El quadern dels periodistes apocalíptics, integrats, optimistes i/o solidaris

EL QUADERN DELS PERIODISTES APOCALÍPTICS, INTEGRATS, OPTIMISTES I/O SOLIDARIS

15 nov 2012

Mis días de periodista en casa

Silvia González Poncelas
Querer y no poder, esa es mi cuestión. Quiero ejercer de periodista, poner en práctica todo lo que he aprendido, conseguir más fuentes, no bajarme del carro, seguir al pie del cañón... Pero no me dejan. La terrible crisi que afecta a los medios de comunicación me está afectando directamente como a tantos otros. Intento ser positiva, pensar que todo va a cambiar, que algún día alguien valorará verdaderamente mi currículo y mi talento sin importarle lo que indiquen las cifras económicas de la empresa. Estoy dispuesta a dejarme los cuernos por 1.000 euros al mes. ¿Tanto es? ¿De verdad que no hay dinero para contratarme?

Como en todas las empresas, hay gente que cobra muchísimo más de lo que se merece. Porque son vagos, porque calientan la silla, porque no se mueven, porque no tienen interés ni ilusión por la profesión. Porque están quemados y solo quieren cobrar sin importarles nada más. Esa gente que vive como verdaderos reyes gracias a convenios a día de hoy inexistentes o a contratos antiguos que les atan a sus puestos de trabajo, sabiéndose ganadores de la batalla antes de empezar: es más difícil que les echen a ellos antes que al mileurista que acaba de llegar. Son ellos los que se están cargando la esencia del periodista, el gusanillo que todos los estudiantes de Periodismo queremos sentir al salir de la universidad.

En estos días fríos de lluvia pienso en una alternativa que me mantenga a flote en el mundo editorial, puesto que he colaborado de manera muy activa en tres libros y soy la autora única de un cuarto. Sin embargo, no me llegan las ideas. Qué triunfa ahora: el sexo oscuro y excitante de ‘Cincuenta sombras de Grey’; la historia mezclada con ficción de ‘El invierno del mundo’; los linajes fantásticos de ‘Juego de tronos’... Estupendo, se necesita demasiada imaginación para idear algo así y yo no la tengo. No la tengo porque me gusta basarme en hechos, en historias reales, en cosas que han sucedido y que vale la pena contar.

Bien, pasemos entonces a realizar reportajes y entrevistas sobre temas que todavía no se han tocado. Puedo dedicar todo mi esfuerzo y gastar el poco dinero que tengo (que gané gracias a mi último trabajo como promotora) en contactar con gente, ir a sitios y redactar un interesante reportaje. Sin embargo… ¿Quién me lo va a comprar? En más de una ocasión me he encontrado con la siguiente respuesta: “No le podemos pagar pero sí lo podemos publicar con su nombre”. Gracias, lo último sería que se inventaran un seudónimo para no tener problemas conmigo si me pongo seria (cosa que también me ha pasado pero en el mundo editorial).

En definitiva, que entre una cosa y otra me están quitando las ganas de seguir adelante porque el alquiler y las facturas los tengo que pagar igualmente y prefiero dedicar mi tiempo libre a buscar trabajo antes que a inventar o explicar una historia por la que nadie me va a pagar. Sin embargo que nadie tenga la menor duda: seguiré hacia adelante, mirando al frente con la cabeza bien alta y esperando a que llegue la oportunidad que sé que algún día llegará.

Ahí lo dejo.

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