El quadern dels periodistes apocalíptics, integrats, optimistes i/o solidaris

EL QUADERN DELS PERIODISTES APOCALÍPTICS, INTEGRATS, OPTIMISTES I/O SOLIDARIS

31 mar 2013

¿Periodismo o negocio?

José Sanclemente
Las palabras "modelo de negocio" son las más utilizadas en los últimos años entre las empresas periodísticas: ¿Cuál es el modelo de negocio para la página web de mi diario? ¿Cual es el modelo de negocio que tendrá en un futuro la maltrecha prensa escrita? ¿Cual es el modelo de negocio para la información que rueda por los tablets y smartphones? ¿Cual debe ser el modelo de negocio de la televisión pública?...

El modelo de negocio se referencia casi exclusivamente a resolver la cuestión de dónde se consiguen los ingresos.

Cuando la doble financiación de la prensa escrita --la de los anunciantes y la de los lectores-- va menguando progresivamente y la publicidad on line crece, pero aprende a discriminar a quién le otorga las mejores tarifas, quizá el modelo de negocio no debe empezar primero por los ingresos.

Hace dos semanas asistí al Congreso de Periodismo Digital de Huesca. Dos cosas me llamaron la atención: no ver a ninguna de las grandes empresas periodísticas exponer su modelo de negocio digital, y que los nuevos y humildes proyectos empiezan por construir sólidamente una variada oferta basada en información de calidad y de interés para sus lectores, sin pensar a priori en el modelo de negocio.

¿Están más locos los diarios que quieren empezar a cobrar por contenidos que antes habían ofrecido gratuitamente o, por el contrario, son los infolibre, eldiario.es, Agoranews, La Marea, Materia, Cuarto Poder... los que van sin rumbo conocido?

La mayoría de proyectos que allí se presentaron tienen un modelo de negocio bien definido: primero periodismo, segundo creatividad e imaginación para diferenciarse, tercero no estirar más el brazo que la manga y en última instancia ya vendrán los ingresos. A eso, antes, en el mundo de la prensa se le llamaba invertir.

Solo si se invierte en buen periodismo se puede tener en el futuro el apoyo de los lectores y los anunciantes. Ya seas 'The New York Times' o eldiario.es, por cruzar el Atlántico entre peces de distinto tamaño. En cualquiera de los casos sin periodismo no hay modelo de negocio.

27 mar 2013

Solo crece la audiencia de lo gratis

José Sanclemente
Según el Estudio General de Medios, en el año 2012 solo crecieron las audiencias de la televisión, la radio, la publicidad exterior (vallas y cartelería) y la de internet. Descendieron los lectores de periódicos, los de revistas, suplementos de los diarios y los espectadores del cine.

Salvado el hecho de que empecemos a considerar que los costes de una linea ADSL y la de los teléfonos con internet nos permiten acceder gratuitamente a la lectura y a miles de servicios, se diría que los medios gratuitos son los que gozan del favor de los ciudadanos.

Este año pasado hemos roto la barrera de las cuatro horas de media que un español está frente a la televisión. Por cierto, las mujeres 25 minutos más que los hombres...

Resulta también curioso que hayan crecido hasta el 90% los que ven televisión y el 62% los que escuchan la radio, el mismo número de personas que declaran conectarse a internet.

Así las cosas, la decreciente tarta de publicidad se ha inclinado a favor de estos medios. Internet, con un 19% del pastel, ya supera la publicidad de los diarios en dos puntos y entre las radios y las vallas publicitarias también (18%). La televisión es caso aparte y se sigue llevando el 40% de los ingresos de los anunciantes.

Los lectores de diarios descendieron un 4%, pero sus compradores lo hicieron en más de un 10%. Solo uno de cada cuatro leen un periódico los siete días de las semana y hay una tremenda desigualdad entre comunidades: La mitad de los habitantes de Asturias, Navarra y la Rioja leen diarios, mientras que en Andalucía y Castilla la Mancha apenas lo hacen uno de cada cuatro. En eso las audiencias de la televisión y la radio son más homogéneas.

La audiencia de los medios gratuitos crece y, sin duda, debe ser un efecto de la crisis económica y el paro generalizado. Hay que reflexionar sobre si esa tendencia nos lleva a concluir que, a medio plazo, los medios por los que nos informamos (por los que nos informamos gratuitamente) acabarán por sustituir a los que requieren un pago por ellos. Y, sobre todo, si recibiremos una información plural y objetiva o, por el contrario, los echaremos a faltar algún día. Es, en parte, una decisión nuestra.
http://sanclementejose.blogspot.com.es/

22 mar 2013

Mort al periodisme dopat

A. F. C.
No puc marxar de vacances sense reproduir uns fragments d’un article de l’escriptor Francesc Serès que m’ha semblat especialment lúcid i que expressa amb molt encert el que molts col·legues hem comentat sovint sobre el nostre paper passat i present, però potser sense tanta agudesa. Diu Serès en el seu article ‘Los reporteros menos dicharacheros’ a l’edició d’'El País' del 21 de març del 2013:

"Somos capaces de mirar un fuera de juego a cámara lenta desde 10 ángulos distintos [durante la transmisión de un partido de fútbol] pero el periodismo económico, laboral, industrial, brilla por su ausencia. Donde quisiera diez cámaras es en el consejo de administración de Endesa. Me gustaría que me hubiesen sacado el escándalo de las preferentes en el momento que se producía, no cuando el cadáver ya está frío. ¿De qué nos sirven ahora los reportajes de lloriqueos y sollozos? No se puede apelar a la vez a la comprensión de los lectores y a la de los consejos de administración de la banca. O unos u otros, pero todos es imposible (…)

"Los medios están sufriendo ajustes cuyas causas no son capaces de explicar porque no supieron explicar las causas de los ajustes de los demás. ¿Está el periodismo en crisis? ¡Es que un periódico, o está para dar noticias o no está para nada! (…)

"¿Cuántos periodistas económicos advirtieron con el ahínco y la gravedad que hoy les caracteriza del peligro de estos productos financieros [las participaciones preferentes]? Hace siete años, que hoy ya no es noticia, a toro pasado se lo cuentan en cualquier fila del autobús. Claro, hace siete años había que jugársela y explicar, por ejemplo, qué pasaba en CatalunyaCaixa. ¡Entonces! ¿Nombres y apellidos? ¿Fechas? ¿Cantidades? O si el AVE y los aeropuertos eran viables. Para eso hay que jugársela, investigar, publicar y aceptar que una empresa del Ibex no contrate la página de publicidad. O te compra el público o te compra el Ibex. Investigar es caro, sí, pero cuando todo iba viento en popa más que dar noticias, se daba coba. Y no se paga un euro con 30 para leer cómo se le ríen las gracias a Juan Roig o a Emilio Botín. ¿El periodismo se muere? Qué se va a morir, si esto acaba de empezar. Lo que se muere es el periodismo dopado."

Tampoc puc marxar de vacances sense recomanar a qui encara no ho hagi llegit l’interessant informe encarregat pel Col·legi de Periodistes sobre la crisi del sector i --això és el millor, perquè deixa albirar algunes esperances-- les oportunitats que s’hi obren. ‘Nínxols d’ocupació per a periodistes’ ha estat elaborat per Digilab. Media, Strategy and Regulation, de la Facultat de Comunicació Blanquerna (URL), sota la direcció de Josep Lluís Micó. Una cinquantena de fulls rigorosos, farcits de dades i opinions contrastades i amb alternatives professionals gens utòpiques per enfrontar-se a l’actual decadència.

16 mar 2013

Quiéreme, soy periodista

José Sanclemente
En la última encuesta del CIS, la profesión de periodista sale mal parada por la ciudadanía. Está tan mal valorada como la de los jueces. Curioso: en el momento en que periodistas y jueces parecen ser los únicos que "levantan" los soterrados temas de la corrupción y que pueden ejercer de contrapoder frente a un ejecutivo de mayoría absoluta, que legisla con dureza los recortes y sin acuerdos parlamentarios, son los menos queridos.

¿Cúales pueden ser las causas?

De entrada, se sabe que ni la Justicia ni los medios de comunicación pasan por su mejor momento. La primera, por su poca imparcialidad, su lentitud, su burocracia y, ahora, por costosa, parece engullir a los jueces que hacen su trabajo con honestidad y objetividad; y los medios de comunicación, que están sufriendo una crisis económica sin igual que pone en riesgo su independencia de los poderes políticos y financieros --estos últimos se están acomodando en sus accionariados y consejos de administración-- están prescindiendo de sus periodistas y/o les están regateando los medios para hacer periodismo de investigación.

Así pues, la primera causa de desapego ciudadano con el periodista pudiera estar en el medio de comunicación para el que trabaja. Pero no vale refugiarse en terceros para sortear la autocrítica que debería hacer la profesión y tampoco es excusa que algunos encuestados puedan considerar por igual el periodismo amarillo-rosa de 'Sálvame' que el comprometido de 'Salvados', o el de los tertulianos que han de dar juego mediático con el de los que levantan noticias contrastando las fuentes y sorteando mil dificultades.

El periodista lleva años sufriendo la incredulidad del ciudadano, porque se le considera que ha remado a favor de la corriente, conviviendo y conviniendo con los políticos y los financieros; haciéndoles la rosca a los poderosos y ocultando la voz de los débiles. Por eso el movimiento del 15-M fue un toque de atención también para los periodistas y los metió en el mismo saco que a muchas instituciones democráticas o a la banca. El "no nos representan" tenía algo que ver también con el "no nos cuentan la verdad".

Es injusto pensar que los periodistas han de ser los salvadores de la democracia. No son los que tenían que alertarnos de la que se nos venía encima, pero sí tenían la obligación de contarlo sin ambages ni componendas.

En esto de las encuestas pagan justos por pecadores, buenos periodistas por falsos predicadores, cronistas sobrecogedores e interesados, por honestos y comprometidos con la verdad o las verdades. Todos hacen media.

Lejos anda el ciudadano, según el CIS, de considerar a los periodistas como "buenas personas", cualidad necesaria, como decía Ryszard Kapuscinski, para intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades y sus tragedias.

Hay que hacer una reflexión, porque el periodismo es más necesario que nunca, lo mismo que la justicia.

14 mar 2013

Ridícul urbi et orbi dels vaticanistes

Andreu Farràs
Als portaveus de molts cercles de poder els agrada repetir amb suficiència que "els que parlen no en saben i els que saben no en parlen". Al Vaticà és un d’aquells llocs on aquesta màxima s’ha aplica des de fa segles. S’ha pogut comprovar amb l’elecció del nou Papa. En les 20 pàgines publicades dimecres per quatre dels diaris d’Espanya de més difusió sobre el conclave cardenalici no apareixia en cap moment el nom de Bergoglio com a papable. Ni una línia, ni una paraula. I això que faltaven poques hores per la seva designació. Tot i ser un país constitucionalment laic, els mitjans de comunicació d'Espanya han fet viatjar a Itàlia a desenes d’enviats especials per ajudar als respectius corresponsals a Roma a cobrir la informació de l’elecció del successor de Benet XVI. Però cap d’aquests mitjans que hem llegit ha esmentat el cardenal argentí a les últimes travesses.

No va aconseguir-ho ni un periòdic italià tan influent i suposadament ben informat del que passa al Vaticà com ‘Corriere della Sera’ –un dels diaris estrangers que llegeix cada dia Jordi Pujol. El ‘Corriere’ va enquestar vuit vaticanistes i estudiosos de l’Església sobre els cardenals amb més possibilitats per accedir al ministeri petrí. Els candidats més votats per aquests experts van ser l’arquebisbe de Boston, Sean O’Malley, seguit de l’arquebisbe de Sao Paulo, Odilo Pedro Scherer, i l’italià Angelo Scola.

Les travesses papals van encertar tant com les enquestes en les últimes eleccions catalanes. O com va piular un company, els vaticanistes tenen les mateixes dots previsores que els economistes, la immensa majoria dels quals –per incompetència o perquè cobraven per callar-ho— no van pronosticar que s’acostava l’actual depressió social i econòmica. En qualsevol cas, malgrat haver passat alguns d’ells anys i panys circulant pels passadissos del poder curial, el vaticanistes han fet un ridícul romà i universal en no haver ensumat què passava aquests dies dins de la Capella Sixtina, tret del fum negre que tots veiem sortir de la xemeneia. És una enèsima demostració –Bárcenas, Filesa, Método 3, Palau de la Música, Botsuana en son precedents nostrats-- que, per molta promiscuïtat que certs periodistes tolerem amb els poderosos –polítics, econòmics, religiosos o culturals— sovint només ens assabentarem de per on bufa el vent quan a aquests poderosos els interessi que ho sapiguem. I un nou fracàs envers els lectors, que comproven un cop més que els mitjans de comunicació que paguen religiosament no els informa del que el poder no vol que sàpiguen els ciutadans (per molt bon catòlics que siguin).

10 mar 2013

El último que apague la luz

José Sanclemente
Acabo de leer el libro del periodista Lluis Bassets 'El último que apague la luz'. Lo recomiendo a todos, más allá de los que se dedican al periodismo y a la gestión de los medios de comunicación.

Bassets, periodista de 'El País', de brillante y honesta trayectoria, sostiene que los periódicos tienen una caducidad próxima: quizás dentro de diez o doce años ya no podamos leer un diario en papel. Eso piensa este periodista, que hace un repaso crítico sobre la profesión de periodista, el papel que debe jugar en la sociedad y el incierto futuro que se cierne sobre el oficio.

"¿Acabará el periodismo con el último diario que se imprima en las rotativas?" Es cierto que los diarios han sido durante décadas los que han marcado la impronta de la información, han sido el referente en la investigación de la noticia y han tenido una influencia y capacidad de prescripción relevante sobre los ciudadanos y el poder.

Ahora, la tecnología aplicada a la información y a las redes sociales, la competencia del audiovisual en el terreno de la opinión y del reportaje, los cambios sociales y la crisis en las que estamos inmersos, han colocado a los periódicos en una situación muy difícil para su subsistencia.

La doble fórmula de financiación de la prensa (la publicidad y las ventas de ejemplares) está menguando a pasos agigantados y no tiene visos de retornar a los años dorados que comportaron grandes beneficios para las empresas editoras.

En ello hay una gran parte de culpa en la gestión de algunos grupos mediáticos. La aventura emprendida hacia un crecimiento desmesurado y desordenado por abarcar un espacio multimedia ha sido insostenible, y el endeudamiento en que esta política ha sumido a las empresas no solo está avanzando el final de algunos diarios, sino que (y es lo peor) está condicionando su linea editorial al quedar en manos de unos acreedores y accionistas que nada tienen que ver con los antiguos editores.

Los editores están poniendo su negocio en manos de los fondos de inversión y de los bancos, y los periodistas tienen más dificultades para ejercer su profesión con libertad y con los medios necesarios. Solo algunos grupos familiares e independientes, en el ámbito de la prensa regional, pueden tener opciones de sobrevivir en las próximas dos décadas. Todo lo demás huele a muerto. Nunca lo había visto tan claro. El papel no lo resiste todo, es más, resistirá más bien poco si se sigue adoptando la política de los consejos de administración de los financieros (los nuevos dueños de la prensa), y los editores y periodistas se baten en retirada forzosa por las deudas y por los despidos.

Sin periodistas no hay periódicos, como sin preguntas en las ruedas de prensa no hay periodismo, pero sin editores no hay ni una cosa ni otra.

Hay algo del libro de Bassets que da que pensar: las empresas editoras van en una dirección y el periodismo en otra. La marca, que tan relevante se hace para los gestores de los medios, no estará en las cabeceras de los diarios, sino en cada uno de los periodistas que sean capaces de desarrollar su profesión con honestidad y rigor. Los medios, como decía Graham Greene, pueden acabar con el periodismo, pero siempre habrá un periodista que a través de cualquier medio y desde cualquier lugar nos cuente una historia creíble y contrastada.

Si no es así !apaga y vámonos! Parafraseando a Bassets no me gustaría ser el último en apagar la luz de la sala de redacción del último diario impreso.

7 mar 2013

Manifest per a periodistes senzills

El 2 de maig del 2012, el blog Paper papers, impulsat per Toni Piqué i Gonzalo Peltzer, va publicar un article del periodista Tim Radford que, al seu torn, el diari 'The Guardian' havia penjat a la seva web el 19 de gener del 2011. A PAIOS no l'hem descobert fins aquesta setmana. Però el considerem tan magistral que paga la pena reproduïr-lo. Potser els que ens dediquem a la premsa escrita tindriem molts més lectors si seguissim aquestes recomanacions amb més freqüència. Es clar que està dirigit a "periodistes senzills", i això en alguns casos haureu comprovat que és un autèntic oxímoron.

A continuació, la peça publicada en castellà per Paper, papers:

"Tim Radford se ha jubilado. Después de editar millones de frases en las secciones de Ciencia, Cartas al Director y Cultura de 'The Guardian' y en las revistas de Elsevier, el veterano periodista ha publicado este manifiesto que uno ha traducido lo mejor posible porque es una pena perdérserlo por no saber inglés. Si saben es mejor que lean el original. Es más divertido y, bueno… ¡es el original!

1. Cuando te sientes a escribir habrá una sola persona importante en tu vida. Se trata de alguien a quien jamás verás llamado lector.

2. No escribes para impresionar al científico al que acabas de entrevistar, ni al profesor que fue decisivo para tu graduación, ni al editor estúpido que te rechazó o a esa persona tan atractiva que acabas de conocer en la fiesta y sabía que eras periodista (o a su madre). Escribes para impresionar a alguien que está colgado de la barra del metro entre las estaciones de Parsons Green y Putney y que dejaría de leerte en un milisegundo si pudiera hacer algo mejor.

3. Así pues, la primera frase de tu artículo será la más importante en su vida y luego la segunda y la tercera. Porque, a pesar de que tú –empleado, apóstol o apologista– te sientas obligado a escribir, nunca nadie está obligado a leer.

4. El periodismo es importante. Pero uno nunca debe engreírse con esa importancia. Nada mejor que la pomposidad para llevar al lector a cambiar tu pieza por el crucigrama o los resultados hípicos. Por tanto, las palabras simples, las ideas claras y las frases cortas son de vital importancia. Y también un toque irreverente.

5. Una frase que merecería ser grabada en la funda de tu computador: “Nadie se quejará jamás si escribes algo fácil de entender”.

6. Otra cosa que debes recordar cada vez que te sientes ante el teclado: “Nadie tiene por qué leer esta mierda”.

7. En caso de duda, asume que el lector no sabe nada. Sin embargo, nunca cometas el error de suponer que es estúpido. El error clásico en periodismo es sobreestimar lo que el lector sabe y subestimar su inteligencia.

8. La vida es complicada, pero el periodismo no puede ser complicado. Precisamente porque asuntos como la medicina, la política, la contabilidad o las ordenanzas de Mornington Crescent son complicados, los lectores recurren a 'The Guardian', o a la BBC, o a 'The Lancet'. Porque tienen la esperanza de que se los expliquen de forma sencilla.

9. O sea, si un asunto está tan enredado como un plato de espaguetis, tu texto consiste en un solo espagueti cuidadosamente extraído del plato. Lo ideal sería que además llevara adherida salsa de aceite, ajo y tomate. El lector agradecerá que le hayas dado una parte simple y no todo el enredo del plato. Porque (a) el lector sabe que la vida es complicada y agradece que alguien le explique con claridad al menos un fragmento, y (b) porque nadie lee informaciones que sugieren algo como “lo que sigue es inexplicablemente complicado...”

10. Por lo tanto, una regla básica es esta: una información solo debe contener una gran historia. Si te sientes aguerrido para lidiar con cuatro grandes asuntos de una historia, haz que el entrelazamiento de esos asuntos sea el argumento de tu información. Puedes agregar algún elemento picante pero solo si no te aparta del único argumento narrativo que hayas elegido.

11. Una observación. Ni se te ocurra empezar a escribir hasta que no hayas decidido cuál será tu argumento y no puedas decirlo en una sola frase. Pregúntate luego si tu madre escucharía esa frase durante más de un microsegundo antes de dedicarse de nuevo a la plancha. Porque cuando quieras venderle un artículo a tu editor recibirás ese mismo nivel de atención. Así que ten mucho cuidado con esa frase. Además, esa frase será a menudo –no siempre, pero muchas veces– la primera frase de tu artículo.

12. Siempre hay una primera frase –una introducción, una entrada…– ideal para cualquier artículo. Pensar en ella antes de empezar a escribir ayuda de verdad: descubrirás que las siguientes frases se escriben casi solas y muy rápidamente. Esto no significa que seas simplista, facilón, superficial o pícaro. Ni tampoco un superdotado. Solo significa que has dado con la entrada idónea.

13. Un periodista no debe sentirse insultado si lo llaman “simplista”, “facilón”, “superficial” o “pícaro”. Cuando paga por un periódico, el comprador desea que la información le llegue con facilidad y rapidez, sin notas ni referencias oscuras o aclaraciones a pie de página.

14. "Sensacional" o "trivial" no son insultos para un periodista. Uno lee lo que lee –teatro isabelino, novelas rusas, cómics franceses, novela negra americana…– porque algo en esas obras apela a su sentido de la emoción, del humor, del romance o de la ironía. El buen periodismo debe ofrecer sensación de humor, de emoción, de intensidad o acidez. “Trivial” es el insulto favorito de los estudiosos. Pero incluso ellos se interesaron por su objeto de estudio porque se sintieron atraídos por algo brillante, llamativo y, en efecto, trivial.

15. Las palabras tienen significado. Debes respetarlo. Ve a la raíz [be radical]: búscalos en el diccionario, averigua de dónde vienen. Luego, utilízalos de forma adecuada. [No hagas alarde de autoridad porque eso puede demostrar tu ignorancia. No te metas por un camino complicado sin preguntarte antes cómo piensas recorrerlo (el original es un juego de palabras y significados que pillo pero no sé traducir bien)].

16. La regla dice que debes huir de los clichés como de la peste. Excepto cuando das con el cliché adecuado. Te sorprendería lo útil que es un buen cliché usado con criterio. Porque en el periodismo no siempre tienes que ser tan inteligente, pero siempre tienes que ser muy rápido.

17. Las metáforas son buenísimas. Eso sí, no las elijas disparatadas y nunca, nunca las mezcles. En The Guardian, los copy-editors [en los diarios británicos los llaman “sub[editor]s”] concedían el premio “Piraña amordazada”, una especie de Oscar de la incompetencia que toma el nombre de un reportero de laboral, que advirtió al mundo que “los gatos monteses del congreso del Sindicato se ocultan en la maleza, dispuestos a saltar como pirañas si no son amordazados”. George Orwell informa de un diputado que dijo: “El pulpo fascista calzado con botas [jackbooted] ha entonado el canto del cisne”.

18. Ojo con hacerse el enrollado, el buena onda. Cuando Moisés ordenó a sus comandantes que degollaran a todos los madianitas no lo hizo para demostrar que él era muy duro. Cuando advirtió al Faraón que dejara ir a su pueblo no le dijo: “Colega, déjanos sitio, ¿no?” y el Faraón tampoco respondió: “Ni de coña, tío”. El habla de taberna o de café tiene su propio ritmo, su propio lenguaje corporal, sus propias señales. El habla de la página de diario no tiene acento, no hay tono de voz que señalice la ironía, la comedia o la broma. Debe ser directo, claro y vívido. Y para eso es preciso que respete la gramática oficial.

19. Cuidado con las palabras largas y absurdas, con la jerga. Esto es doblemente importante si eres periodista científico, pues de vez en cuando tendrás que manejar palabras que no utiliza ningún ser humano normal: fenotipo, mitocondria, inflación cósmica, campana de Gauss, isostasia… Así que no es necesario que, además, digas “radiante” y “dichoso” en lugar de “brillante” y “feliz”.

20. Es mejor el inglés que el latín [la lengua ordinaria que la culta]. No extermines, mata. No salives, que se te caiga la baba. No incineres, quema. Moisés no le dijo al Faraón: “La consecuencia de no liberar a cierto grupo étnico podría dar lugar en última instancia a algún tipo de manifestación de las algas en la principal cuenca hidrográfica, con resultados imprevisibles para la flora y la fauna, que podrían afectar al consumo humano”. No. Le dijo: "Las aguas del río se convertirán en sangre, los peces que hay en él morirán y el río apestará”.

21. La gente siempre respondemos a lo que nos es próximo. Los ciudadanos del sur de Londres deberían preocuparse más por la reforma económica en Surinam que del próximo resultado del Millwall [un equipo de fútbol del sureste de Londres], pero la mayoría no lo hace. Acéptalo. El 24 de noviembre de 1963, el 'Hull Daily Mail' me mandó buscar un ángulo local sobre el asesinato del presidente Kennedy. Hasta que no encontré este arranque: "Los ciudadanos de Hull estaban ayer de luto...", no me dejaron seguir explicando todo lo que había pasado en Dallas.

22. Lee. Lee un montón de cosas diferentes. La Biblia del Rey Jaime y Dickens y los poemas de Shelley y Marvel Comics y novelas de Chester Himes y Dashiell Hammett. Fíjate en las maravillas que puedes hacer con las palabras. Mira la forma en que esos autores evocan mundos enteros en apenas media página.

23. Cuidado con los definitivos. El último caballo en el abrevadero de Surrey quizá no sea el último en el de Godalming. Casi siempre hay alguien que es más grande, más rápido, más viejo, más precoz, más rico o más nauseabundo que el candidato a quien acabas de calificar con ese superlativo. Ahórrate la molestia. Escribir “uno de los primeros...” te sacará del apuro. Si no puedes, sigue la norma: escribe “según el Libro Guinness de los Récords...”, "según la lista de los más ricos del Sunday Times..." y así.

24. Hay cosas que el buen gusto y la ley no permiten escribir. Mis favoritos son “Asesino absuelto” y (en un reportaje sobre una obra de teatro sobre la Pascua de Resurrección) “Paul Myers, que interpretó a Jesucristo, fue la estrella del espectáculo.” Examina qué textos son de mal gusto y cuáles te pueden costar hasta medio millón de libras por palabra.

25. Los periodistas tienen una responsabilidad que no es solo legal. Por tanto, busca la verdad. Si es difícil de alcanzar, y a menudo lo es, por lo menos busca la imparcialidad y sé consciente de que la historia siempre tiene otras caras. Cuidado con las apelaciones a la objetividad. Son las más sospechosas entre todas. Puedes informar que la Royal Society dice que la modificación genética es una buena cosa y que el uranio empobrecido es casi inofensivo. Pero debes recordar que quienes inventaron la modificación genética fueron incorporados inmediatamente a la Royal Society por miembros de esa entidad que entraron porque sabían cómo enriquecer barras de combustible de uranio y empobrecer el sobrante. Parafraseando a Mandy Rice-Davies, diríamos: "¿qué otra cosa podían hacer, no?".

6 mar 2013

'El último que haga clic'. La visión de Lluís Bassets sobre la prensa escrita

Julia Sousa (*)
He leído con especial interés el libro que acaba de publicar el actual director adjunto de 'El País' Lluís Bassets, titulado 'El último que apague la luz'. Me he permitido hacer un pequeño guiño sobre el título, que ciertamente me ha gustado, por el de 'El último que haga clic', en consonancia con los nuevos tiempos y el futuro que tenemos por delante, ya que yo, en contra de los augurios tan derrotistas de nuestro compañero, creo y estimo que el buen periodismo siempre tiene futuro, indistintamente de si su soporte es papel, digital o por las ondas. En cualquier caso, el soporte es lo que menos me importa y sí la calidad de los contenidos.

Bassets hace un recorrido sobre la reciente historia de la prensa en España y, sobre todo, del período que transita desde la muerte de Franco hasta la actualidad. Dentro de este contexto, me gustaría comentar unos cuantos párrafos del libro.

El primero, página 61: "Grupo 16, PRISA (editora de 'El País') y Grupo Zeta son los tres grupos que se consolidaron durante la transición. El primero fue pionero en información política y económica; el segundo quedó asociado muy directamente a la transición y a sus pactos; mientras que el tercero, desde Barcelona, se consolidó gracias a la prensa semanal ligera y erótica, la prensa de humor y el periodismo popular de 'El Periódico de Catalunya'".

En primer lugar, dedica muy poco espacio a describir al Grupo 16 y a PRISA y sí, en cambio, se recrea en adjetivar la trayectoria del Grupo Zeta. Se desprende por sus adjetivos de “ligero”, "erótico" y “popular” un cierto desdén hacia este grupo y sus contenidos.

¿Qué significa "un periodismo popular"? Yo, que he trabajado muchos años en el Grupo Zeta, no alcanzo a estimar este concepto. Y resulta que hoy en día se imparten clases sobre “periodismo popular” en bastantes universidades latinoamericanas, porque consideran que “busca una interrelación entre los emisores y receptores a través de una organización y reorientación de los pueblos oprimidos”.

Dudo que el señor Bassets estuviera pensando en esta descripción del periodismo popular cuando ha escrito su libro sino más bien en desacreditar una forma de entender el periodismo y practicarlo. ¿Que hubo y hay erotismo? Sin duda, 'Intervíú' es un buen reflejo de ello, pero ¿por qué olvidar que también gracias a esta publicación, que todavía subsiste, se pudieron empezar a hacer grandes reportajes de investigación? ¿Quién no recuerda a Xavier Vinader, hoy profesor de periodismo de investigación en la Universidad Ramón Llull? O bien a Antonio Rubio y a tantos otros, que han abierto un camino hacia la investigación bien hecha y con gran rigor.

Maestros sin duda de esta especialidad, como tantos otros, no cabe duda, pero nacieron en este grupo que según Bassets hacía un periodismo “ligero”. Como es lógico y natural, cada prensa ha tenido y tiene su público. Lo que verdaderamente se tiene que analizar es la calidad y la profesionalidad de sus contenidos, sin tener en cuenta el formato, titulares o fotos que acompañen a dicha información, porque en caso contrario podemos pecar de arrogantes.

No cabe decir que a lo largo de todo el libro el mensaje subliminal es que 'El País' ha sido y es uno de los pocos medios de prensa escrita que se manifiestan por su rigor y su concienzuda trayectoria en aras de la democracia y del buen periodismo.

Bien, son puntos de vista, pero hay una premisa que ya estudiamos en la Universidad hace muchos años, en la que se nos aconsejaba y se nos pedía --me refiero a los periodistas-- que fuéramos lo más objetivos posible en todas nuestras informaciones. Efectivamente, la objetivación ha hecho huelga por unos días. Lo cual no resta por mi parte, en ningún momento, que ensalce muchas líneas maestras que ha abierto 'El País' como medio de prensa escrita en este país. De esto no hay duda. Pero considero que el Grupo Zeta también fue capaz de abrir otras frentes de comunicación y, algo muy importante, de acercar la información al público en general, es decir, a los no lectores de periódicos, que eran muchos y variados tras la muerte de Franco, lo cual considero que es un hito importante para nuestra profesión y que no debe menospreciarse en ningún momento.

Periodismo conversacional

No hacíamos información “ligera”, por lo menos yo no lo interpreto así en ningún caso. Hacíamos artículos más cortos que en 'El País', eso es cierto, para que aumentara el número de lectores, pero el número de líneas de un texto nunca ha de ser en menoscabo de su contenido. Al contrario, en ocasiones es más complicado decir mucho en poco y, si no, fíjense en los malabarismos que tenemos que hacer para publicar un tuit cada día en solo 140 caracteres.

El mensaje, la denuncia, la investigación es lo importante y el Grupo Zeta ha sabido y sabe mucho de ello. Y que conste que hace muchos años que no trabajo en este grupo y, por tanto, nadie podrá tildarme de corporativista. Por último, quiero reseñar otro párrafo de su libro, en la página 105, donde habla sobre el periodismo conversacional. En este apartado analiza los blogs y las redes sociales. Mucho se está hablando de todo ello como alternativa o realidad del nuevo periodismo. Yo no lo califico así. Las redes sociales tienen una función importante dentro de la comunicación actual, pero, bajo mi punto de vista, en ningún caso conforman un periodismo. Estoy de acuerdo con él cuando apunta que hoy en día cualquier ciudadano se considera periodista, porque puede lanzar un mensaje y una foto. Bien, esto si me resulta una “información muy ligera”. Lamento que haya gente que se pueda sentir así, pero nosotros sabemos que no son periodistas y lo que sí deberíamos hacer es defender la legitimidad de nuestra profesión, sea cual fuere su futuro.

(*) Julia Sousa ha trabajado en 'El Periódico de Catalunya', 'Interviú' y 'Tiempo', publicaciones del Grupo Zeta.

5 mar 2013

Exclusivas SA (la última trinchera del papel)

Antonio Baquero
A los españoles nos encanta regodearnos en lo mal que estamos. A los periodistas, más. Y a los periodistas que escribimos en periódicos de papel, ya ni les cuento. Que estamos fatal está claro. Que del mundo periodístico el sector más en crisis es el de la letra impresa, está más claro aún. Que quizás todo está perdido. Sinceramente, no lo sé. Ojalá que no.

Ahora bien, hay un hecho innegable: por más avances tecnológicos y revoluciones puntocero que haya, las informaciones exclusivas, aquellas que ponen en la picota a los que mandan y que condicionan la actualidad durante días, las siguen dando en la mayoría de ocasiones los diarios.

Los papeles de Bárcenas, los informes de Método 3, las declaraciones de examantes de hijos de expresidentes, los informes que dejan en evidencia a 'consellers' de Interior, etcétera, etcétera. Es cierto que hay radios (especialmente la SER) y algunos digitales (especialmente elconfidencial) que dan exclusivas. No obstante, la tinta impresa sigue ganando por goleada.

Quizá sea porque los redactores de papel tienen interiorizada la obsesión por el tema propio. Esa presión de tener que salir al día siguiente con algo que no haya dicho ya la radio o la televisión (ahora se ha de sumar la web) forja una manera de hacer en que siempre se busca algo más.

Pero también influye el propio soporte. Quizás con las nuevas generaciones ya no ocurra, pero todavía buena parte de la población tiene la impresión de que lo escrito, escrito queda, y de que, en cambio, soportes como la tele o la radio son más etéreos.

Hay otro elemento que es clave. Cada mañana, todos aquellos que manda en este país se desayunan con una carpetita llamada dosier de prensa. Y ahí lo que hay son normalmente recortes de diarios. Siempre recordaré la recriminación que me hizo un jefe de prensa de un cuerpo policial cuando no vio en el diario un gran golpe contra una red de narcotraficantes. “Pero en Internet salió bien”, le contesté yo. “Pero lo que mira el ministro es el papel”, me contestó.

2 mar 2013

¿No hi ha periodistes corruptes?

Andreu Farràs
Des de fa uns mesos, els mitjans de comunicació estan aconseguint revifar les seves minvades audiències –encara que no pas les seves facturacions— a causa del –seria imprudent, tot i que realista, dir “gràcies al”— constant esclat d’escàndols polítics i econòmics a Espanya i a Catalunya. No em faré pesat amb la llarga llista de casos de corrupció, espionatge, tripijocs, mentides, calumnies, suborns, evasions de divises, sobres en negre, nepotismes, contrabans, tràfics d’influències, etcètera.

Els afers afecten sobretot als partits polítics que han estat ostentant els òrgans de poder més importants d’Espanya i de Catalunya: PSOE, PP i CiU. Però també s’han donat casos vergonyosos en partits minoritaris d’arreu. La crisi de credibilitat arran d’aquests escàndols, fruit de la cobdícia i la sensació d’impunitat absoluta, també ha arribat a la Corona i a la principal organització patronal espanyola, la CEOE: el seu anterior president està engarjolat i un dels seus actuals vicepresidents ha estat acusat de pagar en negre al seus empleats.

En alguns aquests casos, les imputacions judicials i les informacions periodístiques han estat precedides, molt temps abans, d’insistents rumors i comentaris en veu baixa que polítics, empresaris, jutges, advocats i periodistes sentien i ‘repiulaven’ en les mateixes o semblants taules de restaurants de cinc forquilles que ara apareixen més subratllats en les seccions de política (sense remunerar en espècies) que en les agraïdes columnes de gastronomia.

No sé fins quan durarà aquest reguitzell de descobriments vergonyosos que obliguen a llegir el diari, veure la tele o escoltar la ràdio amb el nas tapat i prendre pastilles contra la indignació i/o la desmoralització. Però sí que m’agradaria molt que en algun moment d’aquest llarg serial, alguns capítols del qual no superaria ni l’autor de novel·la negra més imaginatiu, apareguessin els noms de periodistes corruptes.

La regeneració democràtica que des de tants àmbits s’està reclamant davant d’aquest situació de veritable emergència social, institucional i nacional també passa ineludiblement per destapar, denunciar i condemnar –judicialment i/o moralment— els col·legues i directius de mitjans de comunicació que molts de nosaltres tenim sospites més que fonamentades que s’han deixat corrompre en major o menor grau, amb més o menys prebendes inconfessables facilitades per veritables poderosos o pretensiosos aprenents de bruixots de tota mena.

Bicoques amb noms i cognoms

Només un exemple: la revista ‘Mongolia’, una divertida i intel·ligent joia recent nascuda que tant de bo gaudeixi de una llarga i pròspera vida, va informar fa unes setmanes que, quan era més jove, un periodista que en l’actualitat ocupa un càrrec important en un mitjà molt influent va rebre, després d'alguns campanyes electorals, sobres amb diners d'un altíssim dirigent del PP català que ara exerceix la cartera ministerial que s'encarrega justament ara d'investigar els mil informes dels detectius de Método 3. L’acusació és molt greu i  no sé si és certa. Però tampoc em consta que el periodista a qui ‘Mongolia’ li ha posat el dit a l’ull s’hagi querellat amb la revista o l'hagi obligat a corregir. Si diguessin això de mi, us ben asseguro que ho faria.

Els amplis sectors de la societat que reclamem una catarsi democràtica, més transparència, menys corrupció, menys enganys, es mereixen conèixer quins polítics, quins empresaris, quins banquers, quins jutges, quins metges, quins advocats, quins arquitectes, quins aparelladors, quins funcionaris han posat més sorra que ciment en les seves respectives responsabilitats. I també mereixen saber, és clar, quins periodistes no tenen els currículums tan immaculats com poden semblar alguns d'ells quan apareixen maquillats, mudats i encorbatats disertant amb total seguretat de qualsevol qüestió que els demani el moderador no menys maquillat, mudat, encorbatat i sempre contentíssim d’haver-se conegut.

1 mar 2013

Planes de eficiencia periodísticos (1)

José Sanclemente
Nos estamos acostumbrando a llamar planes de eficiencia a los despidos masivos, a los recortes salariales, a la privatización de lo público y a la reducción de las inversiones. Si la eficiencia es emplear los mejores métodos para lograr un fin u objetivo, habría que entender, en general, que la meta y destino que se quiere alcanzar es el del empobrecimiento general y hasta el propio de las empresas y ciudadanos.

Es cierto que eficiencia no es siempre sinónimo de eficacia y que quienes practican la primera no están consiguiendo la segunda.

Veamos qué pasa en el mundo de las empresas periodísticas. En los últimos años, con la crisis publicitaria y de ventas, se habrán despedido a 5.000 o 6.000 periodistas, los diarios habrán recortado sus tiradas en más de un 30%, las televisiones han externalizado otro 30% de su plantilla y todos los medios, en general, han reducido los salarios entre un 10% y un 15%. Nadie, por supuesto, invierte en nuevas contrataciones y si lo hace es para incorporar becarios a bajo precio y con contratos paupérrimos.

La desorientación en el sector es considerable. Los planes de eficiencia se solapan con nuevos planes de eficiencia; aunque estos no dan sus frutos hay que persistir en ellos a pesar de que se ahonde más en la brecha de la ineficacia: es un problema del mercado, dicen.

No hay rentabilidad cuando los ingresos vuelven a caer un 20% este año en los medios de comunicación: "No sabemos adónde nos va a llevar esto", insisten en decir.

La incertidumbre lleva a poner el piloto automático en dirección desconocida. Nada se controla, porque existe la sensación de que todo es susceptible de empeorar más todavía.

La propia reforma laboral nos encamina hacia ese rumbo: si crees que vas a ir peor puedes acogerte a un expediente de regulación de empleo que resulta económico.

La espiral es interminable y parece infinita: desempleo, falta de recursos para consumir, pocas inversiones para producir, descenso de ventas y vuelta al desempleo.

Es fácil verlo y sobre todo decirlo desde aquí. Habría que estar en la piel de los directivos que elaboran los planes de eficiencia de los medios de comunicación o de otras empresas. Es cierto que el Gobierno ha puesto en sus normas más pistas de aterrizaje para que mengüe la actividad que para que se desarrolle, y esto alimenta un futuro desolador también para los medios.

Un 20% en la caída de publicidad de un periódico de tamaño medio equivale al salario de toda su redacción. ¿Alguién imagina que para ser eficiente se debería prescindir de todos los periodistas?

A lo mejor es un tema de enfoque: los periodistas son los que consiguen con su trabajo que se vendan los periódicos. Si partimos de esa premisa quizás estemos en condiciones de elaborar un plan de eficiencia desde un ángulo bien diferente y con otros objetivos que tengan algo más de futuro.

Persistiré en ello.