Julia Sousa
Esta semana por fín el quiosco cercano a mi casa ha podido venderme el segundo número en papel de 'Tinta Libre', dirigido por Javier Valenzuela y del grupo digital Info Libre, de Jesús Maraña. En esta ocasión, no pretendo entrar a evaluar, criticar o analizar la información que se nos ofrece, pero sí me gustaría hablar sobre los 'off the record' de los periodistas, dado que en dos artículos de este número se habla de ellos. Curioso.
Se trata de los 'off the record' desde dos puntos de vista, uno por Nativel Preciado, desde la óptica de saber mantener buenos contactos de alto nivel y mantel sofisticado y distinguido, para poder informar y, desde el punto de vista del difícil equilibrio entre lo que es una información bien intencionada o simplemente una tormenta interesada, desde el momento que sirve para “lanzar la piedra y esconder la mano”, como sugiere José Antonio Zarzalejos.
Ambos escenarios de esta realidad periodística son ciertos desde hace años. ¿A quién no le han utilizado en alguna ocasión para lanzar una bomba informativa y luego desmentirla? ¿A quién no le han invitado a un restaurante Michelin para 'venderle' datos o informes? A casi todos con una cierta edad.
Dado que el anglicismo 'off the record' significa no desvelar la fuente de la información y, casi siempre, tampoco el contenido en medio informativo alguno, yo siempre he sido de la condición de guardar los datos que se me han ofrecido en la maleta. Dichos datos me han servido en muchas ocasiones para sonsacar otros temas vinculantes o no y, en otras ocasiones, simplemente me han saciado mi codicia por "saber cosas". Un 'off the record' siempre hay que contrastarlo; depende de la habilidad de cada periodista para hacerlo sin desvelar citas, ni encuentros, ni fechas, pero contrastarlo, porque en el supuesto de que nada de lo que se nos ha contado sea cierto o del todo cierto, seremos nosotros, los periodistas, quienes quedemos como la suela del zapato.
Por regla general, siempre he desconfiado de las llamadas telefónicas que me invitan sin más a una comida para explicarme cosas. Hay una intencionalidad, que casi nunca averiguas qué esconde detrás. Es el juego de la seducción informativa, del te digo pero no cuentes, del como te aprecio tanto te lo cuento a ti, del aprovecha esta información como mejor quieras… y así podríamos extendernos largo rato y no viene al caso.
¿Hay que acudir a esta cita? Siempre. ¿Por qué? Muy sencillo: halagamos a nuestro interlocutor y agradecemos que en otras ocasiones seamos nosotros quiénes le llamemos a él para sonsacar información. La cuestión casi siempre se deriva en dos factores: quién paga la factura y quién realiza la llamada telefónica. ¿Hasta qué punto nos dejamos utilizar? ¿Hasta qué punto ponemos en juego nuestro grado de credibilidad? Por otro lado, es bien cierto que cuántas más 'fuentes' tengas, más prestigio adquieres en la profesión, pero siempre y cuando selecciones muy bien a dichas fuentes, porque hay aguas que pueden llevarte al ahogo.
¿Cómo escogemos a nuestras fuentes? ¿O acaso nos escogen ellas a nosotros? Otra vez un juego difícil de delimitar. Siempre ha de existir un grado de confianza mutuo, una empatía y después no nos olvidemos que todo dependerá del medio informativo que representes. Lo mismo sucede con las fuentes. Los periodistas deseamos tener gente bien informada cercana a los poderes políticos y financieros, para acercarnos a las informaciones más sabrosas; no nos vale cualquiera y a ellos tampoco. Por tanto, la vigencia de dichas fuentes siempre depende de la vigencia en nuestros puestos de trabajo y sobre ellos, lo mismo. Cambio de trabajo, destino o ubicación, cancelación del hilo conductor. Salvo en algún caso, que no descarto, en donde se haya podido producir una fluida amistad certera. Así las cosas, es de nuevo un juego en este caso de intereses mutuos.
Para finalizar, en el caso de los periodistas está muy claro por qué es necesaria esta práctica, pero no he llegado a descifrar del todo el interés de las fuentes en serlo. ¿Les motiva la conspiración, el poder subterráneo, el saberse siempre impunes ante cualquier publicación, la envidia, los rencores...? ¿Por qué digo esto? Porque, si las fuentes se ubican en alguno de estos parámetros o en casi todos o en todos a la vez, deberíamos ser muy cautos en creernos todo los que nos cuentan.
Julia Sousa es periodista y doctorand Universitat Ramón Llull Blanquerna.
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