26 ene 2023

Que no sigan explotando a los falsos becarios

Dardo Gómez
Hace un año que la Unión Europea mostró su primera preocupación seria por la situación de los estudiantes que realizan prácticas laborales y por los llamados “becarios” que realizan esas mismas prácticas. El Parlamento Europeo trató este tema en uno de sus plenos y aprobó por 580 votos a favor, 57 en contra y 55 abstenciones una resolución en la que considera que “la no remuneración de los períodos de prácticas como una forma de explotación de trabajadores jóvenes y una violación de sus derechos”.

Es decir que, por pasiva, ha dado un duro varapalo al Estado
español
, a sus universidades en general y a todos los empresarios de nuestro país que a lo largo de años han fomentado y se han aprovechado de la explotación a esos jóvenes y han violado algunos de sus derechos fundamentales.

Algunos podríamos recordar que los sindicatos de periodistas ya a principios de la década de 1990 reclamaban contra esta forma instituida de explotación que, por entonces, se daba de manera muy especial en el sector de la comunicación. Recuerdo que en un evento que se celebró para tratar este tema las ganancias mal habidas por las empresas de medios eran millonarias. Hoy es una explotación extendida a todos los sectores, y dada la inquietud manifestada por el CE, parece que a toda Europa. No hay datos de cómo ha seguido esta estafa en nuestro país. De hecho --no me pregunten por qué--, carecemos de una base de datos que permita establecer el monto de lo que están defraudando las empresas al fisco y a la Seguridad Social y cuántos han sido los defraudados a lo largo del tiempo, pero un cálculo tentativo de la central sindical Comisiones Obreras habla de 500.000 al año. Por su parte, según datos oficiales de la Inspección de Trabajo, desde 2020 su trabajo ha permitido aflorar más de 3.000 empleos desempeñados por “falsos becarios”.

Ante este panorama y por fin, la ministra Yolanda Díaz lleva meses empeñada en conseguir una ley de Estatuto del Becario que dé respuesta a lo que reclama la Comisión Europea para todos los estados miembros: elaborar una estructura jurídica común y que ésta ampare una remuneración justa para los periodos de prácticas y aprendizaje y que se respete el principio de que todo trabajo debe ser pagado.

Los eurodiputados exigen a la Comisión y a los Estados miembros que actualicen sus condiciones laborales, su régimen legislativo y que elaboren una premisa laboral que “desarrolle un sistema laboral y económico justo durante el tiempo de formación” de los futuros profesionales.

Prácticas introductorias a la frustración


El proyecto que se está tratando de sacar adelante desde el Ministerio de Trabajo español, saltando sobre las trabas que están poniendo CEOE y universidades, parece perseguir esos mismos objetivos y sería interesante que abarcara otro aspecto que los legisladores europeos han destacado en sus debates: la salud mental de los jóvenes.

Dragos Pislaru, presidente de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales y eurodiputado de Renew Europe, destaca que la incapacidad de orientar a estos jóvenes hacia un empleo por un sendero de reconocimiento de sus capacidades y que no permita la vulneración de algunos de sus derechos como personas incide de manera muy negativa en su formación ciudadana, pero también en su desarrollo personal.

Todos los especialistas coinciden en que esa etapa de nuestra vida somos especialmente sensibles a las frustraciones que producen las injusticias así como a los engaños y las extorsiones, miserias que la mayoría de los becarios viven o han vivido a diario durante sus estadías en las empresas.

Uno de esos fraudes es la promesa oficial de que se tratan de “prácticas formativas”. He tenido el dudoso privilegio de tener que escuchar cómo decenas de estudiantes de periodismo confesaban no haber aprendido nada en esas prácticas, porque nadie en las empresas se había interesado en darles ninguna formación. Todo se había limitado a sacar esas tareas mecánicas que se desprecian en las redacciones o, en el mejor de los casos, se habían echado meses en una sola sección sin práctica alguna en otras labores del medio.

Ya sé que hay ejemplos que pueden contradecir esta apreciación y que existen “tutores” que sin haber sido liberados de sus tareas han sacrificado tiempo para atender a becarios, pero no se trata de rescatar voluntades aisladas sino de establecer normas y protocolos de estricto cumplimiento que eviten por sistema los abusos. Así como el pago de las horas extraordinarias o las vacaciones no son una cesión graciosa de la empresa, si esta firma un convenio de formación con una facultad no lo puede convertir en un recurso bastardo para ahorrarse salarios sin ser sancionado por fraude.

Los becarios acumulan en las redes y en distintos blogs los ejemplos del desprecio que suelen sufrir en muchas redacciones, las bromas de mal gusto y la prepotencia de la concebida respuesta cuando reclaman por o no aceptan algo que consideran fuera de lugar: "no hace falta que vuelvas mañana..." Sin contar el machismo que ha vulnerado la dignidad de muchas estudiantes en esos espacios laborales.

El desprecio ha llevado al responsable de “relaciones humanas” de algún medio público a excluir a los “becarios” del vale de comedor porque no eran trabajadores. Hay que tener mala uva.

Todos estos maltratos, sí, maltratos, casi nunca son considerados por algún responsable de las universidades ya que ellas, en su inmensa mayoría y sobre todo las privadas, siempre han procurado no enfrentarse a las empresas. Se puede recordar cuando ofrecían las prácticas como banderín de enganche de sus ofertas de enseñanza y cómo impusieron en sus programas que estas prácticas serían obligatorias para obtener la licenciatura correspondiente. Aunque el mango de la sartén no la tienen ya las universidades sino las empresas, algún centro de estudio que se ha negado a enviar estudiantes en los meses de verano --que es cuando más apetecen a las empresas-- fue borrado de entre los proveedores de becarios y reemplazadas por las que se estaban dando bofetadas para ganar ese espacio para su carnaza.

La cantidad de anécdotas sobre las infamias y la perversión en las prácticas laborales podría agotar al lector pero, en esencia, se circunscribe al ejercicio de una explotación pura y dura de la cual los comités de empresa se han opuesto en raras oportunidades; aunque también es cierto que la ley les niega la posibilidad de representar a toda persona ajena a las plantillas. Así tienen a los colaboradores disfrazados de falsos autónomos y siempre excluidos de los convenios de sector y de empresas. Es en los medios públicos donde mejor se han defendido los derechos de los becarios, derechos que gran parte de ellos desconocen y cuyo conocimiento no se han preocupado de transmitirles.

Empresas y universidades de la mano


Volviendo al problema de la salud mental de los jóvenes, los eurodiputados que han sacado adelante la resolución mencionada sobre los becarios hablan de una problemática de urgencia, que habrá de determinar el futuro de la salud laboral de los jóvenes en formación. Ellos dicen que se trata de "una decisión fundamental para el destino económico y político de un país, ya que se trata de formar a jóvenes para el futuro con una base digna y justa, que no viole los derechos fundamentales de los trabajadores, empoderando de esta forma su posición en el sistema".

La periodista Alejandra de la Fuente señala en su libro 'La España precaria' --título que no necesita de mayores explicaciones-- dice sobre este tipo de prácticas que no son negativas en sí y cree que son necesarias para introducir al estudiante en el mundo laboral con garantías pero también coincide en que son dañinas "si se utilizan en fraude pueden serlo para el becario, porque va a estar ocupando un puesto estructural en la empresa y eso le va a afectar a él económica, anímica y mentalmente" y que también afectarán a la estabilidad del mercado de trabajo, es decir al resto de los trabajadores. Como dice De la Fuente, "son puestos que salen a precio de saldo, a 300 euros al mes", ya que nadie en ninguna empresa puede asegurar que esos “becarios” no lo hayan sido ocupando puestos estructurales y por lo mismo distorsionando el mercado a favor de los bajos salarios que quieren imponer los empresarios menos responsables.

El proyecto del Ministerio de Trabajo señala que se trata de llevar a cabo “una regulación sistemática y ordenada de todas las prácticas no laborales que se realicen en las empresas en la que se establezca un catálogo de derechos para las personas beneficiarias, se garantice adecuadamente su finalidad formativa, su debida tutorización y su desarrollo".

Sin embargo, la sanción de este proyecto --que en su formulación es impecable y que tiene mucho que ver con la dignidad de las personas-- no consigue adelantar cuál será su fecha aproximada de sanción. Simplemente porque dos protagonistas esenciales de la explotación ejercida no están de acuerdo con los términos del proyecto. Por supuesto, ya se imaginan ustedes quienes son: patronal y universidades.

A quienes durante decenios explotaron y facilitaron, respectivamente, la explotación de nuestros jóvenes, ahora se les ha puesto la piel muy fina y exigen hacer aportes que no les preocuparon hasta ahora. ¡Vaya canallas!

Artículo publicado originalmente en la revista 'El Observador', de Málaga.

11 ene 2023

El vell i el nou periodisme, segons Ramon Besa



Jordi Basté va entrevistar dimarts passat Ramon Besa, redactor en cap d''El País', a 'El món a Rac-1' arran d'un article que va escriure explicant per què deixava de donar classes de periodisme. La conversa es va ampliar amb els tertulians del dia, alguns dels quals son periodistes.

Sense nostàlgies idealitzades, Besa exposa els extraordinaris canvis
crítics que hi ha hagut en el periodisme imprès i els aspectes que li preocupen. "Ara mateix no sabem qui mana en molts diaris. Hi ha pocs editors: Godó, Moll i no gaires més. Molts diaris estan en mans de fons d'inversió, ara de Telefònica, ara del Santander, no sabem qui mana".

Altres destacats de la conversa, que comença al minut 58' 20'', son el següents:

"Avui en día ens costa molt gestionar la informació".

"Fins ara, només opinaves quan estaves molt infomat. Ara ens saltem la informació. Amb la xarxes socials anem directament a l'opinió".

"Els periodistes hem perdut credibilitat".

"Els editors estan invertint més en tecnología que en periodistes".

"El que més em preocupa es que els mitjans de comunicació s'han obsessionat en convertir els lectors en clients que comprin la informació".

"Els periodistes ara no tenim temps de buscar notícies".

"Si només intentem complaure el client estem buscan un lector a mida. S'està perdent el sentit comú i el periodisme com a sistema de buscar notícies que hi ha persones que no volen que es coneixin".

"Els joves periodistes estan interessats en uns models de periodisme o canals de comunicacio molt diferents als que teniem nosaltres. Tenen altres referents".

"Els llibres d'estil han caducat. No es donen importància a les faltes d'ortografia. Abans hi havia editors que et feien reescriure un article si no s'entenia".

"Hi ha una certa infantilització de que tot és guai i naïf. Em sorpren molt. Trobar notícies costa, no ens venen donades, hem de buscar-les".

4 ene 2023

De ‘joves promeses’ a ‘velles glòries’ passant per les 'estrelles’ d’avui

Francesc Ràfols
Just abans de les festes de Nadal, la setmana va ser pròdiga en actes vinculats a la informació, amb més relació entre ells del que semblaria a primera vista. Dilluns 19 de desembre, a la Facultat de Ciències de la Comunicació de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el departament de Periodisme va organitzar una jornada que consistia que exalumnes del centre explicaven a estudiants de primer i tercer curs les seves experiències professionals i les dificultats que havien trobat i com les havien superat. L’endemà, el dimarts 20, a l’espai Calàbria 66, a Barcelona, es retia un homenatge al periodista recentment traspassat Pep Cabayol qui, a través de l’associació Solidaritat i Comunicació (SICOM) havia desenvolupat projectes alertant sobre les principals amenaces a la humanitat, donant veu a persones i col·lectius que normalment no tenen lloc als mitjans de comunicació. Finalment, el dimecres 21, el
Júlia Albacar, Andreu Prunera i Pep Barreda recullen
el premi Barnils (Raquel Pérez – Grup Barnils)
Grup de Periodistes Ramon Barnils (GPRB), en un acte ja tradicional cada any, celebrava al Born la seva gala anual per entregar els premis Ramon Barnils de periodisme. A tots ells vaig assistir-hi en nom i representació del Sindicat de Periodistes de Catalunya / Sindicat de Professionals de la Comunicació (SPC), com a president.

Algú pot pensar que han de veure aquests tres actes entre sí. Que en tots ells es parlava de periodisme i de les condicions necessàries per poder donar bona informació. A l’acte de la UAB vaig escoltar amb atenció com tres joves professionals, l’Enric Botella, el Sergi Unanue i la Mireia Camacho, detallaven els projectes personals en els quals estan immersos i com un bon aprofitament de les xarxes socials i de les noves tecnologies pot servir per fer periodisme més enllà dels mitjans tradicionals. En la darrera de les meses, Lluís Muñoz, Helena Villar, Lucía Pérez i Àlex Bustos parlaven de la seva experiència com a corresponsals a l’estranger o haver-se’n d’anar a treballar a fora. No els faré un resum de les intervencions d’uns i altres perquè ni és el lloc ni es tracta de fer un text massa llarg. El que més interessava als i les alumnes saber era com i per què d’algunes decisions i consells sobre com començar. Algú va preguntar si s’havia d’acceptar fer col·laboracions gratuïtes, cosa que els ponents van respondre que no, que només per a un mateix, però no per a altri. En la meva intervenció final vaig demanar que si es trobaven que algú els proposava treballar sense pagar el que havien de fer és denunciar-ho al sindicat. I que el sindicat també té espai per a aquells periodistes que treballen a partir de projectes personals –de fet, entre la nostra afiliació hi ha persones que treballen així– perquè a l’SPC defensem tothom que es dediqui al periodisme atenent qualsevol necessitat a problema que pugui tenir.

Periodista i activista


En Pep Cabayol va morir el 8 d’agost passat a l’edat de 70 anys, ple d’activitat i embolicat en projectes de tota mena. A Ràdio 4 i també a través de l’oenegè que presidia, Solidaritat i Comunicació (SICOM), va tractar aquelles qüestions que més estan fent patir a àmplies capes de la societat, amb més intensitat des de fa uns anys: el dret a l’habitatge, les retallades en sanitat, l’escalfament climàtic, les migracions… i que tal com s’estan gestionant des dels poders, mostrar com estan afectant greument la salut de les persones i els seus drets essencials, especialment les de les classes menys afavorides. SICOM, amb la col·laboració de tota mena de plataformes, marees i col·lectius que treballen en aquests àmbits van preparar aquest homenatge on van glossar la figura del Pep i el seu activisme en favor d’aquestes causes.

Probablement, algú pensarà que si era activista no podia ser bon periodista. Probablement, alguns dels que pensin això siguin al seu torn ferms activistes de causes molt innobles que no han sortit de l’armari, però que se’ls veu el llautó. L’activisme periodístic del Pep ha consistit en donar veu a molta gent que no en tenia, que expliqués els seus problemes personals i com això era resultat de dinàmiques socials que calia transformar. L’estima que li van mostrar el centenar de persones que hi van assistir –segons la crònica de Catalunya Plural, un mitjà en el qual publicava darrerament els seus articles, especialment sobre canvi climàtic– és fidel reflex d’aquesta situació. El periodisme és un ofici de compromís amb la societat en el qual els i les professionals que s’hi dediquen tenen el deure de garantir el dret de la ciutadania a rebre una informació de qualitat, elaborada amb rigor, contrastada. I això en Cabayol ho feia.

En Pep no creia en allò de donar les dues versions en qüestions com l’escalfament climàtic on la realitat científica de la situació ha de permetre silenciar els negacionistes. Afirmava que no es podia dir que uns deien que plovia i uns altres que no, que el que ha de fer un bon periodista és treure el cap per la finestra i dir si plou o no. I el Pep sempre va treure el cap per la finestra. Amb el sindicat vam col·laborar diverses vegades, la darrera amb motiu d’una jornada que vam organitzar sobre la qualitat de la informació que es dona sobre una qüestió tan important com l’alimentació i els interessos que hi ha al darrere.

Les petites històries que fan gran el periodisme


En la vuitena edició dels premis de periodisme del Grup Barnils, l’entitat va concedir dos guardons, un en la categoria d’àmbit local i comarcal i l’altre en la categoria de mitjans d’àmbit nacional. El primer va ser per als periodistes Júlia Albacar, Andreu Prunera i David Barreda pel documental La llibreta del doctor Gras, El segon per a la periodista Núria Orriols per haver destapat el cas de llicències per edat al Parlament, publicat al gener de l’any passat al diari 'Ara'. Tots dos són treballs periodísticament rellevants, però m’interessa referir-me al de l’àmbit local, probablement perquè una part de la meva carrera professional ha sigut en mitjans d’aquesta naturalesa. Els tres autors van destacar en les seves intervencions les condicions amb les quals sovint treballen els periodistes als territoris allunyats de les grans ciutats.

Dificultats laborals, com que sigui tan difícil fer contractes de treball a persones que informen des de llocs o que informen en llocs lluny de Barcelona. O que no se’ls pagui un salari equivalent al que cobren companys i companyes en altres llocs. La qüestió de les jornades excessives ja sembla una qüestió més universal, o almenys de la part de l’univers més pròxima. Una prova que les grans històries no són un reducte de grans mitjans radicats a grans ciutats, sinó que arreu n’hi ha que són de gran importància per a un considerable nombre de persones. Ara que d’aquí a pocs mesos hi ha eleccions municipals seria un bon moment perquè els qui aspiren a governar viles i ciutats s’adonin de la importància que arreu hi ha que la ciutadania rebi una bona informació.

Albacar, Prunera, Barreda també han tingut dificultats per accedir a la informació. Cert que el documental que els ha merescut el premi rebut és ambiciós, i obtenir dades i testimonis no era fàcil, però qui hauria de col·laborar –que no ajudar, que també– no ho fa de manera adequada. D’aquests problemes també en parla Núria Orriols, que al Parlament no li van posar precisament les catifes vermelles perquè investigués l’afer ni la Cambra va ser tot el transparent que la llei l’obliga a l’hora de facilitar informació que l’implica, com les xifres dels funcionaris pròxims a la jubilació que cobraven el sou sense fotre res.

Valgui tot plegat per veure que el periodisme és viu perquè cada dia hi ha companys i companyes que s’esforcen, treballen i malden perquè així sigui. Malgrat algunes veus apocalíptiques –que certament tenen raó en la majoria dels seus advertiments i crítiques– hi ha moltes persones que treballen(m) perquè el pugui fer el periodisme més digne possible. Però això ningú ho aconseguirà sol. M’he fet ressò de tres fets, tres en les quals l’SPC va participar a tot, com ha de ser, però el 2023 hauria de ser un any d’unitat d’acció de tot el periodisme organitzat per intentar garantir millor a la ciutadania el seu dret humà essencial que és el dret a la informació.