Maria González
Todos estaremos de acuerdo en que hacer información cuesta dinero, en unos casos más, como puede ser la televisión, y en otros menos, Internet. Subrayo el término información porque a veces se confunde con otros términos como publicidad –que bien hecha también puede ser carísima- o mejor dicho con publicidad revestida de información. Puedo ser más explícita, en ocasiones confundimos información con la repetición más o menos inconsciente de mensajes que emiten personas o instituciones con diferentes fines. Y no creo que tener un fin u objetivo sea malo, lo peligroso es cuando se quiere ocultar a toda costa.
La información periodística en cualquier formato requiere formación y oficio. Esto no se hace sólo, alguien debe ponerse manos a la obra y eso cuesta dinero. Sí, nuestro trabajo tiene un valor y por eso nos pagan, aunque a veces parece olvidarse.
Parece que esto lo creemos sólo los periodistas y lo peor no es tan sólo que algunos empresarios lo pongan en duda y tengamos que oír frases como: “la carne de periodista va barata”, sino que nuestros clientes no lo valoren. Los que leen nuestras noticias –en cualquier soporte-, las ven en televisión o las escuchan en la radio no parece que estén dispuestos a pagar por ellas, o cada vez son menos.
Internet ha tenido la capacidad, entre otras muchas, de plantear una pregunta: ¿Quién está dispuesto a pagar por tener información?
Con Internet no se paga por la música, ni por las películas o series y, por supuesto, tampoco por la información. Pero no nos engañemos, Internet ha tenido la virtud –o al menos yo quiero verlo así- de poner delante de nuestras narices algo que hacía tiempo que venía ocurriendo: la mayoría de la gente no está dispuesta a pagar por la información, al menos, no por la información que les estamos ofreciendo ahora, con los contenidos y los formatos actuales.
Todo esto plantea una realidad humana que no quiero pasar por alto. Detrás de esto hay compañeros y amigos sin trabajo, personas que no pueden ganarse la vida con su oficio y que se han convertido en un número, en uno de esos que escribimos a diario cuando relatamos las cifras el paro. Detrás de esto hay mucha gente joven que quiere abrirse paso en el mundo del periodismo, que no saben a dónde ir o cómo conseguir que alguien les dé una oportunidad.
La mejor forma de hacer frente a los problemas es mirarlos cara a cara. Como decía antes, ocultar algo es siempre un mal asunto, por eso es importante reflexionar sin prejuicios y sin querer proteger o mantener los medios de comunicación tal y como los conocemos, porque la vida es tozuda y nos pondrá delante las nuevas realidades, queramos o no.
A partir de aquí se abre un gran campo de análisis que me veo incapaz de abordar en su totalidad, un estudio que corresponde a sociólogos, empresarios y también a periodistas y que requiere de un tiempo y un espacio amplios que sobrepasan este marco.
Pero no quiero dejar esto sólo como un apunte. Hay cosas que sí están a nuestro alcance. Empecemos por valorar nuestro trabajo, no lo regalemos. Seamos autocríticos, en la intimidad de nuestro pensamiento todos sabemos cuando algo está bien escrito, narrado, justificado, argumentado, grabado, emitido o publicado, cuando estamos informando o cuando repetimos, con más o menos gracia, lo que alguien quiere emitir.
Artículos como este nos hacen reflexionar sobre el funcionamiento de nuestro entorno. Muy interesante!
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