“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí...”. Este relato de Augusto Monterroso, considerado de los más cortos que se hayan escrito, es una inmersión en la decepción, la cruel comprobación del naufragio de la esperanza, la desesperación de no saber que más se puede hacer para librarse del monstruo.
Algo similar sentimos todos los que el mediodía del 25 de febrero pasado nos sentamos a comer conteniendo las nauseas que nos había provocado conocer que, una vez más, los políticos españoles habían defraudado la esperanza alentada por muchos de que la elección del Consejo de Administración de RTVE fuera ajustada al concurso de méritos que se había prometido. |
Jenaro Castro, uno de los nuevos consejeros de RTVE. |
Despertamos de las promesas y el monstruo de la politiquería todavía estaba allí con su aliento corrupto...
Luego de meses de trabajo del Consejo de Expertos creado al efecto, éste había analizado las propuestas de casi una centena de candidatos y entregado una lista encabezada por aquellos que habían superado el corte de 15 puntos que estaba fijado para los proyectos para RTVE que cada uno de ellos había presentado.
Además de esta exigencia, para mí esencial, los candidatos debían aportar sus antecedentes curriculares, en los que ya no incidía el criterio de los expertos. Era de pura inteligencia que las valías de estos currículos debía tenerse en cuenta sólo para aquellos que hubieran visto aprobados sus proyectos, o para discernir entre dos de ellos que hubieran alcanzado la misma nota. No ha sido así.
Uno de los excesos predeterminados era el de supervalorar la experiencia que los candidatos pudieran tener como empleados en RTVE; como si esta empresa tuviera características esencialmente distintas a otras empresas de comunicación de España o del extranjero. De forma que, por ejemplo, el presidente de la ARD --el consorcio de instituciones públicas de radiodifusión de Alemania-- nunca hubiera podido optar a estar en este consejo, no ya por no ser español sino por el pecado irreversible de no haber pertenecido a la plantilla del ente. Absurdo.
Allí estaba la primera baraja marcada, pero no la única, que nuestros políticos llevaron a la mesa donde habrían de llegar al acuerdo para la renovación del Consejo de Administración de RTVE. En realidad, si esto era de verdad un concurso público ellos no tenían nada que acordar, eran las capacidades demostradas de los candidatos las que decidían.
Esto era lo que nos habíamos creído los incautos como yo.
Cuando comenzó a joderse la cosa
En 2017 el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad la modificación de la ley que regula el ente estatal; la llamó ley para recuperar la independencia de la Corporación RTVE y el pluralismo en la elección parlamentaria de sus órganos. Sonaba bien, porque ese era su objetivo: despolitizar RTVE y evitar que el gobierno de turno la controle. Muchos y desde hace mucho estábamos reclamando una fórmula para terminar con la politización del principal medio público del Estado.
Esa ley renovada marcaba que los consejeros de este ente debían ser elegidos por concurso público; es decir, por sus méritos acreditados que debían someterse al escrutinio de un comité de expertos. Hasta allí fuimos bien. El problema surgió cuando esos expertos dieron los resultados del estudio de unas noventa propuestas de otros tantos candidatos y consideraron que solo veintidós de los noventa y cinco presentados habían superado ese corte de 15 puntos que estaba estipulado.
Quizá en ese momento, viendo los nombres recomendados por los expertos, hayan caído en la cuenta de que, de verdad, no iban a poder seguir manipulando o mangoneando en ese servicio público.
Hubo que pensar alguna cosa; y tras algunas dilaciones y protestas públicas por esas dilaciones --sobre todo de los candidatos que habían superado la criba-- los que buscaban el pacto “descubrieron” que entre los aprobados había pocas mujeres; aunque fuera cierto que la mejor puntuada había sido una mujer: Alicia Gómez Montano que, infortunadamente, falleció a principios de 2020.
Su falsa apuesta por la igualdad de género fue la excusa perfecta para ampliar el arco de los elegibles a todos los candidatos que se habían presentado y que, tras algunas renuncias, habían quedado en 87.
Entre los más de sesenta cateados había gente amiga suficiente como para que todos tuvieran cómo colocar sus piezas...
Vamos a ver el tablero, merece la pena
Con esa carta que se han sacado de la manga han conseguido meter a candidatos que, no solo no llegaban al corte sino que ni siquiera lo rozaban. La paridad de género no aportó talento y, en este caso, hubiera sido prudente no haberla tenido en cuenta. Aunque para total escarnio de los expertos tengamos que tragar a un nuevo consejero que había obtenido un 0 reluciente.
Juzguen ustedes: José Manuel Pérez Tornero (22), Roberto Lakidaín Zabalza (19), María Carmen Sastre Bellas (17,5) y luego: María Consuelo Aparicio Avendaño (10,3), José Manuel Martín Medem (9,65), Juan José Baños Loinaz (9,5), Concepción Carmen Cascajosa Virino (6), Elena Sánchez Caballero (5,5), Ramon Colom Esmatges (2), Jenaro Castro Muiña (0).
Una de las garantías de idoneidad de los candidatos que se eligieron era la de someterse a la lupa del Comité de Expertos. Pues bien PSOE y PP no han tenido ningún empacho en cargarse el trabajo de esas personas y han pasteleado de la forma más infame.
Los méritos profesionales --es decir, la experiencia en la empresa-- han sido utilizados para compensar los malos proyectos; alguno de los cuales había sido tachado como un corta y pega de la Wikipedia. En fin, una chapuza, pero no una cualquiera.
El Consejo de Informativos de TVE ha reaccionado ante ella expresando que, durante los últimos tres años, ha venido defendiendo la modalidad de concurso público para resolver la gobernabilidad de la radiotelevisión pública con el objetivo fundamental de garantizar su independencia de los intereses partidistas.
Dice su comunicado: Lamentablemente, el concurso fue desactivado y los partidos han optado, una vez más, por un método de designación de consejeros y consejeras basado en la cuota política y no en el mérito, capacidad, trayectoria y proyecto de cada uno de ellos.
La de este consejo no ha sido la única reacción; todas las organizaciones profesionales y sindicales de periodistas, las de consumidores de comunicación, los sindicatos de RTVE, los portales de transparencia... Todos pronunciaron la misma palabra: vergüenza.
Nuestro gozo en un pozo
Uno de esos colectivos profesionales de la comunicación denominado Rescatar la información, en su denuncia que ese pacto infame nos abochorna a gran parte de los profesionales de la información, a los trabajadores de los medios públicos y a la ciudadanía que aún confía en esos medios como un dique para salvaguardar su derecho a la información.
Importante es recalcarlo, señalaban que aspirar a medios públicos de calidad no es una frivolidad, sino una aspiración alentada y protegida por los derechos humanos que nos hemos dado para protegernos de la barbarie.
Este colectivo aportaba algo, que yo considero fundamental, al señalar que con este fraude, los políticos han violado y quizá, inutilizado, el sistema de designación construido por expertos de alto nivel, aprobado por las cámaras parlamentarias y que permitía elegir a los miembros mediante un concurso público de méritos.
Y rubricaba que al inutilizar ese sistema demostrando su capacidad para vulnerarlo e irse de rositas nos despojaban de la herramienta que habría de servir de ejemplo para democratizar a las maltratadas televisiones autonómicas...
Durante varios meses pensábamos que el hecho de que el mayor de nuestros medios públicos se diera un sistema ejemplar había de servir para resaltar la falta de transparencia de los otros y demostrar que ya no se podía seguir con la corrupción total del resto de medios públicos.
Solo las moscas catan la mierda
Basta una corta mirada para comprobar, desde Euskadi a Andalucía y desde Galicia a Catalunya, que todos los partidos políticos cuando llegan a gobernar ponen a los trabajadores de los medios públicos a su servicio y prostituyen su labor de informar. Lo han hecho, lo hacen y ahora, tras el esperpento de RTVE, se sentirán legitimados para seguir haciéndolo.
Pues no lo están; que millones de moscas coman mierda no demuestra que esos insectos tengan buen paladar. La mierda sigue hediendo y repugnando, tanto como las moscas.
Además, nada asegura que los corruptos tengan que seguir ganando; sobre todo, si hay algún ejemplo que demuestre que las cosas pueden ser de otra manera; no sólo fuera de España sino en ella misma.
Casi al mismo tiempo que los políticos implicados en el acuerdo de marras daban una patada a la decencia, en Barcelona se renovaba el presidente de la televisión municipal. Sin ruidos y sin ser noticia, porque hace varios años que así funciona, el Consell d’Administració d’Informació i Comunicació de Barcelona, en sesión ordinaria resolvió el procedimiento abierto de convocatoria pública para la selección del director de la sociedad gestora de Betevé, la radio y televisión municipal de Barcelona, que se había abierto en noviembre del año anterior.
Algo tan sencillo y normal como este concurso de méritos parece extraordinario tras haber asistido al esperpento en la elección de los consejeros de RTVE y las externalizaciones vergonzosas en varios otros medios públicos españoles.
No desesperamos, si en Barcelona se puede, también ha de ser posible en otras latitudes.