José Sanclemente
La noticia de que la periodista Montserrat Domínguez será la directora de The Huffington Post español que Prisa va a lanzar en el mes de junio en España es, desde mi parecer, magnífica.
¿Por qué? Pues porque desde hace tiempo creo que es deseable que al frente de los medios de comunicación haya mujeres. ¿Soy machista por ser feminista comunicacional? Pues no lo sé, pero yo perseguí tener una directora para ADN y no pudo ser. Siempre he creido que la sensibilidad y percepción por las historias que mueven el mundo estarían mejor contadas por una mujer. Y eso que hay mujeres y mujeres... No es lo mismo la Merkel alemana o la Soraya nuestra que la Montserrat Domínguez de A vivir que son dos días. No señor, no es lo mismo, entre otras cosas porque las dos anteriores no son periodistas, pero influyen más que nadie.
A mí me gusta The Huffington, porque creo que ha invertido, y por tanto revolucionado, el modelo informativo digital.
Dice un amigo periodista que en el periodismo de hoy la opinión es irrefutable y los hechos son libres, justo lo contrario de lo que era antes. The Huffington está basado en la opinión, en sus blogueros especialistas en las clásicas secciones de política, economía, cultura, tecnología, etc. y en un par de informaciones específicas y personalizadas que están revestidas de las noticias de los mejores medios americanos.
Eso es lo que va a hacer Prisa con su The Domínguez Post. La marca es muy importante para algunos: llamarse Huffington en español no es lo mismo que iniciar de cero y picar piedra en la credibilidad del atiborrado internauta.
Si hoy tuviera que hacer un medio de comunicación, este sería bien parecido a este proyecto.
Solo me atrevería a aconsejarle a Montserrat Domínguez que no sea timorata, que no se case con nadie, que obvie los compromisos de su empresa y rompa con las censuras, que, dado que va al 50% con el Huffington de AOL, americano, sea la mitad de libre para no subirse a la ola informativa en la que están los medios españoles y se abra un espacio de comunicación libre y ciudadano. Que no le dé miedo ese mal llamado periodismo ciudadano y que entienda que los periodistas, como los médicos o los arquitectos, también son ciudadanos.
En fin, que rompa las barreras de la información encorsetada y sin controversia, que abra ventanas a la opinión bien informada y que abra los ojos donde otros los cierran.
Para que la gente siga al Huffington español tiene que haber algo más que la marca, tiene que ser creíble el modelo de la Domínguez Post.
Bienvenido un nuevo medio, es una buena noticia.
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