Jose Sanclemente
Mònica Terribas, directora de TV-3, ha publicado un artículo en El Periódico de Catalunya defendiendo la función social de la televisión pública catalana ante el ataque de las privadas, que la acusan de competencia desleal y de disparar con salvas del erario para escalar posiciones en la audiencia.
Terribas, una gran periodista, ha sido acusada, de una parte, de hacer corporativismo trasnochado de su profesión, y de otra, de defender lo indefendible en estos momentos que nos tocan: gastar decenas de millones de euros en sostener una televisión cuando, simplificando, es más necesario que se reabran los quirófanos.
Pero el problema de estos planteamientos radican siempre en los matices. A veces en el matiz está lo fundamental.
Que algunas cajas de ahorro se hayan gestionado como la cueva de Alí Babá no significa que todas sean un nido de víboras de las que hay que desconfiar. Que algunos políticos hayan ejercido sus cargos en beneficio propio y con corruptelas no quiere decir que no haya políticos que miran por el bien público para el que fueron elegidos. O, en este caso, que algunas televisiones autonómicas hayan sido el juguete mediático de los gobiernos autonómicos de turno y se hayan dilapidado los escasos recursos públicos, no quiere decir que todas los canales se hayan gestionado de igual manera.
No haré gala de una absurda candidez. No todo se ha hecho bien en la Corporación Catalana de Medios de Comunicación, ni mucho menos. Es más, si no se ha podido gestionar en su última etapa con un criterio empresarial más eficaz no ha sido por la negación de sus profesionales, sino por la intervención de algunos de los políticos del desaparecido tripartito.
La última directora general de la Corporación, Rosa Cullell, dimitió de su puesto por ser una persona integra y buena gestora que recibió más zancadillas y dificultades de los políticos que de su propio entorno, Mònica Terribas incluida, que no por tener diferentes puntos de vista ideológicos supieron aunar criterios para una mejor gestión de un gigante alimentado con "pólvora del rey".
La televisión pública catalana es absolutamente necesaria e imprescindible para este país, Catalunya, como elemento de cohesión social e identitario. No se puede aspirar a que las Telecincos y Antenastres lo entiendan, tampoco va con ellas. Es suficiente con que los profesionales lo defiendan ante la nueva andanada intervencionista que, con la excusa de los recortes, nos va a imponer el nuevo Gobierno catalán.
Profesionales como Mònica Terribas hacen bien en dar la cara e impedir que se trocee en manos privadas un servicio público esencial. Qué horror si al final todo lo público ha de ser privado. Quizás es peor que cuando todo lo que debía ser privado en los medios de comunicación era público. Y de eso hace tan solo una treintena de años.
(http://sanclementejose.blogspot.com/)
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