Dardo Gómez
No termino de aclararme si por el cariño que me dieron mis mayores, el buen ejemplo de mis maestros o alguna lectura inteligente que me fue regalada por otros hombres... Digo que no sé por qué es que siento aprecio, admiración y gratitud por la gente buena. Así, buena sin más. Personas que no disfrutarían haciendo daño ni aunque le pagaran para hacerlo.
Asimismo, me produce una profunda tristeza cuando las personas
sufren las consecuencias de la inclemencia de la maldad; uno de esos maestros que recuerdo me hizo ver que cuando Shakespeare, en 'El moro de Venecia', enfrenta a la inocencia y al amor del personaje la despreciable figura de Yago lo hace para corporizar la maldad.
Mònica Oltra, en una imagen de archivo. |
sufren las consecuencias de la inclemencia de la maldad; uno de esos maestros que recuerdo me hizo ver que cuando Shakespeare, en 'El moro de Venecia', enfrenta a la inocencia y al amor del personaje la despreciable figura de Yago lo hace para corporizar la maldad.
En ese personaje inmundo uno puede ver, aunque sin terminar de entender en mi caso, que alguna persona puede asumir como misión la tarea de destruir las ilusiones y, finalmente, la vida de otra persona apelando a algo tan sucio y mediocre como la mentira.
A veces, me quiero imaginar cómo puede ser la persona que dedica su vida a ejercer la perversión de la mentira e incluso llegar a hacer de algo tan tremendo su medio de vida. Puede que alguien esté pensando que soy un débil, un paloma, un pacifista... Pues, no se equivoca quien lo piense; soy todo ello y aspiro a poder decir alguna vez como Antonio Machado que “más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Sé que esto suena poco en un momento en que no abunda la misericordia y, según parece, nadie pide perdón por haberse comportado como una mala persona y haber dañado a otros. Todas estas reflexiones se me han venido tras ver como ha transcurrido el retorno a las cabeceras de los medios de una señora llamada Mónica Oltra. Una activista social, jurista y política que accedió a la vicepresidencia del Gobierno de su comunidad en una elección democrática.
Historia de una pobre ética
Esta señora, que hace un año y medio fue víctima de una falaz imputación por la cual se la obligó a dejar el Gobierno valenciano, ha visto cómo la jueza responsable del caso terminaba con su archivo dejando claro y en evidencia la ausencia de indicio alguno de delito. El dictamen señala que se han “desvanecido por completo todos y cada uno de los indicios que fundamentaron en su momento las imputaciones” y aporta que, “finalizada la instrucción, oídos todos los investigados, tomando en consideración las declaraciones de todos los testigos (y muy en particular la de la propia víctima), examinada la copiosa documental y el tráfico de 48.000 correos electrónicos entre los investigados y otros, no subsiste indicio racional de criminalidad alguno”.
El propio instructor, Vicente Ríos, señala que las acusaciones que habían presentado los representantes de la menor damnificada “resultan insostenibles”. Esa acusación fue ejercida por el abogado José Luis Roberto, líder de la formación ultraderechista España 2000, y la asociación Gobierna-te, encabezada por la entonces dirigente de Vox Cristina Seguí. Ríos deja constancia de que esas acusaciones: “No han alcanzado la categoría de indicios de criminalidad y quedan como meras sospechas, especulaciones o conjeturas sobre los que no puede basarse una imputación judicial definitiva”.
Vaya como guinda de este pastel envenenado que la menor que denunció los abusos y que era apoyada por esas dos personas, afirmó con posterioridad que había implicado a Mónica Oltra a cambio de una oferta de casa y trabajo, lo que no cumplieron como es de rigor.
No conozco de forma personal a la señora Oltra, nunca la he tratado pero, igual que la mayoría de quienes me están leyendo, hemos conocido los diversos comentarios hechos en los medios de comunicación respecto a las denuncias interpuestas contra ella por estos afines a la ultraderecha valenciana. Las denuncias, acompañadas de intervenciones en las redes del abogado acusador como “me la voy a follar sin tocarle un pelo”, ya anunciaban la intención inequívoca de terminar con la vida pública de una ciudadana que había entregado gran parte de su vida a labrarse una presencia en la opinión pública de su comunidad. No digo más.
La función asqueante de algunos informadores
La denuncia no era de vuelo raso ya que acusaba a la jurista de haber encubierto al culpable de haber cometido abusos contra una menor que tutelaba --él había sido su marido-- y de haber utilizado e implicado a funcionarios bajo su responsabilidad en ese delito de encubrimiento. Los hechos representaban tres imputaciones, un número que se convirtió en un mantra de la canalla mediática al servicio de la tarea de defenestrar a la señora Oltra.
“Es vergonzoso ver a la izquierda seguir defendiendo por acción u
omisión a la tri-imputada Oltra”, clamaba el desvergonzado y falsario Eduardo Inda mientras disparaba desde su página amarilla la metralla vergonzosa que le facilitaba su esbirro delegado, Ignacio Martín, desde Valencia y asumía que toda la izquierda que no disparaba contra la acosada tenía un comportamiento “sencillamente vomitivo y asqueroso”.
Eduardo Inda y Antonio García Ferreras. |
Aunque no estaban solos en esa labor de demolición. El tristemente conocido Carlos Herrera lanzaba desde Cope: “En lugar de ponerse al lado de la menor, la Generalitat Valenciana miró para otro lado”. Y abundaba en el escarnio señalando “a Oltra y a todas las 'miembras' de la cofradía de la hermana 'Yo sí te creo'” como culpables de dejación de protección de la menor damnificada. Las palabras son textuales y señalan por ellas mismas el atrincheramiento del personaje en la zona oscura de la sociedad.
Por su parte el traficante de cloacas informativas Antonio García Ferreras, a dúo con su compañera Ana Pastor, imponía a la exvicepresidenta valenciana que por “exigencia ética” abandonara ese cargo ante el triplete de imputaciones, a sabiendas de que todo era una trampa contra su partido.
Siguiendo las huellas de esta indignidad informativa, una procesión de seguidores del periodismo coprófilo como Federico Jiménez Losantos, Susanna Griso o Vicente Vallés contribuyeron en esos días/semanas para llegar al apogeo del 22 de junio de 2022, día siguiente a la dimisión de Mónica Oltra. Esa mañana casi toda la prensa española cumplió con su deber de informar sobre el hecho, pero enarbolando en sus portadas titulares que hacían evidente el inconfesable orgullo de la victoria sobre la imputada.
El 'comisario' Francisco Marhuenda bordaba la primera plana de 'La Razón' asegurando que la dimisionaria dejaba sus cargos "acorralada y con reproches para todos" y abundaba el regodeo con dos fotos enfrentadas en la que se le veía a la vicepresidenta bailando en alguna celebración y en la otra llorando de indignación ante la ignominia.
Puede que cuando reaccionemos sea tarde
Eso de los supuestos reproches que señalaba ese día el diario del 'comisario' era, en realidad, la reflexión de Mónica Oltra en el momento de hacer efectiva su renuncia. Un año y medio después y tras el archivo de la causa por la justicia, aquellas palabras adquieren un significado que explota en la cara de los maleantes de la prensa española y de los ultraderechistas que ultrajan la decencia de este país. Esto señaló cuando estaban por arrojarla a la pira: “Que nadie se pregunte de aquí a veinte años, de aquí a veinte meses, qué cojones pasó en este país. Porque este país tiene un problema cuando absuelve corruptos, cuando 'M. Rajoy' no es un indicio, y se encausan inocentes. Y pasan Vickys Rosells y Albertos Rodríguez, y las niñeras. Y este país es un problema cuando no nos defendemos de la extrema derecha. Este país tiene un problema... Este país tiene un problema cuando nos desubicamos. Ganan los malos. Lo que más siento y lo que me gustaría evitar es que nadie piense que no es posible hacer políticas de izquierdas, que no es posible plantarle cara al poder, plantarle cara a la corrupción, plantarle cara a la oligarquía y a los poderosos. Nos están fulminando uno a uno con denuncias falsas, y el día que ustedes quieran reaccionar, les habrán fulminado también”.
Ojalá se equivocara, digo...
Artículo publicado en la revista 'El Observador'.