27 ene 2013

El libro blanco de los periódicos

José Sanclemente
El libro blanco de la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) del 2013 recoge los datos hasta el 2011 de la evolución negativa de los periódicos españoles. El no poder contar, todavía, con los de un 2012 "horríbilis" no invalida un pequeño análisis sobre la difusión de la prensa escrita que tiene una tendencia a la baja preocupante.

La crisis de los diarios impresos españoles es muy superior a la de los europeos. Este sería un primer titular. En los últimos 10 años, ya digo que sin contar el 2012, en Europa hay 43 periódicos menos, mientras que en España han desaparecido 20 cabeceras.

El lector medio de diarios españoles ha envejecido cuatro años. Su edad es ahora de 45 años, mientras que en el 2001 era de 41.

Los lectores de 14 a 35 años han descendido un 10%. Los jóvenes abandonan la lectura de los diarios impresos.

Desde el 2001 han desaparecido 700.000 compradores de diarios y, sin embargo, según la Encuesta General de Medios (EGM) hay 800.000 lectores más que en esa fecha. La gente no compra pero parece que lee, aunque la tendencia de los dos últimos años va a la baja en la lectura. Con esos datos resulta que, ahora, cada ejemplar comprado tiene casi cuatro lectores, mientras hace 10 años eran tres.

En España solo compran diarios 76 de cada 1.000 habitantes, mientras que la media europea es de 160 por cada 1.000 habitantes y hace dos décadas nuestro ratio estaba en 102 por cada 1.000. Hasta Grecia nos supera en el ratio, pues 87 de cada 1.000 ciudadanos griegos compran un diario.

Esta nueva edición del libro blanco de los diarios españoles parece un poco más negra que la del año pasado y, desgraciadamente no tanto como la próxima que verá la luz en el 2014.

El hasta hace pocos días presidente de la AEDE, Conrado Carnal titula su artículo en el libro blanco 'Reinventarse desde el papel' y sostiene que el papel sigue siendo necesario para efectuar el tránsito hacia la rentabilidad del digital: "Con diarios de papel todo es posible; sin ellos nada es viable", escribe.

Hay que darse prisa, porque lo impreso está menguando aceleradamente y lo digital en las empresas de la AEDE no acaba de rentabilizarse. En cambio algunas ediciones nativas digitales con otras estructuras y contenidos están empezando a sacar la cabeza y a interesar cada vez a más lectores.


22 ene 2013

Sobre las filtraciones de los políticos a la prensa

Julia Sousa
Las filtraciones han existido siempre en prensa, la misma palabra en sí ya denota que es una información no pública, no multidireccional, no con acceso gratis y no con cariz espontáneo. ¿Quién filtra a quién y por qué?. Toni Aira ha publicado este domingo un artículo de opinión en 'El Periódico de Catalunya', donde habla de cómo se filtran o mejor dicho, de cómo averiguan los políticos de Convergència los supuestos filtradores a la prensa. El artículo ha tenido un gran éxito en las redes sociales, por lo cual le felicito, pero me gustaría matizar muchas cosas.

Las filtraciones se han hecho y se hacen de muchas maneras y no sólo enviando documentos, con más o menos “trampas” para después averiguar quién lo ha enviado. Porque todos sabemos que hay dos tipos de filtraciones, las que están consensuadas con la cúpula del partido político que sea o bien, las anónimas. Cuando son anónimas, se procura tomar el máximo de medidas y precauciones para que solo el periodista destinatario sepa el origen de la misiva. Así las cosas, si la filtración está bien hecha, solo el periodista conoce y conocerá el sujeto emisor de la misma. Si la filtración es consensuada, es posible que puedan cometerse algunos errores de forma, pero en este caso, nada importaría con relación a la cúpula del partido del que se habla.

En segundo lugar, Toni Aira dice que los periódicos están repletos de noticias que son filtraciones. ¿Y? Precisamente los medios periodísticos que no reciben dichas filtraciones se sienten abocados al ostracismo y siempre en un segundo plano. Es lógico que cualquier medio y periodista que se precie desee tener una filtración, porque sencillamente es una exclusiva y ¿a quién no le gusta publicar una exclusiva? Otra cosa es por qué te envían esta exclusiva, qué hay detrás, qué pueden pedirte a cambio, qué favores pueden llegar más tarde. Por eso, es necesario que en este tipo de mercadeo de noticias se tenga siempre la mente fría, para poder mesurar, pero en ningún caso creo que el periodista sea un simple mentor del sujeto que filtra. ¿Cuántas veces una filtración ha tenido consecuencias nefastas para el sujeto emisor? Muchas. Por tanto, siempre es un riesgo para ambas partes. El que filtra puede salir salpicado y el periodista, puede que sea traicionado con una mentira. Es un trabajo de alto riesgo periodístico, pero no nació ayer ni acabará mañana.

21 ene 2013

Colaboradora wins

Alba Muñoz
Después de siete meses intentando clarificar cómo los periodistas 'freelance' podemos ser precarios de forma legal y no deficitaria, y que la Seguridad Social no nos persiga (como hace también con los vendedores ambulantes) por no estar dados de alta en el régimen de autónomos (dado que pagar más de 250 euros mensuales haría que nuestras migajas laborales no tuvieran ni siquiera sentido alguno, pues en muchas ocasiones no llegamos a esos ingresos cada mes), he obtenido una respuesta.

Antes de desvelarla, quiero aclarar dos cosas:

1.- Los periodistas que estamos fuera de la industria, golpeados por la crisis económica y de sentido de nuestra profesión, y que sobrevivimos como “colaboradores”, somos triplemente vapuleados. ¿Por qué? Porque nuestros clientes (grandes grupos de comunicación que han rebajado lo que pagan por artículo hasta cifras vergonzosas, pero que se nutren de forma regular del trabajo miles de colaboradores) exigen factura, exigen legalidad cuando ellos ni siquiera nos contratan después de años de servicio fiel.

Como amantes maniatados, nuestra existencia les beneficia muchísimo: salimos baratos (no pagan por nosotros), siguen siendo nuestros jefes (nos mandan) y además ellos ponen el precio, y “como las lentejas”. Como nuestros clientes son estas grandes empresas que, claro está, presentan sus cifras a la Administración como los deberes intachables, nosotros NO PODEMOS BENEFICIARNOS DE LA ECONOMÍA SUMERGIDA.

2.- Llevo siete meses llamando a la Administración, haciendo consultas formales por internet, yendo a sedes de Hacienda y de la Seguridad Social para que me aclarasen un agujero legal que podía suponer la salvación de esas migajas laborales: según lo que se desprende de la documentación presentada por bufete de abogados Denver, presente en la
sesión sobre fiscalidad para freelances que el Colegio de Periodistas de Catalunya organizó hace unos meses, si no se llega de media al salario mínimo interprofesional anual solo tienes que darte de alta en el IAE (Impuesto de Actividades Económicas, y siempre en el caso de que las colaboraciones sean tu único sustento y no tengas contratos laborales), y por lo tanto seguir pagando el 21% del IRPF en tus facturas. Pero NO es necesario darse de alta en autónomos (cosa que, por otra parte, no estaría mal, pues algunas llevamos muchos años sin cotizar a costa de la explotación empresarial). Es absolutamente increíble la opacidad, el desprecio y el tratamiento paternalista que los funcionarios que me han desatendido han llevado a cabo durante todo este tiempo. Sí, estoy informada. Sí, me conozco la ley.

Es asqueroso. Es violencia brutal contra personas explotadas y estafadas por el sistema que, encima, tratan de hacer su lamentable vida laboral lo más legal posible, asumiendo que nunca tendrán una jubilación.

Llegué a la conclusión, por las evasivas constantes de estos profesionales, de que lo que les pedía era como apelar que el cuerpo de policía (Seguridad Social) reconociera que no perseguiría crímenes menores y con escasa claridad en la ley. “Nosotros no podemos decirte eso”, aunque sabían, eso pensaba, que su persecución era altamente improbable. Y aunque de ello dependiera el hilo de esperanza de millones de periodistas y profesionales liberales en la mierda como yo. Tenía miedo a que, dándome de alta en el IAE, la Seguridad Social me multara por no ser autónoma y ello provocara mi exilio inmediato.

Pero insistí. Quería que algún intendente de la Seguridad Social me dijera que sí, que había ese vacío legal, que podía andar tranquila. Y hoy lo he conseguido. Una funcionaria estupenda, celestial, me ha escuchado y me ha confirmado esta información. Le he dado las gracias, emocionada, y ha reconocido que “no les gusta hablar de esto” (porque la legalidad no está clara y muchos funcionarios eligen barrer para casa por si acaso), que los autónomos llevan mucho tiempo luchando para que el concepto de “habitualidad” en el estatuto se modifique, pero que, hasta ahora, la definición de lo que es un trabajador autónomo en la legislación española es la misma, a este respecto, que la de 1970.

[Es importante que si --felizmente-- esperas cobrar más del salario mínimo interprofesional en un mes determinado intentes distribuir tus facturas en otros meses menos productivos para que no te aviste el faro de la muerte]

Aunque seguramente me quede poco tiempo aquí, estoy contenta por haber ganado esta batalla informativa al cíclope burocrático esclavizador que el Estado español sigue alimentando para que muerda los tobillos al mundo actual.



19 ene 2013

Telemadrid como ejemplo

José Sanclemente
Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, ha concedido una entrevista a la Cadena SER en la que, entre otras cosas, ha sido preguntado por el ERE de Telemadrid que dejará a cientos de profesionales en la calle. Pepa Bueno, la periodista que le entrevistaba, no se esperaba que la respuesta del presidente fuera de esta guisa: "Hacemos lo mismo que hacen ustedes. ¿O no han hecho en su grupo varios ERE? El mercado de los medios ha visto cómo han descendido los ingresos de publicidad y todos nos vemos obligados a reducir nuestros costes. Es lo mismo que les pasa a ustedes y a otros grupos de comunicación privados".

Está claro que al presidente madrileño le van los métodos del sector privado. No hay duda de que los emula y los supera. Ahí tenemos su decidida apuesta por privatizar los hospitales públicos y por dejar en manos de empresas audiovisuales privadas la televisión pública de la Comunidad de Madrid, una vez quede bajo mínimos.

Sin embargo son los matices los que hacen que las cosas sean algo diferentes. Parece que se puede privatizar lo público siempre y cuando los servicios caigan en manos amigas. Lo del consejero de Sanidad Güemes sería un ejemplo, lo que puede venir con la nueva Telemadrid es para seguirlo de cerca y con mucha prevención.

Es así porque, para algunos políticos, lo público ya era manejado como privado y privativo de su voluntad. Lo público no siempre se ha tratado con los criterios de un bien que es de todos. Cuando se maneja el dinero de todos se ha de ser más transparente y prudente que cuando una empresa se juega el dinero de sus accionistas.

Están intentando hacernos perder el norte de las cosas. Ya no hablo de los valores elementales, ni siquiera de las formas con que se despachan los políticos, que atraviesan la frontera del cargo público al privado para aportar sus influencias y métodos al conjunto de la sociedad y de la economía. Están construyendo la nueva imagen en la que lo público será de unos pocos, lo mismo que lo privado estaba reservado a una minoría.

Volviendo al caso de Telemadrid, ya no se habla del servicio que una televisión pública debe prestar a una comunidad de ciudadanos frente a las televisiones comerciales privadas. Ya no es necesario mantener la defensa del bien común, ni siquiera resulta imprescindible, para los nuevos políticos, los principios grandilocuentes que informaron la creación de la televisión pública madrileña en al año 1989.

Más aún, el presidente de la Comunidad no parece interesado en hablar de los conceptos de información libre e imparcial, de periodismo sin sometimiento a los partidos políticos o al partido político. De nada de eso ha hablado, porque, sencillamente, todo eso se ha ido destilando día tras día por la cloaca de los informativos de una cadena sometida a un control desmedido e interesado.

Decía también Ignacio González, como excusa para los centenares de despidos, que la ley le impedía tener déficit presupuestario, como si el servicio público de televisión hubiera sido rentable algún día, más allá de los réditos electorales que le pueda haber dado a él y a los suyos.

Ahí estamos con los medios públicos desmantelándose y vendiéndose para alcanzar los grandes objetivos de los privados: la rentabilidad, pero en este caso ¿para quién o para quienes?

3 ene 2013

2013: ¿La esperanza para el periodismo?

José Sanclemente

Parecería que en el año de la desesperanza, este 2012 en el que se ha concentrado un cambio de Gobierno español que ha practicado la legislación más dura y abundante contra los intereses de los ciudadanos; este 2012 en el que los derechos sociales conseguidos en educación y sanidad han sido recortados; en el que el desempleo y los desahucios de las viviendas están en sus cuotas históricas más altas, en el que la corrupción política y económica ha erosionado la confianza en instituciones y políticos; en el que ni siquiera los todopoderosos bancos han estado a la altura y han engañado a ahorradores e impositores, y los ciudadanos, además, han de salvarlos de la ruina con mayor carga de impuestos. Parecería, digo, que con todo ello, el periodismo debía haber triunfado en este 2012 que ha acabado.

Si el periodismo tenía en su esencia dar voz a los más débiles, si entre sus fundamentos estaba el control al poder, el compromiso con los ciudadanos para informar libremente, sin ataduras, censuras, ni sometimiento a los poderosos... El 2012 debería haber sido su gran año y, sin embargo, también ha sido el de su desesperanza y hundimiento.

Y no solo porque miles de profesionales hayan perdido su puesto de trabajo y porque hayan cerrado diarios, cadenas de radio, o hayan desaparecido canales de televisión y otros estén a punto de hacerlo en el 2013 que comienza, no solo por eso, pero también por eso.

El periodismo está en tela de juicio por parte del ciudadano: ha perdido credibilidad. Pocos son los que creen que muchas de las informaciones que reciben están exentas de influencias interesadas o simplemente subvencionadas por el poder político o económico. En este mundo en el que todo vale, en el que todo se ha puesto patas arriba, en el que la dignidad es una heroicidad porque la subsistencia, para muchos, también lo está siendo, es cuando más necesario se hace que el periodismo vuelva a sus raíces.

Una vez que las empresas periodísticas acaben con sus redacciones y que los periodistas que queden en los medios de comunicación no tengan recursos ni para contrastar las fuentes y una vez acaben todos temerosos de ser los siguientes en ser despedidos y se contagien de la autocensura. Una vez pase eso, si llega a pasar, se habrá acabado el periodismo.

O quizá no, quizá el 2013 puede ser el año de la esperanza. El año en que muchos de los proyectos que se inician o se han iniciado en los estertores del 2012 acaben cuajando entre los ciudadanos. Los periodistas habrán aprendido de su propia y dura crisis. Iniciarán con modestia, pero con firmeza y compromiso social, un nuevo y difícil camino en el que buscar la verdad o las verdades sea un objetivo irrenunciable pese a quien pese y pase lo que pase, porque está pasando mucho y nada bueno, y hay que contarlo.

Ojalá el 2013 sea el año de la esperanza para el periodismo. Lo necesitamos. Es mi deseo.