25 abr 2025

Cómo comprar a un periodista

Manuel López*
Los y las profesionales de la información, del periodismo diario o no diario, suelen ser personas con un alto aprecio de la ética. No importa el sueldo y las condiciones que tengan, en general no se venden. Se suele decir de un buen profesional que nunca se ha vendido ni sometido a presiones.

En las universidades nunca decimos a los estudiantes que existe esa
Matías Prats y Olga Viza, en una imatge d'arxiu.

posibilidad, que en el futuro alguien les pueda seducir para traicionar la ética periodística. Se da por supuesto que el periodista ha de ser honesto y que su rumbo ha de estar basado en la ética y en el respeto a los derechos humanos. Faltaría más.

Pero no nos engañemos, hay vías para comprar periodistas. Alguna empresa, alguna institución, alguna persona o personaje se creen habilitados para comprar profesionales. No les importa la ética ni la profesionalidad. Sólo la defensa de sus intereses. Algunos intentan hacerlo con excusas y mentiras, otros lo hacen abiertamente, sin importarles que algún día se descubra su desfachatez.

Veamos cuáles pueden ser las vías para comprar a un periodista.

Inicialmente, a través de la publicidad. Los medios viven de la publicidad, de las subvenciones --oficiales o no-- y de las ventas. La publicidad se presenta como una de las mejores vías para obligar, o insinuar, a los medios para que generen información que destaque a empresas o personajes. Y al revés, la influencia de la publicidad, y de las empresas que están detrás, se utiliza también para silenciar temas que les perjudiquen.

Una empresa que emita una campaña publicitaria para demostrar que está a favor de la ecología puede verse perjudicada si un periodista demuestra que detrás de la campaña sólo hay humo. O que cite a alguna oenegé que denuncie el llamado “ecopostureo”. Naturalmente, la empresa retirará la publicidad o amenazará con hacerlo.

Si el medio en cuestión tiene dificultades económicas, es muy posible que acepte las presiones de los anunciantes. Esto puede significar, a veces, que el comité de redacción del medio proteste ante la dirección. Pero en España hay pocos medios con comités profesionales combativos.

Una segunda vía para comprar a periodistas o a sus medios, consiste en subvencionar directamente reportajes o hacerlos ellos mismos. Naturalmente, esos medios tienen la obligación de separar la información de la publicidad, pero hay fórmulas para maquetar un reportaje solicitado por una empresa como si fuera información propia del medio.

Se está recurriendo a fórmulas intermedias, como que se publiquen páginas enteras de supuesta información neutral, pero que en la parte superior de la página indica “Especial para xxx”. En algunos medios se aceptan esos encargos a condición de que la tipología no sea la del periódico, pero no siempre se hace. Es más, esas páginas por encargo suelen ofrecer una maquetación artística con fotos bien impresas.

La vía más indigna para comprar a un periodista es el soborno. Se trata de que una empresa pague directamente a un periodista para que informe positivamente para sus intereses o, lo que también es indignante, para que escriba negativamente contra sus rivales. Esta vía suele utilizarse más en política: determinada entidad facilita a un periodista un supuesto dossier contra alguien en el que se cuestiona su honor, su calidad o lo que sea.

Se ha visto recientemente en Catalunya con la operación realizada por algunos medios que recibieron falsos informes contra políticos independentistas. Al entonces alcalde Xavier Trias le endosaron una supuesta cuenta corriente en Suiza con varios millones de euros a su nombre. Era falso, pero a Trias le costó desmontar esa operación.

Otro camino para comprar a un periodista es engañarlo directamente. Se le ofrece una información supuestamente exclusiva con el fin de que la publique. De inmediato, la opinión pública reaccionará cuando detecte de que se trata de un engaño. Y el medio saldrá perjudicado.

Existe una variante de esa vía: que se persuada al periodista para que publique algo que favorezca a la empresa sin que ese algo tenga valor alguno. Por ejemplo, que el medio publique una fotografía en la que se ve a algún empresario aceptando un premio del gremio que se sabe que no vale nada porque el jurado está compuesto por amigotes.
A esto se le llama persuasión. Y esta persuasión puede tener premios menores, como recibir un lote navideño, por ejemplo. O una entrada a la final de la Champions.

Hay periodistas que consideran que cobran poco y se buscan otro trabajo, especialmente en el sector de las relaciones públicas y la publicidad. Por la mañana están en el diario y por la tarde en la oficina de relaciones públicas.

Este tipo de trabajo está terminantemente prohibido por los códigos deontológicos que estipulan que no se puede trabajar en periodismo y, al mismo tiempo, hacer publicidad.

En mi penúltimo libro se señalan a una serie de periodistas que han hecho publicidad. El caso más conocido es el de Matías Prats, implicado en la campaña publicitaria de ING Direct. Pero no estaba solo, le acompañaba la periodista Olga Viza, que ha recibido recientemente un premio a su labor profesional por parte del Col·legi de Periodistes de Catalunya.

Esta distinción generó una protesta por parte de diversos periodistas, entre ellos el anterior decano de la entidad, y de varios vocales. Además, la revista de la entidad, 'Capçalera', no mencionó para nada esa queja, distanciándose de su obligación de informar de todo cuanto suceda en el mundo periodístico de Catalunya y de España.

Hay dos historias sobre periodistas que fueron tentados para venderse.

La primera indica que determinado banco del norte de España invitó a varios informadores a un acto de presentación de la memoria de la entidad. Se les facilitó el transporte: desde Barcelona partió una avioneta exclusiva para ellos. Una vez en el recinto donde se presentó el acto, se entregó a cada periodista un ejemplar de la memoria y dentro encontraron un sobre. El sobre contenía cierta cantidad de dinero. Algunos protestaron y se les dijo que era el pago para sus dietas. Hubo uno que devolvió el dinero. De inmediato le cambiaron el ejemplar de la memoria y dentro se encontró otro sobre. Para sorpresa suya, había el doble de dinero que en la anterior entrega. El profesional devolvió el sobre indignado.

La segunda anécdota es algo más escabrosa. Se invitó a varios periodistas a asistir a un congreso internacional de medicina al que asistían notables científicos. El viaje tenía como destino una famosa isla del Pacífico. Tenía que durar entre 8 a 10 días y se podía viajar con la esposa de cada invitado. Hubo un periodista que le dijo a los organizadores que él no tenía mujer. La respuesta es digna de enmarcar: “No se preocupe, cuando entre en la habitación encontrará una”.

*Profesor jubilado de la UAB y periodista.

23 abr 2025

Que sepamos quiénes son dueños de los medios privados no es tontería

Dardo Gómez
Como en una letanía sin dirección y sin aparente objetivo, gran parte de la ciudadanía y muchos informadores de medios de comunicación en España defienden la existencia necesaria de los medios públicos en una sociedad organizada en la democracia. Por lo mismo unos y otros ponen el acento de sus exigencias informativas en ese sector y consideran fundamental su transparencia y su manejo ético de la información. Es decir, se pide normas regulatorias de la información de esos medios.

Total y justamente exigible creo, pero ¿qué pasa con el resto de la
Rupert Murdoch, en una imagen de archivo.

información que se elabora y se distribuye desde los medios de propiedad privada? Una tendencia bastante extendida, de dudosa inocencia y un exceso de sumisión a la propiedad privada, es la de suponer que como producen con dinero propio eso los hace dueños de esa información sin límites a esa propiedad. Gravísimo error.

Al margen de que la propiedad de cualquier empresa estratégica puede y debe ser controlada, que no es el tema de hoy, esa regulación que es reclamada para los medios públicos es aún más necesaria en los de propiedad privada. Simplemente porque manejan un material tan sensible como la información que, además o sobre todo, no les pertenece porque es pública, es decir propiedad de la ciudadanía.

Siempre conviene recordar que el Código Dentológico Europeo del Periodismo, desde 1993, así lo marca y que, por consecuencia, le asiste a esa ciudadanía el derecho a exigir de los medios calidad en la información. Aunque la ciudadanía, en su mayoría, desconoce que ese derecho le pertenece y los medios más otros poderes tampoco se preocupan que se enteren de ello.

Los reales “dueños” de la información


Punto arriba o abajo casi todos los estudios realizados en el último decenio coinciden en que apenas llegan a seis las corporaciones de la comunicación que tienen en sus manos dos tercios de ese negocio en todo el planeta. Estas empresas, todas ellas con sede en Estados Unidos, son propietarias de unos 1.500 periódicos, 1.100 revistas, 2.400 editoriales, 9.000 emisoras de radio y 1.500 cadenas de televisión. “Ellos son los que deciden qué tenemos que ver en la televisión, cuál es la agenda y qué tema es más noticia que el resto”, según señala Jesús González Pazos en su libro 'Medios de comunicación'. Este capacidad de decidir por nosotros es uno de los principales efectos de la concentración de medios, una tendencia que ha crecido de forma exponencial ya que hace unos cuarenta años ese poder mediático se hallaba distribuido en cincuenta empresas.

Un ejemplo de la capacidad de esos grandes grupos es la actual NewsCorp del magnate Rupert Murdoch, cuyo negocio abarca desde Australia ('Herald Sun', 'The Australian') hasta Estados Unidos (Fox News, 'The Wall Street Journal', 'New York Post' y otros) y el Reino Unido (BSkyB, 'The Sun', 'The Times').

Similar capacidad comunicacional tienen desde Europa los grandes grupos multimedia como el germano Bertelsmann, la británica BBC, los franceses Vivendi y Lagardère, el italiano MediaSet o el español Prisa.

Visto así, parece una distribución de medios entre países o continentes y en principio lo fue, pero las condicionantes financieras han determinado que la propiedad de todos los grupos y medios esté sostenida por participaciones y/o fusiones mundiales en las que han entrado todo tipo de fondos de inversión. Estos fondos invierten sobre todo en corporaciones como las inmobiliarias, financieras, armamentistas, agrarias y/o energéticas; es decir, las empresas estratégicas que, entre otros entretenimientos, digitan la política en muchos países. Un poder que se ha disparatado aún más con el tsunami pseudoinformativo de las grandes plataformas en línea; la mayoría de ellas en manos de la ultraderecha.

La obsesión de esos fondos por invertir en el negocio ruinoso de los medios no tiene otro interés que generar desinformación y la construcción de realidades sociales que deriven la atención de la opinión pública hacia el entretenimiento, que es parte importante del negocio real. Pero sobre todo es una suerte de cerrada niebla informativa que aleja a la curiosidad ciudadana de la razón de la cosa pública.

Es sorprendente cómo a pesar de todo este andamiaje multinacional de propiedades cruzadas e intereses insondables que parecen dominarlo todo gran parte de la ciudadanía ha sabido ver y oír a quienes se han dedicado desde hace algunos años a desbaratarles el falso relato de su libertad de prensa. También puede ser que de tanto mentirnos a los mismos durante tanto tiempo se nos haya caído la venda de los ojos y resulte que ya no somos tan incautos. Por lo menos, esto es lo que están diciendo los análisis.

Y, sin embargo, se mueve...


Durante mucho tiempo la mayoría de la ciudadanía no se preocupó de quiénes eran los dueños de los medios que supuestamente los informaban; más aún, confiaba ellos. Cuando esa confianza fue mermando (ahí están los datos) se implantaron el “todos mienten” o el “dicen según quien les paga” acompañados de resignación ante el engaño. Sin embargo, las cosas han ido cambiando en parte de la ciudadanía a medida que los dueños de los medios profundizaban en su contumacia desinformativa.

El Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación, que ha de estar en vigor total a mediados de este año, no es una frívola improvisación como pretenden los falsarios de siempre. Uno de los temas clave de este documento que podría modificar para bien nuestro sistema mediático es precisamente cómo se debe ejercer la propiedad de los medios con fundamentos de sólida razón.

La transparencia en la propiedad de los medios de comunicación fue objeto en 2022 de una consulta pública por parte de quienes elaboraban el proyecto del documento y sus resultados son aleccionadores. El 81% de los encuestados consideró que la mejora de la transparencia en la propiedad de los medios de comunicación sería la acción más valorada; el 94% consideró importante tener acceso a información sobre quién posee o controla las empresas de medios de comunicación; el 81% afirmó que estos datos eran escasos o nada disponibles y el 80% se mostró a favor de que las empresas de medios en Europa debían revelar sus estructuras propietarias y que sus beneficios reales deberían ser públicos así como sus orígenes.

El nuevo reglamento ha puesto el acento en estos aspectos que exigen una cuidada aplicación de las nuevas normas para no entrar en colisión con las seguridades para la vida privada y la protección de datos personales de esas empresas y sus accionistas. Esto está obligando a alguna flexibilidad en su aplicación que, para mi gusto, debería tener muy en cuenta que en España padecemos de una libérrima y supuestamente proteccionista “libertad de empresa” que ha sido aprovechada por muchos medios y casi todas las administraciones para comprar favores y/o beneficiar a los medios amigos y, en algunos casos, crearlos con dinero público.

Todo esto es posible gracias a la falta de transparencia en el manejo de la publicidad institucional, de la contratación de servicios e incluso de las ayudas o subvenciones a los medios por razones antojadizas cuyo única función es la de pagar favores.

No en vano el nuevo reglamento lleva apareado a esa transparencia en la propiedad la regulación de la publicidad institucional; que no solo sirve para favorecer a los “amiguetes” sino también para castigar a los medios díscolos que pretenden ser críticos con el administrador de esos dineros.

Una forma vulgar y rastrera de ejercer la represión sobre los periodistas, la censura de la prensa y el poder controlador sobre el derecho a la información de la ciudadanía. Esto, al mismo tiempo, contribuye a la consolidación de los emporios locales o regionales, al impedir por hambre la promoción de medios independientes.

La controvertida ley ucraniana tiene mala prensa


En 2023 la mayoría de las agencias y los medios occidentales hablaron temerosos de una “controvertida” ley de prensa instaurada en Ucrania e inspirada por su presidente Volodimir Zelenski. No es una norma perfecta y tiene variadas goteras por donde puede colarse la censura, pero las críticas que hemos leído en España se centraban en los poderes del Consejo Nacional de Radio Televisión de ese país para bloquear el acceso a publicaciones en línea sin necesidad de juicio previo si se observaban praxis de desinformación como las que sufrimos en España.

Nada se dijo, sin embargo, cuando hace unos meses la administración reguladora francesa silenció por su cuenta y riesgo y por mera decisión administrativa a una emisora de Canal+ de claro sesgo ultraderechista y ya sancionada más de una vez por la misma autoridad.

Es cierto que el Sindicato Independiente de Periodistas Ucranianos se manifestó en contra de la ley, aunque basándose en que no habían sido consultados sus miembros. Mientras que la UE, aunque fue crítica en algunos aspectos, destacó que la ley garantizaba la independencia del regulador de los medios de comunicación. “Acogemos con satisfacción este avance", señaló.

Por su parte, la responsable de proyectos de Reporteros sin Fronteras (RSF) en Ucrania, una organización que no es dudosa de su defensa de la libertad de prensa, Marianna Perebenesiuk, consideró la medida de forma positiva: "Nuestra apreciación es globalmente muy positiva, porque esta reforma se esperaba desde hace años y la venimos reclamando. Avanza hacia la armonización de la legislación ucraniana con la europea".

A pesar de la división de opiniones internas, muchos medios de comunicación han aplicado con diligencia las nuevas medidas de la administración ucraniana. Galyna Petrenko, directora de Detector Media, una oenegé que se dedica a contrarrestar tanto la desinformación rusa como la falta de pluralidad de la administración de Zelenski señaló: “Queremos registrarnos para dar una especie de ejemplo a nuestros colegas y a otros medios de comunicación en línea de Ucrania, y no vemos ningún problema en ello”. Petrenko se refiere al registro de medios, similar al que debe adoptar España por imperio del nuevo reglamento, y que está levantando algún sarpullido en algunos medios y profesionalistas de la información de nuestro entorno.

Está claro que no se puede regular la información sin saber a ciencia cierto el número y la tipología de las empresas que de facto y sin permiso alguno se han autoproclamados intérpretes de los hechos y deciden de manera inconsulta de qué hechos y en qué forma debemos los ciudadanos ser informados.

Para qué hay que saber quiénes son


En su artículo sexto el Reglamento Europeo sobre la Libertad de los Medios de Comunicación establece que se deben armonizar las normas de transparencia sobre la propiedad de los medios de comunicación en todos los países. No es tontería, ya que si todos los europeos sabemos quiénes se benefician con los producidos de los medios, puede que podamos interpretar por qué publican lo que publican y por qué silencian lo que otros publican. Esto nos permitirá establecer sobre bases sólidas a qué medios podemos dispensar nuestra confianza y, al mismo tiempo, analizar con alguna conciencia sus posibles manipulaciones o qué intereses políticos o financieros pueden estar influyendo en temas vitales para el desarrollo de cada una de nuestras sociedades.

A nadie puede confundir si un medio declarado de confesión religiosa se manifiesta o hace oposición a derechos como el de abortar y nadie puede sentirse engañado por sus intenciones. Entendemos que tiene derecho a manifestar su opinión en contra y la ciudadanía a saber la razón de su posicionamiento; aunque sin mentir en sus aportes.

Serían las reglas de un sistema comunicacional transparente que hoy no existe porque no sabemos si en el accionariado de un medio que defiende la necesidad de una autopista o la urbanización de determinada zona no hay un fondo oculto que aspira a hacerse con ese negocio.

Con todo, estas medidas de transparencia serían insuficientes si seguimos permitiendo que fondos de inversión de nula transparencia o empresas estratégicas integren los accionariados de las empresas propietarias de medios de comunicación para influir sobre los ciudadanos en beneficio de sus intereses.

El reglamento no llega a abarcar toda la transversalidad social del derecho de la ciudadanía a la información; sin duda, nos queda terreno por labrar.

Artículo publicado en la revista 'El Observador'.

17 abr 2025

Vargas Llosa, una mort incòmoda

Joan Barrera
El director de VilaWeb, Vicent Partal, ha escrit un comentari lúcid sobre la mort de l’escriptor peruà Mario Vargas Llosa. Lúcid no tant pel rigor i la precisió a l'hora de valorar l’aportació de l’autor en llengua espanyola al món de la literatura sinó perquè mostra, segurament sense adonar-se, la incomoditat de fer una anàlisi acurada sobre un gran escriptor però que arrossega el ‘pecat’ de bel·ligerància contra l’independentisme. La columna té un títol premonitori: ‘Vargas Llosa, aquest reaccionari que escrivia bé’.

L’article, que converteix l’anècdota en categoria i deixa de banda el
més substancial (l’obra de l’autor), reflecteix els prejudicis i l’aprensió que sorgeix entre aquells que sent fidels i conseqüents amb una determinada idea no admeten cap matís ni discrepància que pugui trastocar la visió particular que s’han fet del món i de la cultura. De persones així entre nosaltres n’hi ha un quants i per això en el magma que conformen els opinadors i mitjans independentistes dilluns passat va ser un dia complicat. Era indefugible donar la notícia de la mort, explicar qui era i quina és l’aportació de Vargas Llosa a la literatura universal, fer esment dels seus vincles amb Barcelona però amb contenció i posar èmfasi en el ‘pecat original’ no fos que algú, afectat pel mal del dogmatisme i qui sap si inculte, aixequi el dit acusador titllant la ressenya de massa benèvola i de traïdoria. Les dues edicions dels Telenotícies de TV-3 són un bon exemple.

Partal, en la seva columna d’opinió, interessant i detallada, reflecteix bé aquesta disjuntiva. Cap esment a la seva obra literària més enllà de reconèixer la vàlua com escriptor, si no la tingués ja no li dedicaria el comentari, i èmfasi en els posicionaments polítics fins arribar a l’assumpte capital: com pot ser, diu, que "un home que de jove adora el Tirant i el popularitza per tot el món de vell esdevé un obsés contra el català, supremacista espanyol com cap altre, violent i irascible contra la llengua de Joanot Martorell". Aquesta, sense matisos, és la causa de la condemna per la qual ja té la resposta: "L’art no necessàriament ens fa més bones persones".

No vaig entendre a finals dels 70 i inici dels 80 del segle passat la posició, alimentada per sectors influents de l’esquerra política, en contra de que es concedís a Josep Pla el Premi d’Honor de les Lletres catalanes. Mai el va rebre. S’adduïa per oposar-se la col·laboració de l’escriptor empordanès amb el franquisme durant la guerra civil, quan el guardó justament s’atorga i és un reconeixement a l’obra literària escrita en llengua catalana, en aquell moment durant els anys foscos de la dictadura.

I ara, anys més tard, tinc la mateixa sensació quan llegeixo i escolto que la desqualificació i el menyspreu a una determinada trajectòria literària i cultural es fonamenta en idees preconcebudes que res tenen a veure amb la llibertat de creació artística, la influència en la societat i més específicament a Catalunya amb una divisió arbitrària que cataloga els escriptors en funció de la llengua com si Manuel Vázquez Montalbán, Rosa Regàs, José Agustín Goytisolo, Eduardo Mendoza i Javier Cercas no siguin dignes d’entrar a l’olimp de la cultura catalana.

Mantinc l’esperança de que finalment hi hagi una reconsideració i de que sigui possible dissociar l’obra d’un autor –en definitiva, és el que perdura—d’actituds i posicionaments personals, tant destacats entre un sector del gremi periodístic català arran de la mort de l’escriptor peruà.

Partal, tot i la reacció inicial contra Vargas Llosa, em referma en aquesta confiança quan descriu en la seva columna la manera com sent jove va descobrir i el va impactar l’obra de Jorge Luis Borges, plorant d’emoció després d’haver llegit 'Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto', en uns moments en que l’escriptor argentí aplaudia en públic la misèria i el reduccionisme extrem de les dictadures.

Ben mirat sembla com si en el moment d’escriure el comentari el director de VilaWeb hagués recordat la llegenda que encapçala la seva publicació: "No faces de la teua ignorància un argument". Una idea que s’haurien d’aplicar molts d’altres.

10 abr 2025

Putin y el terrorismo de Estado

Carmen Umbón
'Rusia contra el mundo' es un libro contundente difícil de clasificar. La prueba más clara del profundo alcance de este trabajo queda contabilizada sobre todo al final, cuando tras un preámbulo, nueve capítulos y un epílogo, siguen cinco páginas con nombres y referencias de las personas entrevistadas, 20 de notas que documentan el contenido de la obra y tres más de agradecimiento a quienes de una forma u otra facilitaron a Marc Marginedas su trabajo para conseguir que el libro llegara a buen puerto.

Resultado de cinco años de esfuerzo, me atrevo a afirmar que al libro
no le falta ni le sobra nada fundamental para entender cómo es Putin, la Rusia de Putin y el mundo de Putin.

Pero además, nos permite imaginar con escalofríos cómo podría llegar a ser el nuestro si esa curiosa amistad entre el presidente ruso y el histriónico Donald Trump se consolidara en algún proyecto diabólico. Sería terrible para el mundo en general y para Europa en particular. Porque a todas luces, en esta fase, el presidente norteamericano necesita estar bien avenido con el dirigente ruso para darle la batalla a China, pero también Europa es uno de sus principales objetivos y ni Washington ni Moscú tienen intención de facilitar las cosas en el viejo continente.

A lo largo de sus páginas, el libro recorre con minuciosidad la historia de Putin desde los atentados de Moscú y Riazán en 1999 —su escalón para llegar al poder— hasta hoy, culminando sus desmanes con la desgraciada guerra contra Ucrania. Mientras nadie con autoridad, capacidad y fuerza ha podido enfrentarse a él dentro de Rusia, desde fuera una parte importante del mundo observa sus desmanes con indiferencia o incluso con respeto.

Lamentablemente, a los poderosos de Occidente el modelo capitalista de Yeltsin, primero,  y de Putin, después, les pareció más aceptable y menos peligroso que la antigua Unión Soviética y, desde luego, mucho más adecuado para sus intereses que las reformas iniciadas por Mijail Gorbachov, que hubieran permitido una Rusia democrática de verdad con posibilidades, llegado el caso, de formar con el resto de Europa un poderoso frente común.

El mundo contempló con indiferencia cómo se destruían las expectativas democráticas y de progreso promovidas por Gorbachov, y hubo cálculos políticos expresos aunque no explícitos para dejarlo caer sin prestarle ayuda, ya que en realidad temían más la rivalidad de un estado democrático fuerte y poderoso. Porque hay que tener en cuenta que incluso sin contar con los estados desgajados de la URSS, Rusia ya era y sigue siendo el país más grande del mundo.

Las relaciones con la prensa española


En cualquier caso, el poder de Putin se ha consolidado en este tiempo utilizando a nivel de Estado todo tipo de violencias imaginables desde la amenaza y la extorsión hasta el asesinato, convirtiendo a Rusia, como Marginedas sugiere en su epílogo, en un estado terrorista. Los métodos utilizados han sido muchos, todos aplicados con una implacable lógica de destrucción. Desde inocentes sobornos a amenazas y presiones que en muchos casos acaban con asesinatos y atentados. Eso dentro del territorio. Pero no son precisamente desdeñables las acciones desarrolladas fuera de sus límites geopolíticos. Se llevan a cabo tropelías de todo tipo tendentes a desestabilizar en beneficio propio zonas sensibles e inestables, sobre todo Oriente Próximo y Medio, sin desdeñar cualquier otro rincón.

Mención especial merecen las páginas en las que se analizan las tortuosas relaciones de la prensa española y las autoridades de nuestro país en Moscú, que no siempre han estado a la altura necesaria para garantizar la protección que los y las periodistas necesitan para desarrollar su trabajo. También se señalan las interferencias rusas en algún medio de comunicación español cuya función habría sido intoxicar desde una perspectiva aparentemente crítica con el régimen ruso. Este es el caso de Pablo Iglesias, exlíder de Podemos y director de Canal Red, y de Inma Afinogenova, ex propagandista rusa en el canal gubernamental Rusia Today (RT) en español, y contratada por Iglesias poco después de que comenzara la guerra de Ucrania.

Estado mafioso


Yo creía conocer relativamente bien en lo que se ha convertido la nueva Rusia, pero me ha sorprendido el capítulo de los accidentes de tráfico. No tenía ni idea. En él se presenta descarnadamente la impunidad con la actúan quienes se sienten por encima de la ley, y la peligrosidad añadida que eso representa para el común de los mortales. Da la sensación de que todos los viejos vicios soviéticos, no solo a la hora de conducir, se han conservado y acrecentado, desde modestas estafas urbanísticas al desarrollo de un estado mafioso que utiliza métodos terroristas para imponer su control.

En fin, que el libro es denso, bien escrito y no tiene desperdicio. Y es de lectura obligada para quienes se sienten concernidos por aquel enorme multiestado que tuvo en jaque a Occidente durante décadas, aunque a la hora de la verdad, pese a haberse repartido Polonia con Alemania (pacto Molotov-Ribentrop, 23 de agosto de 1939), acabó uniéndose a los aliados y contribuyó decisivamente a la derrota del nazi-fascismo en la Segunda Guerra Mundial. La Unión Soviética fue el país con más víctimas mortales durante esa guerra: 26,6 millones de personas, de las cuales 8,8 millones eran soldados y 17,7 millones eran civiles. Y si es bien cierto que en aquella contienda la URSS hizo la mayor contribución en vidas humanas, también lo es que ni como rusos ni como soviéticos a sus autoridades nunca les ha temblado el pulso a la hora de exponer a sus militares o a sus civiles a riesgos bélicos y políticos. Y para avalar esta afirmación basta un ejemplo: en lo que va de guerra en Ucrania, aunque los números de víctimas mortales son muy variables, las cifras de muertos rusos que se barajan son más elevadas que las del país invadido.

Y para terminar, una cita con un poco de humor que aligere la tremenda tensión del contenido. David Satter, periodista estadounidense y ex corresponsal en Moscú del 'Financial Times' durante los años 70 y 80, “que acumuló durante décadas un impresionante archivo sobre el país” (y cito al propio Marginedas), escribió un libro cuyo título es absolutamente definitorio de la época y los acontecimientos que ambos han tenido ocasión de vivir en momentos diferentes: “Cuanto menos sabes mejor duermes”.

2 abr 2025

Sánchez contra les universitats privades: qui guanyarà?

Manuel López
Els països moderns intenten formar les futures generacions amb uns alts nivells de qualitat. ¿Com formar a les futures elits? ¿Qui se n’ha d’encarregar?

El president Pedro Sánchez diu que, ara mateix, a Espanya, hi ha

Pedro Sánchez imparteix una classe 
a la Universitat Autònoma de Madrid, el 2015. (Arxiu)
una sèrie de universitats que no compleixen els mínims indicis de qualitat. I les ha qualificat de “chiringuitos”. Contra això, el govern de Madrid ha decidit impulsar una sèrie de mesures per garantir que els centres privats tinguin el mínim nivell exigible per impartir l’ensenyament superior universitari. 

Però, ¿son tan poc de fiar les universitats privades?

La veritat és que tenen algunes avantatges sobre les públiques. Per exemple, son més adaptables als canvis tecnològics. Els seus programes d’estudi es poden renovar amb més facilitat... i tenen el suport de moltes empreses. També tenen més extens el nivell d’utilització d’altres llengües i podrien tenir menys alumnes per classe, depenent, és clar, dels centres i de les inversions fetes per les empreses que tenen darrera.

Perquè darrera dels centres universitaris privats, on no hi és l’Estat, podem trobar des de esglésies i fundacions culturals fins a fons d’inversió. També empreses que fan donacions que, finalment, poden tenir bonificacions a l’hora de presentar els balanços a hisenda, sempre que hi hagi fundacions empresarials darrera.

Les privades també poden gaudir d’una excel·lent promoció social perquè acaben d’arribar, els seus campus son nous i sonen a “modernes”, contra la “decrepitud” de les públiques.

Però les privades també tenen notes negatives, i moltes. En principi, no són gratuïtes. És veritat que ofereixen beques, però son selectives. Recordem aquí les pel·lícules i sèries americanes on les famílies comencen a estalviar quan els nens i nenes son petits per quan vagin a la universitat.

Matricular-se en una privada pot significar haver de pagar entre 9.000 i 15.000 euros a l’any. A part, les despeses lògiques de transports, menjar i allotjament. Això significa que les famílies han de gastar-se entre 45.000 i 100.000 euros en quatre anys en l’educació dels fills. ¿Qui pot tenir accés a aquests nivells de despesa?

Això converteix a les universitat privades en centres elitistes. Encara no ha arribat el moment en que l’Estat hagi de pagar part de la docència universitària, com si es fa a primària i secundària, on els pares poden portar als fills a un centre concertat. Però aquesta és una possibilitat que pot arribar si la dreta arriba al poder.

¿Qui ens garanteix que el PP no distribuirà el pressupost de l’educació superior entre els centres públics i els privats? Si li preguntéssim a Isabel Díaz Ayuso ja sabríem la resposta.

Les privades presumeixen de que tenen més accés a les pràctiques empresarials, però això està per demostrar. ¿quina empresa oferirà un contracte de pràctiques a un estudiant procedent de la privada on el centre on ha estudiat no té els mínims rigors acadèmics?

Però potser moltes empreses el que volen és això: estudiants de pràctiques de nivell mig però amb un caràcter i esperit dòcil. En canvi, de les universitats públiques surten milers d’estudiants amb fort caràcter, un nivell d’autoexigència fenomenal i acceptant ben poc les dinàmiques empresarials piramidals, jerarquitzades i, per això, sense futur.

Les privades presumeixen, també, de disposar de moderns laboratoris. Es clar que quan una universitat comença de bell nou, tot és modern, net i polit. Cal esperar que passin uns anys per veure si tenen capacitat per mantenir un nivell d’investigació de nivell.

Les privades no ofereixen tants estudis com les públiques. Fins i tot, algunes semblen “acadèmies de pis”, de quan érem petits i ens tocava estudiar on fos.

Les privades poden tenir milers d’estudiants, sí. Però molts d'ells han estat rebutjats per la pública pel seu baix nivell. A les proves de selectivitat s’hi sumen les notes del currículum i les de l’examen. Si l’estudiant ha cursat el batxillerat en un centre privat, es ben segur que ha estat beneficiat, obtenint notes més altes. Als centres privats del batxillerat es paga molt més que als públics. ¿Com s’ha de suspendre a qui ha estat pagant una forta matrícula durant anys?

En definitiva, a les universitats privades, i “xiringuitos” universitaris no s’entra per les notes que obtingui l’estudiant. Ningú li negarà la matriculació mentre pagui.

A tall d’anècdota, un catedràtic d’una universitat privada, lligada a l’església, em va comentar fa anys que alguns estudiants exigien notes més altes als examens adduint que per això pagaven matrícules tan altes. “Son uns pijos”, em va dir el company.

Ara, com dèiem abans, l’Estat vol regular la creació i existència de les universitats privades. Se lis exigirà tenir un mínim d’estudiants --400-500--; tindran el Parlament com a garant del seu nivell, és a dir, no serà el Govern qui decideixi. I les privades hauran d’oferir 10 títols oficials de grau, 6 màsters i 3 programes d’investigació.

A més, el 5% del seu pressupost ha de ser per investigació.

Finalment cal indicar que la mesura proposada pel Govern arriba tard. A Espanya hi ha 50 universitats públiques i 46 de privades. Des de 1998 no s’ha creat cap de pública.

Però el colofó d’aquest debat és que a les universitats públiques el professorat entra per oposició, mentre que a les privades es pot contractar al primer que arribi.

1 abr 2025

TV-3, l’art de mirar-se el melic

Joan Barrera
Si l’entrada en funcionament del 2CAT, el nou canal de RTVE que emetrà íntegrament en català, ajuda a dessacralitzar TV-3, fer que toqui de peus a terra, esperona als seus professionals massa acomodats a l’empara de la lletania de som sempre els primers, incentiva una gestió més eficient dels recursos públics, serveix per renovar i arriscar en la promoció de nous formats televisius, acosta l’oferta en llengua catalana a una franja de població que se sent exclosa per anys i anys de desídia, augmenta les possibilitats de treball a empreses i productors audiovisuals, renova l’estoc de cares i
permet descobrir nous talents periodístics i televisius, ofereix una imatge més diversa de Catalunya apropant-nos des de la proximitat a realitats territorials ara ignorades, agilita els procediments d’adaptació a les demandes dels nous públics televisius i, en definitiva, actua com un potent i útil servei públic benvingut sigui el canal que s’anuncia per la tardor.

Pot semblar que aquests desitjos siguin una carta als Reis i no ho amago. En tot cas, no m’allunyo massa dels principis ni de les intencions que van inspirar l’arrancada de TV-3, ara fa més de 40 anys. No hi ha res de nou, senzillament uns criteris que van servir en aquell moment, l’Onze de Setembre del 1983, dia de la primera emissió encara en proves, per què la cadena obri’s una escletxa en el monopoli de TVE, tingués el suport de la gran majoria de la població i demostrés que si hi ha voluntat, talent, ganes d’innovar i disposició dels poders públics de deixar en mans dels professionals allò que saben fer es pot aconseguir l’èxit i superar les traves que alguns com José María Calviño, aleshores director general de la cadena pública espanyola, posaven amb l’esperança que TV-3 fos només una cadena antropològica, dedicada a emetre sardanes i castellers, i fracassés.

Fetes aquestes consideracions, que hi hagi un canal íntegrament en llengua catalana, amb cobertura a tot el territori de Catalunya i amb múscul econòmic, experiència i mitjans humans i tecnològics per assegurar-ne el desenvolupament posa fi a una anomalia en l’espai mediàtic català, fomenta el pluralisme i ara només cal saber quina és la proposta dels nous responsables de la cadena.

A la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisual (CCMA), òrgan gestor de TV-3 i Catalunya Ràdio, l’anunci del nou canal, que parteix d’una decisió política, l’agafa amb el pas canviat, després de que hagi hagut de retardar per problemes tècnics la remodelació dels informatius prevista per la primavera i amb uns directius a la televisió i a la ràdio afeblits i qüestionats després de l’informe de la Sindicatura de Comptes que posa en dubte la seva tria pel que fa a la transparència en el nomenament i a la ponderació de mèrits per assumir el càrrec, que troba inadequats que se sobrepassin els límits de sou d’alts càrrecs d’acord amb els criteris fixats per la Generalitat, que censura el mecanisme de cobrament de complements retributius per objectius comercials, que retreu a la corporació que hagi donat llum verda a un conveni laboral que avala un número d’hores de treball per sota del que estableix la normativa i a més que no disposi de la relació de llocs de treball ni hagi redactat l’esquema nacional de seguretat.

Fa uns dies, el Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC), l’organisme que fiscalitza els continguts dels mitjans públics catalans, feia una advertència curiosa. Demanava explicacions a TV-3 del perquè en la informació del Sant Jordi de l’any passat havia dedicat el 22% del temps a promocionar autors de la pròpia cadena en detriment d’altres. La dada, si no fos perquè és certa i està ben argumentada, podria servir com a metàfora de l’art de mirar-se el melic.