Marta López
"¡Vaya historia, vaya jodida historia!". Esto es lo que exclama Dean Baquet, director del ‘New York Times’, el 17 de enero del 2016 mientras con un grupo de periodistas sigue incrédulo la retransmisión de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Así lo refleja fielmente la serie documental ‘El cuarto poder’, que magistralmente muestra el seguimiento que hace del primer año de la presidencia de Trump el rotativo neoyorquino.
Donald Trump, en Fargo (Dakota del Norte), el 7 de septiembre. |
A lo largo de cuatro episodios, la serie muestra el reto diario al que se enfrentan los periodistas del 'NYT' en el seguimiento de un presidente atípico, hiperactivo, que se salta todas las reglas y convenciones y que ha declarado la guerra a la prensa. Entre otras muchas reflexiones, Baquet no puede evitar reconocer que Trump va a convertir la labor del periódico en "fascinante". Otro reportero reflexiona en que no se puede mirar a esta presidencia como si fuera una presidencia normal, cuando se trata de algo absolutamente excepcional.
Y a situaciones excepcionales, respuestas excepcionales, como la decisión del NYT de publicar una tribuna de opinión anónima de "un alto cargo de la Administración" en la que denuncia el comportamiento más que inquietante del presidente y en el que se reivindica "parte de la resistencia" dentro de la Casa Blanca. El formato elegido por el periódico es controvertido porque aunque el uso de fuentes anómimas es tan antiguo como el periodismo, solo muy excepcionalmente les han dado voz en una tribuna de opinión. Pero a la vista de cómo trabajan en el rotativo neyorquino, a buen seguro nace de una profunda reflexión sobre la misión y la ética del periodismo.
Solo el departamento editorial de 'The New York Times' conoce la identidad de esa garganta profunda que desvela a Washington. Es muy difícil predecir las consecuencias que esta crisis va a tener en una Casa Blanca que por el momento ha desatado una auténtica caza de brujas para dar con "este cobarde perdedor", como lo ha llamado la portavoz de Trump, Sarah Huckabee Sanders.
A muchos nos encantaría saber quien es esa fuente anónima. Si forma o no parte del ala oeste. Y saber si escribe por él mismo o en nombre de un colectivo. Porque su descripción de la situación que se vive a diario en la Casa Blanca coincide con la que otras fuentes han revelado al reputado periodista Bob Woodward y se recogen en el libro ‘Fear’ (Miedo) - a punto de salir pero cuyos extractos son pura dinamita- y con lo que escribió hace unos meses Michael Wolff en ‘Fuego y Furia’.
Por ello, con la tormenta ya desatada e imparable, se impone más que nunca que los periodistas sigan haciendo el trabajo –a veces fascinante como dice Baquet pero muchas otras veces desagradecido- que tan bien retrata ‘El cuarto poder’. Que con el máximo rigor, todo el tiempo necesario y todas las herramientas y fuentes a su alcance sigan desenmascarando a un presidente cuya gestión solo da que reiteradas señales de alarma. Hasta el final. Esa es al fin y al cabo la razón de ser del periodismo, más necesario que nunca en la era de la sobreinformación y desinformación.
Y no va ser fácil. Las revelaciones han desatado la furia de un presidente que va recrudecer su guerra contra la prensa. La bestia es impredecible y encima está herida. “Vaya historia, vaya jodida historia” con un final todavía por escribir. Ojalá el buen periodismo le ponga el epílogo.
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