Andreu Farràs
Acabo de ver las cifras de difusión y ventas
de los principales diarios de España durante el mes de abril. Ninguno de ellos
se libra de registrar pérdidas cuantiosas de lectores. Para mirar las cifras de
la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD) en los últimos años hay que
tomar antes algún ansiolítico si se es, se ha sido o se quiere ser periodista.
Como algunas cantidades me han despertado la curiosidad, he
realizado unas operaciones aritméticas que han dado un resultado que podría
calificarse de extraño por no decir sospechoso. He dividido las cifras de difusión de ejemplares de
los ocho diarios más importantes de España por las cifras de ventas de
ejemplares de estos mismos diarios durante los meses de abril del 2012 y del
2013. Estas 16 divisiones han dado como resultado otras tantas cifras: las
respectivas proporciones entre difusiones y ventas. Un coeficiente que ignoro
si está regulado por la OJD y examinado los editores, pero que se antoja curioso
en tanto que la ratio de algún diario se sale absolutamente de la mediana de
las cabeceras competidoras, como puede observarse en el siguiente cuadro:
RATIO DIFUSIÓN / VENTA EJEMPLARES (OJD)
Abril 2012 2013
'El País' 1,69 1,81
'El Mundo' 1,31 1,29
'ABC' 1,43 1,38
'La Razón' 1,52 1,40
'La Vanguardia' 2,82 3,39
'El Periódico' 1,46 1,64
'El Correo' 1,23 1,25
'La Voz de Galicia' 2,00 2,13
De los 16 coeficientes obtenidos, solo cuatro
superan los 2 puntos. Es decir que, durante el periodo estudiado, la difusión
de la mayoría de los periódicos importantes de este país no ha superado el
doble de la venta en quioscos, salvo en dos únicos casos: ‘La Voz de Galicia’ y
‘La Vanguardia’. Y en el caso de esta última cabecera, su difusión no solo ha duplicado
sino más que triplicado sus ventas en quiosco.
¿A qué obedece esta considerable diferencia
entre los coeficientes venta/difusión de ‘La Voz’ y ‘La Vanguardia’ con
respecto a sus competidores, que en ningún caso superan los 2 puntos? A buen
seguro, los propietarios de las distintas cabeceras conocerán las causas. Y
probablemente también los responsables de la Oficina para la Justificación de
la Difusión, que en su normativa describen los conceptos difusión y venta al
número de la siguiente manera:
“Difusión: Cifra total de ejemplares adquiridos
a través de los distintos canales de venta o enviados a receptores
identificables, puede ser:
1.9.1. Difusión
pagada
Cifra total de ejemplares vendidos, por los
que el editor ha ingresado como mínimo el 50% del precio básico de cubierta
establecido, excluidos los impuestos.
1.9.2. Difusión
combinada
Cifra total de ejemplares en la que al menos
un 20% de la difusión total está pagada en las condiciones previstas en el Artº
1.9.1. y 1.19. de las presentes normas.
1.9.3. Difusión
gratuita
Es aquella que se difunde sin que se requiera
un pago de la misma.
Venta al número
Ejemplares vendidos a través de los canales
ordinarios de distribución de prensa, en los términos y condiciones usuales en el mercado y
autorizando a los intermediarios la devolución de los invendidos para su abono. Se
incluyen también en este apartado los ejemplares sueltos adquiridos directamente por
el público en locales del editor."
¿Las difusiones publicadas por la OJD y
analizadas aquí recogen de facto también los ejemplares difundidos “sin que se
requiera un pago de la misma”, es decir, repartidos gratuitamente en
transportes públicos y hoteles?
Es sabido que hay algunos diarios de rancia
tradición que cuentan con una amplia lista de fieles suscriptores y que estos no figuran teóricamente como compradores del diario en el quiosco. Pero, ¿es posible que haya rotativos que
cuenten con igual o el doble de número de abonados que de compradores de
quiosco? Según las cifras de la OJD, sin duda.
¿Ha habido últimamente cabeceras más afectadas que otras
por la caída de suscripciones de las distintas administraciones públicas como
consecuencia de los generalizados recortes presupuestarios? ¿O ya no hay
diarios que sobreviven gracias al dopaje de las diferentes instituciones
estatales, autonómicas y municipales?
Cuando estaba a punto de empezar este escrito
he leído una frase retuiteada por el admirado John Carlin atribuida a Rodolfo
Walsh: “El periodismo es libre o es una farsa”. Vistos y repasados los números que
muestran ciertas compañías, quizá no sea exagerado temer que sobra la conjunción disyuntiva ‘o’. En
este país, la libertad y la farsa conviven sin problemas de conciencia también en
el mundo de las supuestas auditoras y reguladoras de la prensa.
Muy interesante. Hace tiempo que algunas mañanas, en el tren de camino al trabajo, asisto a escenas hitchcockianas cuando al levantar la vista de mi libro veo a todo el vagón leyendo el mismo diario, uno de los dos que tienen mayor desproporción. Regalan cantidades ingentes de ejemplares. Contrastar este hecho con las subvenciones otorgadas por la Generalitat de Catalunya a la prensa escrita puede no-sorprender enormemente... eso sí, la edición en catalán solamente.
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