivos por hechos contrastados fue la misión de su paso por las redacciones donde trabajó. Su archivo personal se formó con miles de recortes de diarios, revistas, notas diversas que clasificaba por orden alfabético o temático. Parte de esa documentación se mantiene, otra fue destruida no hace mucho por deseo propio. Le recuerdo en encuentros con amigos cuando, mediada la conversación, sacaba un pequeño papel y un minúsculo lápiz con el que había anotado apuntes sobre el tema del que con toda seguridad hablaríamos. Era su aportación a la noticia del día, a la actualidad, su archivo portátil. Nunca faltaron unas buenas tijeras en su mesa de trabajo y no es probable que llegara un solo día a su casa sin un manojo de recortes de prensa, revistas con noticias diversas, notas de políticos o personajes diversos destinados a formar parte de su archivo tras recibir la etiqueta adecuada. Sus hijos fueron archiveros ocasionales pagados con doble remuneración, la económica, ajustada a su edad, y la educativa, porque aquellos niños absorbieron con lentitud la historia del país. Y algo les quedará, debía pensar Ángel.

Ese archivo, me atrevo a decir único por su volumen y continuidad, fue la base de dos libros(*) que aún hoy, y a pesar del tiempo transcurrido, deberían estar muy cerca de los redactores de política de este país para cubrir olvidos y errores que se cuelan en internet. Esa peculiar base de datos sirvió también para dar cuerpo a centenares de textos con un estilo periodístico con marca de autor. Los retratos y perfiles de personajes de Ángel Sánchez tenían un estilo personal, diferente, porque conseguían que fueran los retratados los mismos redactores de los textos a través de sus propias declaraciones, rescatadas del pasado en amarillentos recortes de prensa. Y si el relato del propio protagonista quedaba desdibujado, incompleto, Ángel sumaba aportaciones de terceros para cerrar la definición del personaje. Una original variante de estos retratos fue la serie 'Antología de sandeces políticas', 63 piezas publicadas entre 2014 y 2017 en el bloc 'La Lamentable', textos dedicados, como puede deducirse del título, a recordar las muchas necedades cometidas y dichas por los dirigentes de este país, sin distinción ideológica alguna.

Ángel aplicó rigor y meticulosidad en su trabajo y trasladó esa exigencia a su entorno laboral, a sus compañeros en la redacción y a sus superiores. Nunca eludió elogios cuando el resultado del esfuerzo ajeno era el adecuado. Solía utilizar un tono directo en su ejercicio profesional que sirvió a muchos para corregir errores, para mejorar en la profesión, para aprender con humildad de los errores que se pueden cometer en periodismo. Fue fiel a la herramienta básica en su profesión, el uso de la lengua castellana que utilizó con corrección exquisita y respeto total al lector, el primer destinatario de nuestro trabajo.

Ángel Sánchez de la Fuente se jubiló en septiembre del 2006, a los 60 años, 28 de los cuales los dedicó a 'El Periódico'. Los últimos años en este medio los pasó ejerciendo funciones que no correspondían con su experiencia y conocimientos y alejadas de la responsabilidad que mantuvo en anteriores cargos de subdirector y director adjunto. La cara oculta del periodismo también castiga a los mejores.

Descansa en paz, compañero del alma, compañero.


(*) 'Diccionario de los partidos políticos', 1977, Dopesa, y las 600 fichas de 'Quién es quién en la democracia española', Flor del Viento Ediciones, 1995.

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