El quadern dels periodistes apocalíptics, integrats, optimistes i/o solidaris

EL QUADERN DELS PERIODISTES APOCALÍPTICS, INTEGRATS, OPTIMISTES I/O SOLIDARIS

17 mar 2025

Las 22 mentiras de los medios sobre los inmigrantes

Andreu Farràs
El sociólogo neerlandés Hein de Haas, fundador y codirector del International Migration Institute de la Universidad de Oxford, ha publicado un libro, 'Los mitos de la inmigración' (Península), que políticos, activistas partidarios y contrarios de la migración y también periodistas deberían considerar de lectura obligatoria si desean conocer con honestidad y en profundidad uno de los fenómenos que más están condicionando la vida social, económica y política de la gran mayoría de los países del mundo.

El volumen, de casi 600 páginas, analiza y desmonta uno a uno 22
mantras que medios de comunicación, políticos y organizaciones internacionales especializadas han estado difundiendo a lo largo de las últimas décadas y que De Haas estima absolutamente contrarios a la realidad. El sensacionalismo de unos, los intereses partidistas de otros y la falta de rigor científico de los de más allá han polarizado y dividido a la opinión pública. Con estadísticas poco conocidas e interpretaciones sorprendentes, De Haas denuncia la falta de honestidad de muchos de estos actores y propone que se abra un debate sincero con datos fundamentados sobre la sociedad en la que aspiramos a vivir. De máximo interés para periodistas y comunicadores, resumimos los 22 falsos mitos (y titulares periodísticos) sobre la inmigración, siempre según los estudios del catedrático Hein de Haas.

La migración se encuentra en máximos históricos. Falso. La migración internacional se mantiene en cifras bajas y estables desde hace al menos dos décadas: el 3% de la población mundial. El eurocentrismo hace olvidar que Europa occidental ha pasado de ser la fuente principal de emigrantes (y colonos) a continente de destino. Por ejemplo, entre 1869 y 1940, unos 16,4 millones de italianos (el 50% de la población italiana en 1900) emigraron a la Europa septentrional y al continente americano.

Las fronteras se han descontrolado. Falso. La inmensa mayoría de la gente migra legalmente. A largo plazo, la migración ilegal no está aumentando, aunque la cobertura por los medios de comunicación de las llegadas y los naufragios de pateras pueda aparentar un incremento de la “invasión de simpapeles”. La mayor parte de la inmigración procede de la contratación activa de mano de obra.

El mundo se enfrenta a una crisis de refugiados. Falso. Las cifras de refugiados son relativamente bajas y no se han acelerado. La verdadera crisis de refugiados se registra en las regiones de origen. La mayoría de los migrantes permanecen en los países vecinos y los flujos fluctúan según las guerras. En contra de los que afirman políticos, expertos y medios de comunicación, no hay pruebas de un aumento de solicitudes de asilo “falsas”.

Nuestras sociedades son más diversas que nunca. Falso. Venimos de un pasado mucho más diverso de lo que creemos. Por ejemplo, el Estados Unidos del siglo XIX era tan étnicamente plural como ahora, si no más (nativos americanos, exesclavos afroamericanos, colonos alemanes, irlandeses, italianos, hispanos,…). De hecho, las culturas occidentales se han hecho menos diversas y más uniformes, a causa de la influencia del Estado, la educación, los medios de comunicación y, más recientemente, internet. Con todo, no es la diversidad la que amenaza la cohesión social ni la identidad nacional sino las ideologías que separan a los grupos por considerarlos diferentes.

El desarrollo en los países pobres reducirá la migración. Falso. Paradójicamente, la emigración aumenta a medida que los países se hacen más ricos. La migración es una parte intrínseca del desarrollo y este conduce a un aumento de las capacidades y aspiraciones. Cuanto mejor es la situación económica y la formación de las personas más probabilidades tienen de desplazarse a grandes distancias.

La emigración es una huida desesperada de la miseria. Falso. La migración es una inversión en un futuro mejor, es una decisión racional. Las remesas que los migrantes envían a sus países son buenas razones para abandonar sus países de origen. En 2020, estas remesas casi triplicaron los importes destinados a ayudas al desarrollo por los principales organismos internacionales.

No necesitamos trabajadores migrantes. Falso. La creciente demanda de mano de obra es el principal motor de la migración. Y, en contra de lo que aseguran políticos, medios de comunicación y “expertos”, sí se necesitan trabajadores poco cualificados.

Los inmigrantes roban trabajos y abaratan salarios. Falso. No roban empleos, cubren vacantes. La inmigración aumenta en épocas de fuerte crecimiento y bajo desempleo y disminuye cuando crece el paro. En todo caso, los impactos de la inmigración sobre el mercado laboral son insignificantes. Los trabajadores autóctonos no están preparados para asumir empleos de migrantes. Son los gobiernos y no los inmigrantes los culpables de una economía de bajos salarios, que perjudican a todos los trabajadores de baja cualificación.

La inmigración erosiona el Estado del bienestar. Falso. No hay pruebas de que los inmigrantes planteen un gasto significativo de las finanzas públicas ni que representen una amenaza para la viabilidad de los sistemas asistenciales ni que haya un “efecto imán” hacia los Estados con sistemas de bienestar social generosos. Los impactos fiscales cambian a medida que los migrantes se asientan, se integran y envejecen. En lo que respecta a la crisis de vivienda social, han sido las políticas de austeridad las que la han causado, no el aumento de inmigrantes.

La integración de los migrantes ha fracasado. Falso. A largo plazo, su integración es un éxito considerable, aunque subsisten discriminaciones en las contrataciones. La concesión de la ciudadanía es la mejor política de integración. De este modo, “ellos” se vuelven más como “nosotros” que “nosotros” como “ellos”.

La migración masiva ha generado una segregación masiva. Falso. Salvo algunas excepciones, el nivel de segregación en los países receptores no es alarmante. Las alusiones a la segregación racial en EEUU han tendido a ser sensacionalistas. En Europa, el traslado de familias de clase media a zonas residenciales periféricas combinado con la falta de financiación para vivienda social convirtieron algunas zonas en “vertederos sociales” donde solo querían vivir las poblaciones más pobres, tanto autóctonas como foráneas.

La inmigración dispara los índices de delincuencia. Falso. En general, la inmigración hace disminuir la criminalidad. Los barrios con altas concentraciones de inmigrantes presentan unos índices de criminalidad y de violencia inferiores que barrios comparables de no inmigrantes. La gente no suele migrar con el objetivo de delinquir, sino con el de trabajar, estudiar y/o reunirse con familiares. Y es gente mayoritariamente trabajadora, conservadora y partidaria de la vida en comunidad. Otra cosa es que el señalamiento por los medios de comunicación y los prejuicios causen una sobrerrepresentación de algunos grupos minoritarios y de origen extranjero.

La emigración conlleva una fuga de cerebros. Falso. La emigración cualificada no es masiva. No puede culparse a los emigrantes mejor preparados de los problemas que precisamente los condujeron a marcharse de sus países natales. La emigración, además, puede estimular el crecimiento de los países de origen porque los trabajadores cualificados reciben más formación en el extranjero.

La inmigración es beneficiosa para todos. Falso. La inmigración no resuelve las desigualdades globales. En realidad, beneficia sobre todo a los más ricos; hace aumentar más los ingresos más altos y menos los bajos. La llegada sostenida de inmigrantes poco cualificados libera un tiempo y una energía que los que obtienen ingresos más elevados pueden dedicar al trabajo y al ocio. El asentamiento de inmigrante cualificados junto a profesionales autóctonos acomodados en zonas urbanas gentrificadas puede hacer que los residentes de toda la vida se sientan cada vez menos en su casa.

Los inmigrantes son necesarios para resolver los problemas de unas sociedades envejecidas. Falso. La inmigración es demasiado escasa para resolver los efectos del envejecimiento masivo de los países receptores. Los inmigrantes también envejecen y también tienen menos hijos. No es cierto que los factores demográficos causen migración.

Las fronteras se están cerrando. Falso. La mayoría de las políticas de inmigración se han liberalizado. En las últimas décadas, los controles fronterizos se han endurecido al mismo tiempo que las barreras legales se han relajado, porque a los empresarios les interesa que las fronteras estén abiertas. ¿Por qué los gobiernos hacen la vista gorda ante las empresas que contratan a trabajadores sin papeles?

Los conservadores son más duros con la inmigración. Falso. No existe brecha izquierda-derecha sobre esta cuestión, que causa divisiones dentro de los partidos y los sindicatos de trabajadores. Los conservadores se debaten entre cierto temor a un exceso de cambio cultural y un impulso humanitario que suele ser de inspiración religiosa. Los sindicatos y la izquierda se debaten entre, por un lado, entender la contratación de trabajadores migrantes como la estrategia empresarial para importar mano de obra barata y dividir a la clase obrera entre autóctonos y extranjeros y, por otro lado, el ideal de la solidaridad de clase internacional y la defensa de los derechos de los migrantes.

La opinión pública se ha puesto en contra de la inmigración. Falso. La tendencia a largo plazo en muchos países ha sido hacia unas opiniones más a favor de la inmigración. Se ha comprobado que a largo plazo el contacto con los inmigrantes reduce la xenofobia. Aunque el racismo y los prejuicios siguen siendo problemas serios, estos disminuyen a medida que aumenta la inmigración.

El tráfico de personas es la causa de la inmigración ilegal. Falso. El tráfico es una reacción a los controles de fronteras no la causa de las entradas irregulares. No hay que confundir tráfico con trata de personas. El tráfico es la prestación de un servicio por el que los migrantes están dispuestos a pagar. Por lo general, tiene que ver más con familias que se ayudan unas a otras y con operadores locales que con mafias y organizaciones criminales. Los mayores peligros de los migrantes no son los traficantes sino los policías y soldados maltratadores y corruptos en las fronteras. Las políticas de lucha contra el tráfico de personas están condenadas al fracaso porque se encuentran entre las causas mismas del fenómeno que pretenden combatir.

La trata de personas es una forma de esclavitud moderna. Falso. No es lo mismo trata que esclavitud. La trata tiene que ver son la explotación de trabajadores vulnerables. Las estadísticas sobre la trata inflan el “peligro de los desconocidos”. De hecho, hay trabajadores catalogados erróneamente como víctimas de trata que se resisten a ser “rescatados” por las autoridades, pues el rescate conlleva la deportación y la consecuente pérdida de ingresos en el país de destino. La mayoría de las trabajadoras sexuales lo son por voluntad propia. Hinchar la cifras por oenegés y periodistas no resuelve los problemas sino que los agrava.

Las restricciones fronterizas reducen la inmigración. Falso. Al contrario, hacen crecer la inmigración. Es algo que se conoce como “colchón de agua”. Cuando apretamos por un lado, la presión hace que otras partes se eleven y quienes tienen pensado marchar de su país se obsesionen por el otro efecto, el de “ahora o nunca”.

El cambio climático conducirá a una migración masiva. Falso. El calentamiento global es real. Pero a lo largo de la historia la gente no solo no ha huido de lugares en los que existían los mayores riesgos medioambientales sino que se ha desplazado hasta ellos; por ejemplo, a valles de ríos y zonas costeras, porque también son las tierras más fértiles y prósperas. Además, la tierra se eleva a medida que suben los mares, por los procesos de sedimentación. Son los gobiernos y no el clima los que desplazan a la gente.

4 comentarios:

  1. Molt bó, Andreu. Gràcies per fer i compartir el resum.

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  2. Uns desmentiments molt necessaris. Gràcies

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