Andreu Farràs
Para quienes ya lo saben todo sobre este oficio y no necesitan recibir lecciones de nadie –respetable actitud bastante extendida entre algunos colegas— este texto es absolutamente prescindible; deberían dejarlo de leer aquí mismo. Solo puede resultar útil e interesante para quienes creen que aún les queda bastante que aprender y perfeccionar del ejercicio de la profesión, el lenguaje periodístico (nuestra principal herramienta) y la actitud frente a la realidad, ya sean veteranos o noveles.
Miguel Ángel Bastenier, uno de los mejores periodistas con los que he trabajado, utiliza Twitter para expresar sus opiniones sobre política internacional –su especialidad— y sobre periodismo. En los menos de 140 caracteres que permite el pájaro azul, Bastenier gusta de ofrecer sus asertos tanto sobre Crimea y Sudamérica como sobre algunos ‘palabros’ que inventan algunos trabajadores de medios de comunicación con poco bagaje cultural o de las pretensiones “mesiánicas” de algunos periodistas con vocación de político o futbolista.
Miguel Ángel Bastenier. |
Es tan intensa la producción tuitera de 'Baste' –así le llaman en medio mundo- que he seleccionado solo unas pocas de las muchas aseveraciones u opiniones que ha vertido en la red y únicamente las referidas a nuestro oficio y su principal herramienta: la lengua. No he respetado el orden cronológico y he dividido los ‘silbidos’ en dos grandes bloques: aforismos sobre el ejercicio profesional y los estilos periodísticos, y consideraciones sobre el lenguaje periodístico y la lengua española. He agrupado algunos tuits cuando desarrollaban la opinión sobre un mismo asunto y he completado algunas abreviaciones.
La profesión periodística
El periodista que libra batallas (explícitas) para la redención del género humano, mejor que se dedique a Profeta o Mesías que a periodista.
Una sección de Cultura es para auscultar la sociedad y no para publicar lo que los interesados digan para su propio provecho. Las secciones de cultura de gran parte de la Prensa en español se nutren de lo que los interesados (no el público) quieren que se publique.
El periodista sale con su cestita para llenarla de informaciones novedosas, y una masa de listos se afana por llenársela con lo que a ella le interesa.
Error periodístico común es ir a favor del entrevistado como agradeciendo que nos reciba. Ni creemos, ni queremos; informamos con distancia. El objetivo no es, sin embargo, que el entrevistado quede mal, sino que deba esforzarse al contestar. Una entrevista es una investigación.
El periodista no se dedica a dar por sentado cosas sino a asentarlas con datos y corroboraciones.
El Bien Común es producto de una ideología o doctrina. Al periodista le basta, y ya es mucho, con ser honrado: no preferir a priori nada.
Hablar de periodismo y verdad, sacando pecho, es medio infantil. Debemos tratar de entender y contar una verdad siempre aproximada y ya vale.
El tiempo dedicado a redes sociales se resta del que se podría dedicar a la lectura de periódicos, no solo impresos, sino digitales también.
La fusión entre periodismo digital e impreso es un estado del alma. 'We are no longer only print or digital; we have to straddle both'.
Sin ser periodista profesional no se puede dar clases de periodismo, porque para hacerlo hay que haber estado en las entrañas de la bestia.
Un análisis de prensa no es lo que uno opina y menos aún lo que prefiere, sino lo que sabe y ayuda a entender los porqués de la historia.
El llamado periodismo literario no suele ser ni lo primero ni lo segundo. El periodismo está ligado a la información. Fuera de eso no existe.El profesional no se fija como objetivo hacer 'periodismo literario'; hace periodismo y este puede ser literario. Se encuentra, no se busca. 'Periodismo literario' no es una categoría profesional reconocible. Pero eso no obsta para que pueda haber literatura en el buen periodismo. Si hacemos información, luego periodismo, puede haber literatura en ello; pero si hacemos literatura, no hacemos periodismo.
Yo distingo en Prensa entre interpretar y opinar. Interpretar es explicar el por qué de los hechos; y opinar, aprobar o refutar. Total, que opinar en un reportaje puede ser una tontería en el peor de los casos y algo innecesario en el mejor. Contemos, no pontifiquemos. Y si el periodista aporta pruebas de lo que opina, ya no hace falta que sostenga nada. Porque ya lo hacen elocuentemente esas pruebas.
Pensar que la opinión en un diario solo debe aparecer en el editorial es muy ingenuo. Basta con que sea explícita, que no esté disfrazada.
Tuve un maestro de periodistas, inglés, que decía que los diarios se hacen con tres cosas: tribunales, (pausa), tribunales y tribunales.
Publicar la verdad de las cosas puede ser gravemente perjudicial para inocentes. Al periodista toca decidir cuál es el mal menor y obrar.
'Buscar la verdad' es una expresión que usan comúnmente los periodistas. Pero yo me conformaría con entender razonablemente lo que pasó.
Consecuencia inevitable de un periodismo pequeño e infantiloide: tomar partido sin dejar que sea la investigación profesional la que lo haga.
Los cuatro jinetes del apocalipsis del mal periodismo. ‘Declaracionitis’, oficialismo, hiperpolitización y desconocimiento del mundo exterior.
En la lucha contra la crisis, la Prensa anglosajona opta por lo que en España llamaríamos Sociedad y el 'New York Times' publica textos cada vez más largos. La pugna en la prensa anglosajona es por publicar 'agenda propia' y cada vez menos historias directamente políticas. A ver si aprendemos.
La existencia de la Prensa, impresa o digital, no garantiza que haya democracia, pero su ausencia sí garantiza que no la hay.
Lo primero, escribir bien; lo segundo, trabajar con agenda propia; lo tercero, adoptar un enfoque del que fluya la historia; y por último no preferir nada. El periodista debe decidir antes que nada qué quiere contar. Eso es, a partir de qué instante, lugar y persona se desarrolla la historia.
El periodista no le dice al lector qué debe pensar, sino que le facilita los instrumentos de conocimiento para que lo haga. (Si hay suerte).
El periodista que actúa con profesionalidad se atiene a la ética más estricta. Y no confundir profesionalidad con técnica periodística.
En países en desarrollo el periodista puede derivar en pedagogo, guía moral, gurú de ocasión. Es comprensible pero malo para la profesión. El periodismo no debe ser un tribunal de recompensas y sanciones, sino, foro de conocimiento para que el lector sea quien premie o castigue.
Oír desde muy niño a mi padre hablar tres idiomas distintos, con idéntica naturalidad, me dio la idea de que el mundo era complejo.
Lenguaje y estilo periodístico
Solo se es 'proclive' a algo negativo. No se es proclive a hacer el bien, sino a todo lo contrario.
Los países no tienen tamaño como si fueran cajas, sino extensión o superficie. Tampoco canjean terrenos, como labradores, sino territorios.
Uno mismo desaparece, pero no 'desaparece' a nadie. Hace desaparecer.
'Cantidad' no es la mejor elección posible para decir 'número de muertos'. Suena mejor para cosa: cantidad de dinero; cantidad de espacio.
'Actual', 'actualmente', términos que el periodista puede ahorrarse porque lo que cuenta es actual, y cuando no lo es, así se hace constar.
A los militares no se les remueve, que se marean, ni se les cesa, porque son ellos los que cesan; solo se les destituye.
En algunas publicaciones, incluso universitarias, se lee ‘valor’ donde debería decir ‘precio’, porque “solo el necio confunde valor y precio”.
Un 'palabro' que se abre paso a machetazos contra la Academia: femenil. ¿Qué tiene de malo 'femenina'?
Cuando no se tiene poder efectivo para impedir algo, es mejor decir que 'nos oponemos' a que lo 'rechazamos'.
Oído en una televisión española: 'reaperturar'. El reaperturador que lo reaperture buen reaperturador será.
Nada negativo ocurre 'gracias a' o 'como fruto de', salvo si se escribe con ironía. Ocurre como 'consecuencia` o 'a causa de'.
El sinónimo es utopía. Nada significa exactamente lo mismo que sus variantes. Decir, contestar, replicar, expresar, asegurar; nada es igual.
Carisma es uno de los términos menos justificados en un diario. ¿Quién tiene carisma? ¿Quién, ungido por los dioses? Para mí solo De Gaulle.
Y para concluir, una simpática ‘boutade’: “Las tres grandes contribuciones de España al mundo son América Latina, el Quijote y la paella. Más un accésit para el pan con tomate (Cat.)”.